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Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.

22 abril 2014

El árbol del conocimiento

El árbol del conocimiento

“De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal
no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.”

Génesis 2:17


¿De verdad quieres saber qué es esa cosa de allí? Pues entonces deja que se calle la mente. Ve, camina hacia allí. Toca esa cosa que llamamos “árbol”. Siente sus formas, su textura. Escúchalo. Huélelo, pruébalo incluso. Fíjate en todas las criaturas que viven en él. Obsérvalo detalladamente: esas formas increíbles, repartidas por la corteza, esos líquenes que crecen en el tronco. Míralo con atención, con más atención.

¿De verdad es un “árbol”? ¿De verdad sirve esa palabra para reflejar lo que es?

La palabra “árbol”, el concepto, los conocimientos al respecto… todo eso son cosas del pasado, cosas muertas. Sin embargo, esto, sea lo que sea, está vivo. Un instante nunca es igual al siguiente, y una cosa que está viva nunca puede ser captado por algo que está muerto. Sólo un pensamiento podría decirte lo contrario.

Y este “árbol” no es un ente ajeno a las pequeñas criaturas que viven en él, a los nutrientes y los microorganismos del suelo de los que se alimenta, a los líquenes que aparecen por uno de sus lados, a las gotas de lluvia sin las que moriría, a la ardilla que acaba de trepar a lo alto de su copa, a mí mismo cuando apoyo la mano en su corteza, cuando respiro el aire del que él también depende. Todo depende de todo. Este “árbol” no es un ente aislado de todo lo demás. “Árbol” no está aislado del resto de la realidad, de todo lo que llamamos “no-árbol”. ¿Dónde se puede ubicar entonces el límite entre el “árbol” y “no-árbol”? ¿Cómo se puede limitar la realidad? ¿Cómo iba yo a saber dónde poner el límite?

La realidad es una totalidad única que el pensamiento mata, corta en pedazos, convierte en conocimientos anquilosados, procesa en términos de pasado, porque la mente es incapaz de comprender ese gran misterio que llamamos vida, es incapaz de tolerar el hecho de que la vida no tenga centro. Por tanto, lo que hace es reducir la realidad, fragmentarla, llamar a esto “árbol”, agruparlo junto con todas las cosas que se le parecen –que también reciben el nombre de “árbol”-, y hacer todo esto en nombre del conocimiento, en nombre de la ciencia.

Sin embargo, eso es mentira, es una mentira que la mayoría de nosotros llevamos creyendo toda la vida. No es un árbol. Es lo que es y nosotros lo señalamos y lo llamamos árbol, y nos olvidamos de que no es un árbol sino un misterio divino, y de que el nombre “árbol” es un cuento, un objeto mental, un espejismo.

No obstante, a la mente le satisface la palabra “árbol”, ¿no? Una vez que dispone del concepto “árbol”, puede dedicarse a crear todo tipo de teorías sobre los árboles y su funcionamiento. Y, sin embargo, los árboles del conocimiento, los árboles de la ciencia, son árboles de la mente. Come del árbol del conocimiento y morirás. Te quedarás atrapado en el pasado, en un pasado que te tortura.

Pero ven aquí. Toca esta corteza. Siéntela mientras contemplas tu “árbol”. ¿Qué es lo real?

Jeff Foster


Ahora deja de leer y ve hacia el árbol y míralo, tócalo. ¿Qué es lo real?


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