Como ya nos retirábamos del lugar subimos a la camioneta, y ya estando en ella, a solas, le hice ver cómo gracias a Dios no le habían atropellado, a lo que él comentó –a que no, gracias a mis piernas, porque soy rápido– Cuando vi su desafiante respuesta fue inevitable iniciar una serie de preguntas para llevarlo a meditar el porqué dije, gracias a Dios.
Yo: ¿Porqué crees que eres rápido?
Él: Porque mis piernas son fuertes
Yo: ¿Y porqué son fuertes?
Él: : Porque como muy bien
Yo: ¿Y porqué comes bien?
Él: Porque mi mamá me alimenta
Yo: ¿Y cómo es que tu mamá tiene comida para alimentarte?
Él: Porque tienes trabajo
Yo: ¿Y cómo le hago para obtener el trabajo...? ... fue aquí donde a su corta edad (en ese tiempo el tenía 3 años) ya no supo qué contestar, entonces replicó –está bien papá, está bien, ya entendí.. gracias a Dios
Es increíble cómo ese patrón es algo que como seres humanos regularmente repetimos. Cuando ya no podemos resolver por nuestra cuenta algo, si la sensatez aún nos alcanza, es que entonces bajamos la guardia de nuestro absolutismo y entendemos que Dios es el que tiene el control absoluto. Nosotros no. De ninguna manera.
Sin duda hay circunstancias repentinas que nos mueven el tapete porque nos superan, como enfermedades, desempleo o muerte de familiares o amigos. Sin embargo, hay algo más con lo que batallamos como seres humanos: no poder tener control sobre el futuro. Y ahora que aquí en México estamos a punto de elegir presidente, hay una ola de miedo al futuro que nos espera. Para algunos es un miedo injustificado, para otros un miedo razonable. El asunto es que aparece y nos mueve el tapete, igual o peor, que ese otro tipo de circunstancias repentinas que mencionamos.
Hay una caricatura que recientemente se distribuyó en las redes sociales, en donde aparece uno de los candidatos ofreciendo entrar a una puerta, y detrás de esa puerta hay un precipicio. No hay mayor realidad que ésta. Para todo ser humano así es el futuro, incierto, y al ser incierto, esto nos hace pensar en la posibilidad de estar al borde del abismo.
Cuando el miedo nos atormente porque pensamos que nuestra estructura financiera se nos quiebra, debemos recordar que, “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Nuestra provisión no depende de qué candidato gane, “todas las cosas nos ayudan a bien”, ya nos ha tocado tener al frente presidentes que resulta difícil confiar en ellos, y aquí seguimos. A la luz del evangelio debemos entender que en Cristo, estamos a salvo, independientemente de lo que nos toque vivir; nada nos puede intimidar, porque “nada nos podrá separar de Su amor”.
Otra frase bíblica que podríamos recordar es la de, “Buscad primera mente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás os será añadido”. Aquí podemos recordar que, cuando dejamos que el Reino de Dios sea la cosmovisión que defina nuestras vidas, entonces le daremos la justa dimensión a los “reinos mortales” que gobiernan un país, porque entenderemos claramente la supremacía de Cristo con respecto a nuestros gobernantes.
Nuevamente los invito a poner nuestra mirada en Cristo, no en ningún hombre, no hay líder político por más popular, carismático, brillante o inteligente que se vea, en el cual podamos depositar nuestra confianza. Solo en Cristo. Él es digno de toda nuestra confianza.
“Te amo, Señor; tú eres mi fuerza. El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro.” Salmo 18:1-2 NTV
No hay comentarios.:
Publicar un comentario