Una serendipia es ...

Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.

31 julio 2018

Recibe quien sabe dar

Un grupo de cincuenta personas que asistían a un seminario fueron invitados a media reunión, por el facilitador, a realizar un ejercicio para lo cual entregó a cada uno de ellos un globo y un marcador con la instrucción de escribir su respectivo nombre sobre este.

Una vez completada la tarea, se recogieron los globos y se mezclaron con otros que habían en una sala contigua. Los participantes fueron llevados a la sala y se les solicitó recuperar su respectivo globo en un tiempo máximo de cinco minutos.

Al cabo de unos minutos todos seguían buscando sin éxito el globo con su respectivo nombre. No paraban de empujarse mutuamente y chocar en su frenética búsqueda. Era un caso total.

Cuando se venció el límite de tiempo, nadie había podido recuperar su globo.
La decepción de los participantes era visible, algo había salido mal. Entonces, indicaron a los participantes que buscaron un globo con cualquier nombre y que procedieron a entregarlo a la persona cuyo nombre había sido escrito sobre él.

En cabo de un par de minutos todos habían recuperados sus respectivos globos merced al trabajo en equipo.



Es claro que el ejercicio mostró como un espejo la cotidianidad de la competencia y el individualismo que caracteriza la mayoría de nuestros intercambios en la sociedad y cultura actuales. Cuando nos ocupamos solo de nuestros asuntos tácitamente nos desentendemos de los problemas y necesidades de otras personas, tanto cercanas como lejanas.

Es cierto que en el liderazgo alguien recibe o tiene la visión, pero si no la comparten y empoderan a otros para que la hagan suya nunca se cumplirá. Se trate de un pequeño negocio o una gran empresa, una institución secular o religiosa, lucrativa o no lucrativa, ninguna visión se cumple hasta que todos sean partes aportando su semilla de esfuerzo y pensamiento al proceso.

El mito de que los hombres y las mujeres tienen éxito o alcanzan determinados logros solo por si mismos ha sembrado los intercambios humanos de expectativas irreales e inválidas. Nadie llega a ninguna parte solo. Todos necesitamos de los demás. Es esta interdependencia la que nos hace humanos y nos obliga a relacionarnos y colaborar con otras personas.

En términos de productividad en cualquier área de la vida, dar generosa y extravagantemente a otros produce hasta diez veces mejores resultados, que seguir la ruta solitaria y egoísta que nos vende la cultura contemporánea. Somos la suma de muchos esfuerzos cooperativos, y el éxito que se comparte es el único duradero y que no deja almas vacías y secas.

Cuanto más damos, más recibimos. El verdadero éxito se construye dando, no recibiendo. Cuando damos experimentaremos la más satisfactoria recompensa que este mundo puede dar.

La desconfianza es cultivada diariamente por la sociedad y la cultura y las decepciones personales contribuyen a avivar ese fuego que consume nuestras relaciones. Es también el obstáculo número uno para dar generosamente, para edificar a otros, para invertir en el desarrollo de gente en nuestro entorno. Pero el precio de no arriesgarse es más alto aún, y puede condenarnos a vivir sumidos en el fracaso y la desesperación. Dar sana nuestra alma, y nos ayuda a desarrollar el carácter para el liderazgo exitoso.


30 julio 2018

Cuando el amor te abre por completo

El amor no siempre se siente como algo fiable porque el amor es potencial puro y presencia pura, y en la presencia pura cada sentimiento e impulso es bienvenido, sin importar lo suave o lo doloroso que sea, sin importar lo inconveniente o lo feroz que resulte.

Así que cuando permites que alguien más te importe y cuando te permites importarle a alguien más sin dejarte gobernar por el temor, tu corazón no tendrá más remedio que romperse en la inmensidad del amor y no serás capaz de controlar los resultados, y es por eso que el ego no puede amar.

Seguro, inseguro. Feliz, triste. Con certeza, sin certeza. Asustado, valiente. Digno, indigno, y todo lo que hay en el medio. Hay demasiada vida ahora tratando de saturarte, y apenas eres capaz de contener todo eso. Estás rebosante de vida, penetrado por la vida, preñado de vida.

Te mintieron con respecto al amor, ya ves, te dijeron que supuestamente debería sentirse siempre bien y confortable y feliz, te dijeron que era algo que alguien más te daría, que era algo que debías ganarte, o merecerte, te dijeron que todo era mariposas en el estómago y ángeles y luz, pero en realidad siempre se trató de ti, desnudo, en carne viva, completamente vivo, destrozado, entero, vulnerable, tembloroso pero real, inhalando un cosmos, exhalando euforia y oscuridad y el dolor y la alegría de la humanidad, y a veces no sabiendo qué diablos estabas haciendo o cómo es que todavía seguías vivo.

Bueno. Respira. Todo se está desarrollando maravillosamente, aquí. El amor no sólo es ganancia, también es pérdida. Los seres amados morirán y se desvanecerán, pero el amor no. Ella, el amor, simplemente hará que te eleves, ya verás, y que caigas otra vez, y hará que te preguntes si serás capaz de elevarte de nuevo. Ella te abrirá y te cerrará y te quebrará y humillará y se reirá de tus infantiles fantasías acerca del amor.

Pero todo esto es natural, y todo es para ti. Llegarás al punto de partida en poco tiempo, de vuelta a ti mismo, al Origen. Siempre estuviste buscando tu propio Corazón, y su multitud de reflejos.

El amor es aquí. El amor siempre es aquí. En algún punto entre la euforia y la oscuridad ella te encontró. Y justamente el terreno en el que estás parado es bendito, y estás a salvo una vez más.

Así que llora, ríe, tiembla, vomita, duda del suelo; jamás serás abandonado por el Corazón.

Jeff Foster


28 julio 2018

Parábola río y desierto

Se dice que un río, después de haber recorrido un trayecto de montes y campos, llegó a las arenas de un desierto y, de la misma forma que había intentado cruzar otros obstáculos que había hallado en el camino, empezó a atravesarlo. Pero sucedió que se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en la arena tan pronto entraba en ella. Aun así, estaba convencido de que su destino era cruzar el desierto, pero no hallaba la forma de hacerlo. 

Entonces oyó una voz que decía: 
– El viento cruza el desierto y también lo puede hacer el río. 
– Pero el viento puede volar y yo no. Soy absorbido por las arenas. 
– Si te lanzas con violencia como has hecho hasta ahora -continuó la voz- no conseguirás cruzarlo. Desaparecerás o te convertirás en pantano. Debes dejar que el viento te lleve a tu destino. 
– Pero ¿cómo es posible esto? 
– Debes consentir ser absorbido por el viento. Esta idea no era aceptable para el río. Él nunca antes había sido absorbido y no quería perder su individualidad. 
– ¿Cómo puedo saber con certeza si una vez perdida mi forma, la podré volver a recuperar? 
– El viento cumple su función. Eleva el agua, la transporta a su destino y la deja caer en forma de lluvia. El agua vuelve nuevamente al río. 
– Pero ¿no puedo seguir siendo siempre el mismo río que soy ahora? 
– Tú no puedes, en ningún caso, permanecer siempre así -continuó la voz-. Tu esencia es transportada y forma un nuevo río. El río no lo veía claro, pero tampoco quería ser pantano o desaparecer. 
Así es que, en un acto de confianza, elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, quien, gentil y fácilmente, lo elevó hacia arriba y lejos, volviendo a dejarlo caer en la cima de una montaña, muchos kilómetros más allá. 

El río sorprendido, al fin entendió: 
– Mi esencia es el agua, sea en el estado que sea. La transformación me ha permitido continuar siendo el mismo. Si no me hubiera transformado, me hubiera perdido. 

Todos, como el río, debemos aceptar que es preciso cambiar y transformarnos para proteger y mantener nuestra esencia.



27 julio 2018

Acaríciame por favor

El 80% de los problemas más comunes de ira, tristeza, depresión, soledad y pereza... se resolverían si tan solo pidiéramos caricias.

Vivimos en una sociedad dónde una persona que pide amor, es vista como inadaptada, deficiente o discapacitada. Fuimos enseñados a no pedir... fuimos enseñados a incomodarnos con la tristeza y la inestabilidad emocional de los otros... Queremos que no lloren, que no sufran, que no se enojen, que no se desmoronen... no por ellos en realidad, sino por nosotros... no somos capaces de ver el reflejo de nuestro propio sufrimiento en otros.

> Una simple petición: "Te quiero ver" - "Regálame un café" - "Ora por mi" - "¿Me puedes abrazar?" - "¿Puedo platicar contigo?" - "Enséñame" - "¿Me puedes ayudar?"...
> Una simple respuesta: "Te extraño amigo" - "Vamos a tomar un café el martes en la noche" - "Gracias por estar para mi" - "Aquí estaré para ti" - "Te ves impresionante con ese vestido" - "Te amo" - "Me he acordado de ti" - "Llora todo lo que quieras, te escucho"...
"Una bomba que destruye hace más ruido que un millón de caricias... pero construye más el silencio de un millón de caricias." - Claude Steiner

Misael Escorcia


25 julio 2018

Los milagros no tienen el idioma humano

Los milagros no tienen el idioma humano, suceden en medio de tal vez lo inentendible,
Un milagro no necesita ser explicado, más bien espera ser agradecido y disfrutado
Los milagros suceden, siempre, a cada momento los milagros suceden, pero a veces no nos damos cuenta porque nos distrae la necesidad de otras cosas, pero hay quienes no les importa nada solo disfrutar el milagro.

En nuestros andares por los hospitales, hace tiempo conocí el caso de David, un niño que tenía muchos problemas de salud, un niño de escasos 3 años y ya con un sin fin de intervenciones quirúrgicas, con traqueostomía, sonda para darle de comer, había muy poca esperanza, su cuerpo se veía muy débil.  Siempre que íbamos a visitarlo a su lado estaba la mujer que lo fortalecía día a día, que no le importaban días sin comer, cansancio, sueño, lo que se veía que sí le importaba era la vida de su hijo.  Su madre reflejaba en su rostro las huellas de tantas batallas, las noches en vela, el hambre, pero sobre todo el brillo de la esperanza en sus ojos.

Hace poco más de dos semanas, David fue dado de alta, lo que parecía imposible, para Dios fue posible.  Cuando nos dieron la noticia la alegría no cabía en mi alma, le dimos regalos, jugamos con él... pero había algo más que aprender.  Salieron del hospital, David con su papá y mamá, sin ningún tubo en el cuerpo, ella iba feliz, tanto que no le importó que sus zapatos poco servían, que sus pies iban a reventar de lo hinchados, que no tenían en qué irse a su casa, pero ella iba disfrutando el milagro.  No paraba de decir GRACIAS!

Yo había corrido para alcanzarlos y darle otro abrazo a mi gran maestro David, me quedé contemplándolos de lejos, disfrutando su alegría y a la vez dándole gracias a Dios por el milagro y por la gran lección que estaba presenciando.  Les pregunté que como se iban a ir y me dijeron que caminando y después en camión, les pedí de favor que me dejaran ser parte de esto y me dejaran pagarles un taxi y con una sonrisa aceptaron y se fueron en el taxi que les pedí.  

Aprendí, sé que tienen muchas necesidades más, materiales, etc.  Pero no les importaba, ellos estaban agradeciendo el milagro que en ese momento estaba sucediendo.  Como me dijo la mamá de David, lo demás ya se arreglará.

Alrededor de nosotros están sucediendo milagros constantemente, tal vez no el que pides, pero seguramente sí el que necesitas.   La vida es uno de ellos, porque mientras haya vida, siempre queda la esperanza de que lo mejor está por venir.

Seamos agradecidos y disfrutemos lo que tenemos, en lugar de pasártela quejando por lo que no tienes.

Gracias por tenerme la paciencia ... los quiero mucho y agradezco cada una de sus oraciones y buenos deseos, los achaques ahí están, pero cada vez siento que vamos mejor, el cáncer no es más importante que mi vida. 

Sonrían más y quéjense menos que lo mejor está por venir, y abran los ojos y disfruten los milagros que están sucediendo en su vida, lo demás ya vendrá.

Héctor Molina


23 julio 2018

El hipopotamo y la tortuga

Un bebé hipopótamo que sobrevivió un tsunami que se produjo en la costa de Kenya estableció una conexión muy fuerte con una tortuga centenaria gigante en la ciudad portuaria de Mombasa.

El hipopótamo apodado Owen que pesa cerca de 300 kilogramos (650 libras) fue barrido por el río Sabaki hacia el Océano Indico, y después fue forzado de nuevo a la orilla cuando las ondas del Tsunami llegaron a la costa de Kenya un 26 de Diciembre antes de ser rescatado por los guardabosques.

El hipopótamo que perdió a su madre durante el desastre, se traumatizó por lo que tuvo que buscar una madre sustituta mediante una tortuga de cien años que parece muy feliz con ser "madre".

Nadan, comen y duermen juntos. El ecologista Paul Lahumbu que está a cargo del parque Lafarge donde viven estos animales de especies opuestas declara que "el hipopótamo sigue a la tortuga exactamente de la manera que seguiría a una madre de su propia especie. Si alguien se acerca a la tortuga el hipopótamo llega a ser agresivo, como si la protegiera. Biológicamente, el hipopótamo es un bebe, son animales sociales que pueden permanecer con sus mamás hasta por cuatro años."



Hay dos conceptos opuestos que esta historia real pone sobre la mesa de discusión: tolerancia y amor al prójimo. No falta quien en estos días insista como parte de su agenda política en citar ambos como si fueran lo mismo. Bajo la bandera de la tolerancia se nos pide que aceptemos las diferencias de todas las personas y con ello también sus valores aunque sean opuestos a nuestras creencias espirituales más profundas.

Bajo la bandera de la tolerancia se llama intolerantes a quienes expresan sus creencias espirituales por resultar estas ofensivas o "discriminatorias" para los que no las comparten. Owen encontró cuidado y amor en una especie distinta a la suya, pero eso no puede ser confundido con tolerancia. Cada animal se reproduce de acuerdo a su especie excepto en situaciones extraordinarias como las de la historia.

Como seres humanos podemos expresar amor y prestar auxilio a cualquier persona, compartamos o no sus creencias, pero no se puede obligar a quien ama o presta auxilio a renunciar a lo que cree cuando ama o ayuda al prójimo quienquiera que este sea. Esto es lo impactante de los tiempos en que vivimos.

Bajo la bandera de la tolerancia, una minoría cuyas preferencias sexuales difieren de la mayoría va ganando poder legal para silenciar a los que sin perseguirlos no comparten su nueva definición del matrimonio. En una sociedad libre y democrática todos tenemos derecho a expresar nuestras creencias sin censura, sin ser penalizados o perseguidos

Dios nos manda amar y no a juzgar. Dios nos pide que seamos obedientes y creamos. Un verdadero seguidor de Cristo debe amar a todos, pero nunca al precio de renunciar a lo que cree profundamente. Como el hipopótamo y la tortuga, amemos incondicionalmente, sin renunciar a lo que somos, porque nuestro amor se sustenta en lo que creemos

Hay muchas presiones en nuestro entorno. No tenemos que estar de acuerdo con lo que otros hacen para amarlos. Porque la fuente de nuestro amor no juzga. Es tiempo de ser congruentes y radicales en un amor basado en nuestras creencias más firmes. 



12 julio 2018

Benditos

Benditos sean los que tienden la mano para ayudar, los que intentan comprender, los que anhelan compartir.

Benditos sean lo que para dar su opinión... no necesitan subirse a ningún podio, los que se hacen tiempo para escuchar y los que saben que siempre hay algo por aprender.

Benditos sean aquellos que tratan de pulir y de borrar sus mezquindades y no simplemente de ocultarlas.

Benditos sean los buenos amigos y el culto a la amistad.

Benditos sean los que llenan las noches de filosofía, los que riegan los caminos hacia la utopía con batallas épicas y los que a cada historia de amor la cargan de locuras.

Benditos sean los que disfrutan del sol y de la luna, del cielo abierto y de la noche cerrada, de escalar la montaña y de zambullirse en el mar.

Benditos sean los que pueden eludir la costra y ver la esencia, los que pueden gozar de la poesía que tiene este mundo maravilloso.

Benditos sean los que no abandonan sus principios ni sus raíces, pero que no se cierran a los cambios ni renuncian a intentar volar.

Benditos sean los que sueñan despiertos, sobre todo si sueñan mejorar el mundo que los rodea, y benditos los que del sueño saltan a la acción.

Benditos los que leen lo que otros escriben, los que escuchan atentamente a quienes tienen necesidad de hablar y los que pierden, a conciencia, para que gane un ser querido.

Benditos sean los que odian el egoísmo, el dolor, y la apatía ante la injusticia.

Benditos sean los que creen que nunca se llega al ideal pero luchan con pasión infatigable por sus ideales.

Benditos sean los que entienden que el amanecer en la playa, el pan recién horneado, la música y las caricias son partes de una fiesta que merecemos todos.

Benditos sean los que piden perdón, los que dicen gracias y los que no se olvidan de decir por favor.

Benditos sean los que aspiran que el mundo tenga lugar suficiente tanto para la hormiga laboriosa como para la cigarra, con su tan necesario arte.

Benditos sean los que quieren abolir las quejas, los que quieren que asciendan mucho los de abajo y desciendan un poco los de arriba, benditos los que quieren que la muerte muera.

Benditos sean los que no subsisten sollozando, mientras esperan el milagro, sino que se proponen forjar algo milagroso.

Benditos sean los que se arriesgan por las causas perdidas, por conquistar corazones y por el bien de los amigos.

Benditos sean los que se arriesgan a mostrar sus sentimientos.

Benditos sean los que se arriesgan.

Benditos sean los que aman la vida.

Benditos sean todos los lugares donde hemos estado, los lugares donde quiero llevarte, los lugares donde estaremos juntos.

Bendito sea el camino que me llevó a conocer tu sonrisa, puerta de tu alma.

Benditos sean tus ojos, porque es bueno que lo sepas, aun en la soledad más profunda me acompaña tu mirada.

Autor desconocido


09 julio 2018

Ikigai, un motivo para existir

Según los japoneses, todo el mundo tiene un ikigai, *un motivo para existir*. Algunos lo han encontrado y son conscientes de su ikigai; otros lo llevan dentro, pero todavía lo están buscando. Este es uno de los secretos para una vida larga, joven y feliz como la que llevan los habitantes de Okinawa, la isla con la población más longeva del mundo.

*11 leyes del ikigai*

1. *Mantente siempre activo, nunca te retires*.
Quien abandona las cosas que ama y sabe hacer, pierde el sentido de su vida. Por eso, incluso después de haber terminado la vida laboral «oficial», es importante seguir haciendo cosas de valor, avanzando, aportando belleza o utilidad a los demás, ayudando y dando forma a nuestro pequeño mundo.

2. *Tómatelo con calma*
Las prisas son inversamente proporcionales a la calidad de vida. Como dice un viejo proverbio: «Caminando despacio se llega lejos». Cuando dejamos atrás las urgencias, el tiempo y la vida adquieren un nuevo significado.

3. *No comas hasta llenarte*.
También en la alimentación para una vida larga, «menos es más». Según la ley del 80%, para preservar la salud mucho tiempo, en lugar de atiborrarse hay que comer un poco menos del hambre que tenemos.

4. *Rodéate de buenos amigos*.
Son el mejor elixir para disolver las preocupaciones con una buena charla, contar y escuchar anécdotas que aligeren la existencia, pedir consejo, divertirnos juntos, compartir, soñar... En suma, vivir.

5. *Ponte en forma para tu próximo cumpleaños*.
El agua se mueve, fluye fresca y no se estanca. Del mismo modo, tu vehículo para la vida necesita un poco de mantenimiento diario para que pueda durar muchos años. *Además, el ejercicio segrega las hormonas de la felicidad*.

6. *Sonríe*.
Una actitud afable hace amigos y relaja a la propia persona. Está bien darse cuenta de las cosas que están mal, pero no hay que olvidar el privilegio de estar aquí y ahora en este mundo lleno de posibilidades.

7. *Reconecta con la naturaleza*.
Aunque la mayoría de seres humanos vivan en ciudades, estamos hechos para fundirnos con la naturaleza. Necesitamos regularmente volver a ella para cargar las pilas del alma.

8. *Da las gracias*.
A la Vida, a tus antepasados, a la naturaleza que te provee aire y alimento, a tus compañeros de vida, a todo lo que ilumina tu día a día y te hace sentir dichoso de estar vivo. Dedica un momento del día a dar las gracias y aumentarás tu caudal de felicidad.

9. *Vive el momento*.
Deja de lamentarte por el pasado y de temer el futuro. Todo lo que tienes es el día de hoy. Dale el mejor uso posible para que merezca ser recordado.

10. Disfruta de tu musica preferida, la musica activa tus sentidos mas que cualquer actividad.

11. *Sigue tu ikigai*.
Dentro de ti hay una pasión, un talento único que da sentido a tus días y te empuja a dar lo mejor de ti mismo hasta el final. Si no lo has encontrado aún, *tu próxima misión será encontrarlo!* 
¡Mucha suerte!


06 julio 2018

Las relaciones más sanas son honestas

Las relaciones más sanas son aquellas que son honestas, las que se basan en la Presencia, en vez de en la fantasía o falsas esperanzas. Y las que poseen un profundo compromiso con la verdad.
Donde dos almas pueden compartir y manifestar sus seres auténticos, en tiempo real con el otro, revelar sus verdades más profundas (salvajes, desorganizadas, irresolutas, inacabadas y ásperas en los bordes), y continuamente dejar ir las ideas condicionantes y preconcebidas sobre cómo las cosas “deberían ser”.

La relación se renueva todo el tiempo en el crisol de la intimidad.
Puede haber rupturas, malos entendidos, intensos sentimientos de duda, enojo, miedo, ansiedad y sensación de no tener algo firme de que agarrarnos en el camino, por supuesto; pero también hay una voluntad mutua de enfrentar este desorden cuando emerge.

Ser vulnerable. Decir: “Sufro. Siento dolor. Siento una profunda tristeza” en vez de culpar al otro por mi dolor.
Decir “necesito algo de apoyo” pero no demandarlo del otro.
Compartir deseos, esperanzas, anhelos y sueños en vez de ordenar al otro que vea las cosas del mismo modo, o que colme todas mis necesidades.
Recibir su ‘No’ y su ‘Si’, incluso si eso me duele.
Permanecer en el crisol de la transformación,
Observar los dos con ojos bien abiertos la presente ruptura, sin mirar a otro lado, o aferrarnos a la forma en que las cosas “solían ser”.
Dejar que se consuman los conceptos de segunda mano sobre la felicidad.
Sentarse juntos en algunos momentos en los escombros de sueños y expectativas destrozados, de planes y esperanzas, y trabajar juntos para encontrar un lugar de reconexión, de reparación y reconstrucción.
Este es el trabajo corajudo y con frecuencia, intenso, en las relaciones.

Aún cuando tenemos que comenzar por admitir profundos sentimientos de desconexión,
Esta es una relación que está viva. Una relación que genera espacio para nuestros anhelos más profundos, nuestros miedos, dolores, pero que no espera que el otro los resuelva, o aleje mi dolor.
Una relación que pide al otro que sea un testigo, un partero/a de nuestra propia sanación, y que ofrece lo mismo a cambio.

Inspirarse el uno al otro para encontrar nuestra felicidad,
Incluso si esto significa dejar ir o “romper” la relación de la manera actual que viene siendo.
El amor contiene al otro suavemente, no se aferra ni intenta controlar al otro, solo quiere lo mejor para el otro. El amor solo quiere que ellos den un paso hacia su propio poder, que vivan la vida al máximo, encuentren su dicha más profunda, que sigan su sendero original, que aprendan a amar sus cuerpos y sus propios sentimientos profundos, y que encuentren nuevas maneras de cuidarse a sí mismos.

“Te amo y quiero que florezcas”.

Las relaciones pueden ser el nuevo yoga, sí, una aventura cada vez más profunda y de redescubrimiento de nosotros mismos y del otro,
Redescubrimiento de nosotros mismos en el espejo del otro, un continuo dejar ir y encontrarme, una danza de soledad y compañía, sin perdernos en ningún extremo sino jugando en algún sitio del medio. Algunas veces estando juntos, algunas veces alejandose.
Cercanía y espacio.
Intimidad con el otro, intimidad contigo mismo. Inhalar, exhalar.

La relación no es un lugar que alcanzar, un punto de llegada, un destino, una ‘cosa’, una historia muerta.
La relación está viva y es un punto de partida permanente, un comienzo, cada día.
Solo podemos empezar juntos, aquí, y existe alegría en este comienzo. Hay entusiasmo en el no saber. Hay vida en la continua muerte de las expectativas.
Permanecer cerca del miedo sano ante la posibilidad de pérdida.
Permanecer cerca de las cosas sin una base firme sin perdernos a nosotros mismos en ellas.
Encontrar seguridad en la incertidumbre. Encontrar una nueva base en el poder del amor en sí mismo. Quedarnos donde estamos, inhalando, exhalando.

Como dice Eckhart Tolle, las relaciones no están aquí para hacernos felices, ya que la verdadera y eterna Felicidad yace dentro de cada uno de nosotros; es esa sólida Presencia que nadie puede en última instancia darnos, o quitarnos. Estamos a salvo de todos modos. Nadie nos va a completar. Nadie nos va a salvar, o resolverá nuestras experiencias internas más profundas por nosotros. Sin embargo, nos pueden dar el presente de exponernos a nuestras heridas, a nuestro niño/a interno/a, a esos fragmentos perdidos; y de traer a la superficie los lugares dentro de nosotros que lloran a viva voz por empatía, esos hermosos huérfanos de la luz.

Y luego, ¡un riesgo! Revelar nuestros corazones en carne viva, nuestra soledad, nuestra vulnerabilidad, nuestra sensibilidad, nuestro no saber, nuestra alegría, esos secretos que nos ‘averguenzan’, a otro ser humano de este pequeño planeta azul en la vastedad del espacio.
Quitarnos la máscara y exponer el corazón sin protección, sin defensas. Arriesgarse a ser rechazado, a ser dejado solo, avergonzado o ridiculizado. Arriesgarse a repetir lo mismo que otras veces tal vez.

Pero un “riesgo” quizás aún mayor: ¡el de ser amados por lo que somos! El de ser sostenidos en la luz cegadora de la atención fascinante de otro, como un bebé es sostenido en brazos con tanta ternura por su adorable y atenta madre.
A ser encontrado/a en el momento presente, sin lugar a donde esconderse, sin ningún sitio adonde huir. Dejar entrar lo Nuevo.
Arriesgarse a perder la imagen, el falso yo, la persona construida cuidadosamente, y permitir que otro abrace esta suavidad aquí.

Esta es la posibilidad más grandiosa de una relación: Poder ver el exquisito y delicado corazón del otro y permitir que vean tu propio suave corazón. En el ver, solo puede haber sanación, transformación, gran belleza.
Podemos ser recipientes terapéuticos para nuestros hermanos y hermanas. Podemos traernos el uno al otro la medicina, el estímulo y gran compañía en estos caminos a veces solitarios de vivir antes de morir.

Y tal vez toma toda una vida en ser descubierto: Aquel que siempre has anhelado ha estado siempre bien profundo adentro tuyo.
Y al obtener ese ‘Aquel’ reflejado en otro (un compañero, un amigo, un amante, un terapeuta, un animal, un árbol, una montaña, la luna o la Vastedad del Cosmos, aunque sea solo por un momento… bueno…ya conoces entonces el Paraíso en la Tierra.

Jeff Foster


04 julio 2018

Viajar

Viajar es marcharse de casa,
es dejar los amigos 
es intentar volar 
Volar conociendo otras ramas 
recorriendo caminos 
es intentar cambiar. 

Viajar es vestirse de loco 
es decir “no me importa” 
es querer regresar. 
Regresar valorando lo poco 
saboreando una copa, 
es desear empezar. 

Viajar es sentirse poeta, 
es escribir una carta, 
es querer abrazar. 
Abrazar al llegar a una puerta 
añorando la calma 
es dejarse besar. 

Viajar es volverse mundano 
es conocer otra gente 
es volver a empezar. 
Empezar extendiendo la mano, 
aprendiendo del fuerte, 
es sentir soledad. 

Viajar es marcharse de casa, 
es vestirse de loco 
diciendo todo y nada con una postal, 
Es dormir en otra cama, 
sentir que el tiempo es corto, 
viajar es regresar.

Gabriel García Márquez