Te digo esto: la violencia nunca es la respuesta. La violencia nunca te sanará. Nunca resolverá tu dolor más profundo. Solo profundizará tus heridas y te alejará más el uno del otro y de ti mismo.
Busca otra manera. Siéntense juntos como hermanos. Partan el pan. Escuchen, no solo las palabras dichas, sino también el temblor que las inspira, el dolor, el anhelo, la esperanza, la ira, el sufrimiento. Suavizaos. Abrios. Descubrid el terreno que ya compartís.
Dejad las armas. Dejad el impulso de golpear, de silenciar, de destruir. Escuchad con todo vuestro corazón. Escuchad incluso cuando os sintáis atacados. Escuchad incluso cuando no estéis de acuerdo, cuando la ira os queme en el pecho, cuando el miedo os atrape, cuando os indignéis por la opinión de otro. Sobre todo entonces.
Recordad: ellos también son consciencia, la misma consciencia que vosotros, revestida de una forma que aún no comprendéis. Una parte de ti que aún no ha sido bienvenida a casa.
Incluso aquellos a quienes te resistes, incluso aquellos cuyas ideas desprecias, llevan la chispa de la vida en su interior. Honra su derecho a hablar. Defiende su derecho a hablar. Porque al defender su voz, defiendes la tuya.
Y cuando todo se calme, verás: aquí nunca hubo un enemigo. Solo tú mismo, llamándote a casa con mil disfraces.
Llamándote a alcanzar tu máximo potencial.
Jeff Foster
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