Una serendipia es ...

Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.

28 junio 2018

Hablar con extraños

Siempre me ha dado pena hablar con extraños, especialmente en un elevador. Soy de las que evita el contacto visual a toda costa, si no traigo celular para fingir que estoy ocupada, veo la lentitud de los números en el tablero y el último recurso es revisarme las uñas. Lo que sea, es mejor que sentirme incómoda. Lo que sea es mejor que sentirme.

Así que hoy, bajé al perro y compartí el elevador con un señor. Ahora el perro fue mi distractor, lo miré, lo acaricié incluso le hice plática. Y fui consciente de lo que estaba tratando de evadir.
Entonces me enderecé y miré al señor a los ojos y le pregunté : “¿cómo está”?
Mi corazón bombeó al cien, dejé de escuchar mis pensamientos derrotistas y sentí esa adrenalina que se me salía del pecho; traté de no juzgarme, sino de sentirme. Descubrí que lo que tenía adentro era vida, solo eso. No estaba evadiendo al señor, sino a mí.

Cuando siento que algo o alguien me provoca miedo, impaciencia, etc. reconozco que lo que siento es mío, y no provocado por el otro. Sabiendo que siempre, tendré la opción de sentirme o evadirme.


25 junio 2018

Todos los sentimientos son música

Los pianistas necesitan completo e inmediato acceso a las 88 teclas, blancas y negras, sostenidas y bemoles, altas y bajas, para poder honrar y tocar todo el espectro de la emoción humana, moviéndose desde las profundidades del dolor, abandono y desesperación hasta las alturas del éxtasis religioso y espiritual!

Y TÚ necesitas acceso a todos tus sentimientos también, desde el aburrimiento a la dicha, desde la confusión a la claridad, desde la alegría a la rabia. Todos los sentimientos son sagrados, hechos de consciencia, y nunca errores o aberraciones o inherentemente "equivocados" o "vergonzosos"! ¡Sólo son notas esperando a ser tocadas! ¡No música sino parte de la música!

Y todos los sentimientos acarrean gran sabiduría, si tan solo puedes detenerte, respirar, y escuchar. Si puedes invitar tu atención afuera de la línea de la historia (pasado y futuro) y dejar que esa atención empape tu cuerpo Ahora, escucharás su llamada, lo que necesitan, como te están protegiendo, por qué son esenciales. El miedo ha venido a guiarte hacia lo Desconocido y protegerte de el peligro de la arrogancia, el engreimiento y la inconsciencia. El enojo te está pidiendo que te pares, hables fuerte, caigas en el auto-cuidado y auto-respeto y pelees amorosamente por la Verdad. La tristeza ha venido a suavizarte, derretir tu duro corazón, re-conectarte con la hermosa impermanencia de las cosas, traerte más cerca del suelo sagrado.

¡Dejemos de avergonzar cada sentimiento, cada sensación del cuerpo, agradable o desagradable, sostenida o bemol, para que cada cosquilleo y palpitación y revoloteo en el vientre, pecho, garganta y cabeza sea una celebración, una nota esencial en la sinfonía que es la Vida!

Jeff Foster


22 junio 2018

Al borde del abismo

En una ocasión mi hijo estaba corriendo de un lado al otro en un estacionamiento. Aunque lo vigilaba con cuidado, de pronto un carro se movió y nos tomó por sorpresa. Interrumpí el recorrido de mi hijo y lo jalé hacia mí, de tal modo que, aunque para mí fue un movimiento de “riesgo calculado”, para él fue un aviso de que por poco y lo atropellan.

Como ya nos retirábamos del lugar subimos a la camioneta, y ya estando en ella, a solas, le hice ver cómo gracias a Dios no le habían atropellado, a lo que él comentó –a que no, gracias a mis piernas, porque soy rápido– Cuando vi su desafiante respuesta fue inevitable iniciar una serie de preguntas para llevarlo a meditar el porqué dije, gracias a Dios. 
Yo: ¿Porqué crees que eres rápido? 
Él: Porque mis piernas son fuertes 
Yo: ¿Y porqué son fuertes? 
Él: : Porque como muy bien 
Yo: ¿Y porqué comes bien? 
Él: Porque mi mamá me alimenta 
Yo: ¿Y cómo es que tu mamá tiene comida para alimentarte? 
Él: Porque tienes trabajo 
Yo: ¿Y cómo le hago para obtener el trabajo...? ... fue aquí donde a su corta edad (en ese tiempo el tenía 3 años) ya no supo qué contestar, entonces replicó –está bien papá, está bien, ya entendí.. gracias a Dios

Es increíble cómo ese patrón es algo que como seres humanos regularmente repetimos. Cuando ya no podemos resolver por nuestra cuenta algo, si la sensatez aún nos alcanza, es que entonces bajamos la guardia de nuestro absolutismo y entendemos que Dios es el que tiene el control absoluto. Nosotros no. De ninguna manera.

Sin duda hay circunstancias repentinas que nos mueven el tapete porque nos superan, como enfermedades, desempleo o muerte de familiares o amigos. Sin embargo, hay algo más con lo que batallamos como seres humanos: no poder tener control sobre el futuro. Y ahora que aquí en México estamos a punto de elegir presidente, hay una ola de miedo al futuro que nos espera. Para algunos es un miedo injustificado, para otros un miedo razonable. El asunto es que aparece y nos mueve el tapete, igual o peor, que ese otro tipo de circunstancias repentinas que mencionamos. 

Hay una caricatura que recientemente se distribuyó en las redes sociales, en donde aparece uno de los candidatos ofreciendo entrar a una puerta, y detrás de esa puerta hay un precipicio. No hay mayor realidad que ésta. Para todo ser humano así es el futuro, incierto, y al ser incierto, esto nos hace pensar en la posibilidad de estar al borde del abismo. 

Cuando el miedo nos atormente porque pensamos que nuestra estructura financiera se nos quiebra, debemos recordar que, “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Nuestra provisión no depende de qué candidato gane, “todas las cosas nos ayudan a bien”, ya nos ha tocado tener al frente presidentes que resulta difícil confiar en ellos, y aquí seguimos. A la luz del evangelio debemos entender que en Cristo, estamos a salvo, independientemente de lo que nos toque vivir; nada nos puede intimidar, porque “nada nos podrá separar de Su amor”. 

Otra frase bíblica que podríamos recordar es la de, “Buscad primera mente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás os será añadido”. Aquí podemos recordar que, cuando dejamos que el Reino de Dios sea la cosmovisión que defina nuestras vidas, entonces le daremos la justa dimensión a los “reinos mortales” que gobiernan un país, porque entenderemos claramente la supremacía de Cristo con respecto a nuestros gobernantes. 

Nuevamente los invito a poner nuestra mirada en Cristo, no en ningún hombre, no hay líder político por más popular, carismático, brillante o inteligente que se vea, en el cual podamos depositar nuestra confianza. Solo en Cristo. Él es digno de toda nuestra confianza.

“Te amo, Señor; tú eres mi fuerza. El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro.” Salmo 18:1-2 NTV

Davo Guzmán

21 junio 2018

Pueblo, canto y esperanza

1
Canta el hombre en la mañana
cuando nace el nuevo sol
cuando cae la lluvia buena
que bendice a su tierra
que siembra con amor

2
Canta la madre en madrugada
enamorada de su grey
y prepara su alimento
a base de tortilla de frijoles y amor

coro
Donde hay amor
ahí se muda la esperanza
y no importa la noche
te abraza y convence
que habrá un nuevo sol

3
Canta, canta y no te calles
que resuene tu canción
que retumbe en los palacios
de los reyes del mundo
y se vuelvan a Dios

4
Pueblo canto y esperanza
de mi tierra en que nací
armonía de mi gente
de la vida en poesía
esperanza de vivir

coro
Donde hay amor
ahí se muda la esperanza
y no importa la noche
te abraza y convence
que habrá un nuevo sol

5
Pueblo canta y no desmayes
que se oiga tu clamor
el poder de tu palabra
que no hay fuerza en este mundo
que detenga tu voz


autor: Valdemar Villarreal



19 junio 2018

Mi responsabilidad

Mi vida...y mi felicidad son mi responsabilidad..

Puede que en el pasado la inconsciencia, la rabia, el miedo que vivía en el corazón de alguien en quien confiaba haya generado sufrimiento en el mío.

Puede que me hayan ocurrido heridas tan intensas
que hayan fracturado mi corazón y borrado la sonrisa de mi rostro.

Y puede que aún esté esperando...
Una palabra, una acción, un gesto, un perdóname de aquellos que siento responsables,
incluso revancha, un castigo para los que siento culpables.

Y puede que me niegue a continuar viviendo si esto no ocurre..
Si la vida no me da mi "revancha".."si esa persona no cambia".."si no se arrepiente".

El hecho es este...
Esa persona podría cambiar o podría no hacerlo nunca,
podría arrepentirse, o podría no hacerlo nunca,
podría darse cuenta o no hacerlo.
Porque su vida y decisiones no dependen de mí ni de lo yo quiera
porque su vida y su aprendizaje no me pertenecen.

Sin embargo..
Mi corazón, mi vida, mi felicidad,
El buscar sanarme, el reconstruirme..
El aprender a amarme
El darme permiso de soltar las cargas del resentimiento
y decidir ser libre otra vez
dependen única y exclusivamente de mi.

Tal vez antes no lo sabía, no podía, no tenía la fortaleza,
me sentía atado, esclavo de lo que pasó.
Pero hoy...
Asumo mi existencia.
Tomo responsabilidad por ella.
Tomo responsabilidad por mi.
No soy más una víctima.
Soy libre de crear la vida que merezco,
de volver a sentir la felicidad que merezco,
de volver a ser el amor que siempre fui.

“...Mi vida es mi responsabilidad es un honor vivirla en libertad...”

12 junio 2018

La falsa pregunta por qué

Carmen acaba de salir del médico, le han diagnosticado una enfermedad grave, le han explicado las opciones, que apenas ha podido entender, porque está en estado de shock. La pregunta que se repite sin cesar en su cabeza es “¿por qué a mí?”.

Alberto entra en el parking del centro de la ciudad, tiene una reunión importante y llega con el tiempo justo, últimamente parece que las manecillas del reloj avanzan a toda velocidad, está estresado y agotado. Ve una plaza y aparca, según pone el intermitente y comienza la maniobra de aparcamiento, otro conductor abre la ventanilla y le grita y le insulta, acusándole de haberle ‘robado’ la plaza. Alberto, se siente herido e injustamente humillado en público; no sabe porqué le ocurren ese tipo de cosas, no es la primera vez, y se pregunta “¿por qué a mí?”.

Lourdes está planchando mientras los pequeños juegan, ha tenido una dura jornada de trabajo por la mañana, y el trabajo en casa se amontona. De repente, las voces de juego suben de nivel y cambian de tono hacia la rabia. Pelea de hermanos. Los deja un rato, esperando que ellos sepan resolver el conflicto. Pero de repente un fuerte golpe y un llanto de auxilio la asusta. Deja la plancha y va corriendo a ver qué pasa. Parece que uno de los dos se ha caído o golpeado. Vuelve al cabo de un rato, no ha sido nada, sólo un susto del más pequeño, que en la pelea se ha caído, no se ha hecho daño pero la tensión de la madre sube; el padre no llegará de trabajar hasta tarde hoy y no tiene ayuda con la casa ni los niños. Vuelve a su tarea, y ve con horror que con el susto se ha dejado la plancha sobre sus vaqueros favoritos y están completamente quemados. Se exaspera, y se pregunta “¿por qué a mí, Dios mío, por qué a mí?”.

Creo que este tipo de situaciones, y la pregunta nos es conocida. Probablemente no haya ninguna persona que no se la haya planteado alguna vez. Sin embargo, ¿qué significa realmente esa pregunta?, ¿queremos realmente saber el porqué o se trata, más bien, de una queja? Evidentemente, se trata de una queja, de una protesta. Es un “yo no me merezco esto”. Estamos considerando que la vida nos ‘castiga’, como si hubiera una especie de árbitro sádico que está deseando que estemos aún más estresados y agotados.

Probablemente este tipo de interpretación de la vida está condicionada desde muy temprano. Si eres bueno te premian, si eres malo te castigan. Si te portas bien los Reyes Magos te traen regalos, si te portas mal te amenazan con que te están viendo y no te van a traer nada: lo que, lógicamente, aparte de la mentira de los ‘Reyes’ es una mentira añadida enorme y un intento absurdo de manipulación, porque te portes como te portes, te van a traer regalos, por lo que los niños aprenden: “da igual lo que haga, al final siempre consigo lo que quiero”. Ya que les mentimos con los Reyes, podríamos separar los regalos de ninguna relación causa-efecto con su conducta.

Recuerdo en una ocasión cuando en Reyes a mis padres se les ocurrió gastarme una broma, y junto con los regalos pusieron un trozo de carbón dulce. La desolación que sentí fue absoluta, no paraba de llorar, por más que me explicaban que era dulce, y que era una broma de los Reyes, yo creía que era un castigo (porque era lo que me habían contado años anteriores), y no paraba de preguntarme “¿por qué me han traído carbón a mí?” No paraba de llorar desconsolada diciendo que yo era una niña buena (y realmente lo era). Ninguna explicación me servía porque, además, ninguna explicación era cierta. Supongo que mis padres se quedaron también desolados con mi reacción que no se habían imaginado ni remotamente, pero siempre he reflexionado, con esta anécdota, el poder tan enorme que tienen nuestras creencias en nuestras emociones. Si yo lloraba desconsoladamente era porque creía, ciegamente, que eran los Reyes quienes me habían dejado, junto con los juguetes el carbón, era evidente que habían venido, porque se habían bebido la leche y se habían comido las galletas. Pero si yo no hubiera creído en esa historia, me habría comido el carbón y la emoción hubiera sido muy diferente.

Así que, día a día, repetición tras repetición, ese aprendizaje en los primeros años de la vida, probablemente va insertando en nosotros una idea de relaciones causas-efectos ilógicas y sin sentido, y una idea de que estamos siendo premiados y castigados constantemente… Y, lógicamente, cuando en la vida nos encontramos con un trocito de carbón, nos preguntamos “¿por qué a mí?, ¡Dios mío! ¿por qué a mí?”

Si hubiera un verdadero y sincero interés científico en nuestra pregunta, indagaríamos de verdad el porqué, y seguramente nos llevaría a nuestro propio interior, a nuestra propia conducta. Podemos replantear las preguntas ‘por qué’ de otra forma, para que nos ayude un poco más: En el caso de Carmen: “¿He hecho algo en mi cuidado personal de dieta o ejercicio que haya facilitado que aparezca esta enfermedad? ¿Ha habido algunos factores coadyuvantes a su desarrollo? Independientemente de lo que el o la médico me digan, ¿puedo encontrar información fiable? ¿puedo hacer algo ahora, puedo cambiar algún hábito para ayudar a recuperar mi salud?” En el caso de Alberto: si con frecuencia me encuentro con este tipo de situaciones, “¿hay algo en mi conducta que pueda funcionar como disparador, como activador de esa agresividad ajena? ¿reprimo yo mi propia agresividad? ¿me percibo como víctima? ¿podría ser posible que otra persona me diga algo agresivamente y yo no me vea afectado emocionalmente? ¿cómo me sentiría entonces? ¿sería libre?” Y, finalmente, en el caso de Lourdes: “¿estoy cargando mi jornada con un exceso de trabajo? ¿Hay cosas que podría ‘podar’ y dejar de verlas como imprescindibles, para tener menos agotamiento? ¿Necesito realmente planchar los vaqueros? No ha habido ningún incendio con mi descuido, ¿son tan importantes los pantalones? ¿cuánto tiempo me voy a acordar de ellos, de esta anécdota? ¿puedo quemar los pantalones y reírme en lugar de sentirme víctima?”

Cada situación puede requerir una indagación diferente, pero la actitud será la misma, la de enfrentarnos con la situación con auténtica y genuina sinceridad y deseo de descubrir la Verdad. Con el deseo firme de avanzar hacia una mente más serena y una vida más plena. Incluso cuando el pedazo de carbón que la vida nos deje sea muy grande, puede haber una indagación sincera y auténtica que nos permita avanzar, con dificultades probablemente, pero avanzar. Quizá nos quejemos primero, quizá nos sintamos víctimas primero, pero quizá luego podemos pararnos y cambiar la forma de hacer la pregunta.

La pregunta “¿por qué?” puede parecer la misma, la mente, abierta o cerrada, que pregunta, es la que cambia. Preguntemos con la mente y el corazón abiertos, de esa apertura surgirá el descubrimiento liberador.

Yolanda Calvo Gómez


05 junio 2018

Un amor tan intenso como el sol de verano

No busques amor o trates de hacer que otros te amen.

Simplemente sé lo que buscas y date a ti mismo lo que anhelas que te den. Sé más amoroso, abre grande tu corazón, sin expectativas, sin necesitar algo a cambio. ¿Te lastimarán? ¿Desperdiciarás tu amor? ¿Parecerás un tonto? Sigue abriéndote y abriéndote de todos modos. Tu corazón necesita romperse algunas veces, para poder dar más amor, y al darlo, recibir. En sus roturas, la compasión se enraíza.

Aún puedes decir no. Aún puedes dibujar, redibujar o borrar los límites en el camino. Aún puedes irte, o quedarte, o nunca más volver, o volver. Pero primero te estás amando a ti mismo/a. Y a través de ese amor, amando un mundo. Sin esperar ya más a que otros te salven, o te completen, o eliminen tu dolor, y tampoco negando ya más el amor que al final, solo puedes dártelo tu mismo/a.
Ya no proteges un corazón roto tratando de cerrarlo.
Y tampoco eres un masoquista, deshonrando tus propios límites para encontrar un amor que nunca podrías encontrar fuera de tu propio corazón. Otros te decepcionarán hasta que te des cuenta de esto. El amor ve a otros como son.

El sol ha brindado su luz libremente por billones de años, deleitándose en la vida que ha traído a todos los seres; un alegre guerrero, que tiene una relación, primero y ante todo, con su propio brillo.

Jeff Foster