Una serendipia es ...

Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.

09 enero 2014

La sonrisa

Cuenta Antoine de Saint-Exupery, autor de "El Principito" que una vez fue capturado por el enemigo cuando servía como piloto durante la primera guerra mundial y arrojado a una celda. Por las miradas despectivas y el trato duro que recibía de sus carceleros, estaba seguro que sería ejecutado al día siguiente. A partir de aquí sus palabras...

“Estaba seguro de que me matarían. Me puse terriblemente nervioso e inquieto. Revolví mis bolsillos para ver si algún cigarrillo había escapado al registro. Encontré uno y me temblaban las manos que apenas pude llevármelo a los labios. Pero no tenía fósforos, se los habían quedado mis captores.

Mire a mi carcelero a través de los barrotes. No hizo contacto visual conmigo. Después de todo, nadie hacia contacto visual con una cosa, con un cadáver.

Le grite: “¿Tiene fuego, por favor?”. Me miro, se encogió de hombros y se acerco para encenderme el cigarrillo. Al acercarse y encender el fosforo, sus ojos accidentalmente se cruzaron con los míos.

En ese momento, sonreí. No sé por qué lo hice. Tal vez fue por el nerviosismo, tal vez fue porque, cuando dos personas se acercan mucho, cuesta no sonreír. Sea como fuere, sonreí. En ese instante, fue como si una chispa hubiera saltado la brecha entre nuestros corazones, nuestras dos almas humanas. Sé que él no quería, pero mi sonrisa atravesó los barrotes y genero otra sonrisa en sus labios.

Me encendió el cigarrillo pero se quedo cerca, mirándome directamente a los ojos y sin dejar de sonreír. Seguir sonriéndole, consciente de él como persona y no ya solo como carcelero. Y su mirada pareció adquirir una nueva dimensión. -“¿Tienes hijos?” preguntó.
-“Si, aquí, aquí”. Saque mi billetera y busque tembloroso las fotos de mi familia.

El también saco las fotos de sus hijos y empezó a hablar sobre sus planes y esperanzas con respecto a ellos. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Dije que temía no volver a ver a mi familia, no tener la oportunidad de verlos crecer. A él también se le llenaron los ojos de lágrimas. De pronto, sin decir una palabra, abrió la celda y en silencio me llevo afuera. Salimos de la cárcel, y, despacio y por calles laterales, salimos de la ciudad. Allí, en las afueras de la ciudad, me libero. Y sin decir una palabra, regreso a la ciudad´.

-¡Una sonrisa me salvo la vida!”.



Sí, la sonrisa, la conexión sincera, espontanea, natural y divina a la vez entre los seres humanos. Repito esta historia porque usted y yo deberíamos considerar que debajo de las apariencias que construimos para protegernos diariamente: nuestra dignidad, nuestros títulos, nuestros diplomas, nuestro estatus y la necesidad de que nos vea de determinadas maneras, debajo de todo eso, está el yo auténtico y esencial. Dios lo llama alma desde el Génesis.

La psicología desde Freud también usa la palabra griega para alma “psique” aunque más recientemente. Realmente, creo que si esa parte tuya y esa parte mía pudieran reconocerse, no seríamos enemigos.

No podríamos sentir odio, ni envidia, ni miedo. Llego a la triste conclusión de que todas esas otras capas, que construimos con tanto esmero o a lo largo de nuestras vidas, nos distancian e impiden que nos pongamos en contacto real con los demás.

La historia del aviador y escritor Saint-Exupery habla de ese momento mágico en que dos almas se reconocen.
¿Has tenido momentos así? Al enamorarnos por ejemplo.
Al mirar a un bebe. ¿Por qué sonreímos cuando vemos un bebe?

A menudo al pensar en Dios sonrío, aun en tiempo difíciles, y me imagino que El también me devuelve la sonrisa, me viste de su dignidad sencilla y fortaleza compasiva.

Tal vez sea porque vemos a alguien sin todas esas capas defensivas, alguien cuya sonrisa nos resulta genuina y sin engaños. Tal vez porque entonces Dios nos ve como un niño, desnudo, sin ocultar nada, solo vestidos con nuestra sonrisa.

Y el alma de niño, y el alma de hijo e hija de Dios que llevamos dentro sonríe anhelante en reconocimiento al milagro de la vida y el Hacedor de la Vida sonríe de vuelta.

No se trata de detenerse hoy y sonreír para el mundo sonría de vuelta. Es un poco más profundo y sencillo a la vez. Cuando sonríes asumes un riesgo, haces una inversión eterna, y te conectas a la creación y al plan de Dios para el mundo.


1 comentario: