Están más deprimidos y ansiosos, susceptibles a dolores de cabeza y estomacales. Toman más alcohol y fuman más cigarros. Prefieren competencia a cooperación, contribuyen menos al interés público (están enfocados primordialmente en ellos mismos); le dan poca importancia a los asuntos ambientales. Sus relaciones sociales se debilitan y tienen menos amigos. Muestran menos empatía y compasión hacia aquellos que sufren, son manipuladores y tienden a utilizar a los demás de acuerdo con sus intereses y son menos saludables en comparación al resto de la población.
En nuestro mundo contemporáneo somos más comúnmente consumidores que ciudadanos, roles que implican patrones muy diferentes de comportamiento.
Estos estudios sugieren que aquellos que consumen más son los más indiferentes a la cantidad de desperdicio que producen y a las consecuencias de tal desperdicio sobre la vida de los pobladores y el medio ambiente. Son también los menos interesados en soluciones que requieren una visión panorámica y un espíritu de cooperación
Extractos del preámbulo de Matthieu Ricard a “Reciclaje – El alto precio de los valores materialistas” de Didier Ruef.
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