El miedo es el arma de defensa básica de cualquier animal, incluido el hombre, y, como tal, desata las reacciones más básicas del organismo, que se prepara para correr, saltar o golpear como defensa.
Probablemente todos hayamos experimentado la situación de correr más rápido o saltar más alto de lo que nos creíamos capaces, al ser perseguidos por alguna furiosa bestia. Ese instinto proviene de nuestros tiempos más primitivos, aquellos de vida salvaje, cuando había que correr o treparse a un árbol si aparecía un tigre.
En otras ocasiones tal vez nos hayamos sentido paralizados por el miedo, lo cual es otra reacción primitiva. Vean cuántos animales se congelan frente a una amenaza, como mecanismo estratégico para no delatar su ubicación.
Hoy, el hombre de ciudad le envía señales de miedo al cuerpo por cuestiones que no demandan adoptar una posición esforzadamente estática, ni salir corriendo aceleradamente, ni dar un brinco exagerado ni trenzarse en una lucha encarnizada. Pero el cuerpo tiene una sola forma de reaccionar frente al miedo, que es prepararse para esconderse, para escaparse o para combatir.
Ante los miedos del hombre actual, que por lo general son puramente mentales y no vinculados realmente con la supervivencia, toda esa energía que el cuerpo genera para la huida o para la batalla no encuentra salida, y regresa al cuerpo, que necesita realizar un gran esfuerzo para reabsorberla y reciclarla.
En algún punto, lamentablemente, la producción inútil de tanta energía supera la capacidad de reciclaje del cuerpo, y entonces, decía el maestro, el organismo cae enfermo.
Hoy, el hombre de ciudad le envía señales de miedo al cuerpo por cuestiones que no demandan adoptar una posición esforzadamente estática, ni salir corriendo aceleradamente, ni dar un brinco exagerado ni trenzarse en una lucha encarnizada. Pero el cuerpo tiene una sola forma de reaccionar frente al miedo, que es prepararse para esconderse, para escaparse o para combatir.
Ante los miedos del hombre actual, que por lo general son puramente mentales y no vinculados realmente con la supervivencia, toda esa energía que el cuerpo genera para la huida o para la batalla no encuentra salida, y regresa al cuerpo, que necesita realizar un gran esfuerzo para reabsorberla y reciclarla.
En algún punto, lamentablemente, la producción inútil de tanta energía supera la capacidad de reciclaje del cuerpo, y entonces, decía el maestro, el organismo cae enfermo.
¿Y qué hacer entonces? :-)
ResponderBorrarEl miedo es mal enemigo, pero conocer al enemigo es una estragia útil.
Gracias por compartir sabiduría.
Un besazo.
http://frasesdedios.blogspot.com.es/
Pues... yo creo que lo contrario al miedo o al temor es el amor... entonces... creo que el amor lo cura todo...
Borrar"En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor." 1 Juan 4:18
¡Así es! :-) Un abrazo!
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