Tener
esperanza no es hacerse ilusiones vanas, sino saber que se puede alcanzar una
meta, por medio de las acciones adecuadas.
La
esperanza es una fortaleza de carácter que nos ayuda a planear el futuro, está
relacionada con el optimismo y con la confianza de lograr algo con el paso del
tiempo.
Pensar en
el futuro
El primer
componente de la esperanza es pensar en el futuro. ¿Cuáles son tus sueños? ¿Qué
te gustaría lograr? La esperanza no está hecha sólo de ilusiones, pero son
importantes para mirar el futuro con apertura y curiosidad. Muchos de los
inventos que hoy usamos de manera cotidiana comenzaron como un sueño, como la
aspiración de volar. En la mitología griega se cuenta la historia de Dédalo y
su hijo Ícaro, quienes con habilidad e ingenio se hicieron unas alas para
escapar del dominio de Minos, rey de Creta. En el Renacimiento, Leonardo Da
Vinci (1452-1519) estuvo intrigado por la manera de lograr que algo más pesado
que el aire volara, por lo que realizó numerosos esquemas y planos de inventos
que podrían ayudar al hombre a vencer la ley de gravedad, como el paracaídas,
el ala delta e incluso un precursor del helicóptero cuyo rotor era activado por
el movimiento de cuatro hombres. Fue hasta 1903 que los hermanos Wright
inventaron el avión y nadie se cuestiona hoy en día si el hombre puede o no
volar.
Los
sueños amplían el horizonte, nos descubren nuestros deseos. Para lograrlos
debemos convertirlos en metas y buscar los caminos para alcanzarlas.
Esperar
lo deseado
La
esperanza tiene fundamento en la realidad; a veces crea ilusiones, pero no es
delirante. Es una fortaleza de carácter cognitiva, pero es también motivacional
y emocional, pues la persona tiene expectativas que en las que ha puesto cierto
afecto y a las que da suficiente importancia como para trabajar en lograrlas.
Las emociones positivas son importantes tanto para comprometerse a lograr un
propósito, como para mantenerse en firme en el deseo de lograrlo cuando surjan
los obstáculos y comience a parecer imposible alcanzarlo.
Mis
acciones me ayudan a llegar a la meta.
Sueña. Planea. Actúa.
Charles
R. Snyder fue el primero que expuso, en 1994, una teoría psicológica acerca de
la esperanza. De acuerdo a este investigador, las expectativas dirigidas a
metas tienen dos componentes que actúan tanto juntos como por separado.
- El
primero es la agencia (agency), que refleja la determinación personal de
que pueden cumplirse las metas. La persona tiene la creencia de que los buenos
eventos son más probables si realiza las acciones adecuadas, y los malos
eventos, menos probables. Las acciones de autocuidado, como lavarnos los
dientes, usar el cinturón de seguridad o tomar vitaminas son ejemplos sencillos
de agencia: creemos que si tenemos buenos hábitos de salud, evitaremos la
enfermedad. Esta determinación de que pueden cumplirse los objetivos es
sumamente importante en las metas a largo plazo, como terminar una carrera,
hacer prosperar un negocio o mantener unida a una familia. Esta creencia de que
nuestras acciones pueden lograr algo es lo que nos mantiene en marcha.
- El
segundo son los caminos (pathways), que Snyder describe como la creencia
del sujeto de que pueden generarse planes exitosos para lograr las metas. Es
decir, hay formas, rutas o estrategias que pueden ayudar a la persona a lograr
lo que desea. Aquí es donde la perseverancia se une a la flexibilidad, pues al
encontrar que el destino deseado no se puede alcanzar por un camino, la persona
perseverante buscará otro, o esperará el momento adecuado para volver a
intentarlo.
¿Cuál es
tu sueño? ¿Cómo puedes convertirlo en una meta o propósito? ¿Qué puedes hacer
para lograrlo? ¿Qué planes o estrategias te pueden ayudar a alcanzarlo? La
esperanza es la fortaleza de carácter que nos permite tener la confianza de que
alcanzaremos nuestros propósitos.
Tomado de:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario