Una serendipia es ...

Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.
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04 julio 2025

Como es arriba, es abajo

Muchos creen que el intestino solo digiere alimentos. Pero un intestino inflamado puede causar depresión y enfermedades graves.

•Tu intestino está conectado a tu cerebro a través del sistema nervioso entérico, y existe una fuerte correlación entre el consumo de alimentos procesados ​​y la depresión.

•Demasiado azúcar reduce las bacterias buenas y aumenta los hongos intestinales, lo que provoca inflamación sistémica.

técnica de respiración milenaria
Respiración HOLOTROPICA: para eliminar inflamación

•Los granos contienen lectinas, una proteína que combate los insectos, y son muy irritantes para el intestino a menos que se “desactiven” con germinación, remojo o fermentación como la masa madre.

•La mayoría de los síntomas del “intestino permeable” ocurren debido a una inflamación continua que afecta las uniones celulares de los intestinos.

Esto permite que los materiales que deben eliminarse (bacterias, partículas de alimentos, toxinas) se absorban en el torrente sanguíneo y sea perjudicial.

•Kéfir, traducido significa “sentirse bien después de comer”, es una bebida fermentada que promueve más de 60 cepas de bacterias saludables.

•Otros alimentos fermentados como el kimchi, el chucrut, los encurtidos y el yogurt también ayudan a restaurar y alimentar las bacterias buenas.

•Se ha demostrado que los rayos ultravioleta del sol aumentan la diversidad del microbioma, lo que da como resultado un intestino más sano y una persona más saludable en general.

•Caminar antes y después de las comidas ayuda al proceso de digestión y colabora a equilibrar la respuesta del azúcar en la sangre a los alimentos.

•Los probióticos son las bacterias saludables que se encuentran en el intestino y se alimentan de prebióticos como fuente de combustible preferida.

•Los antibióticos matan tanto las bacterias buenas como las malas y dan como resultado un microbioma intestinal no saludable.

Si necesitas tomar uno, cuidar tu salud intestinal debe ser tu preocupación principal luego de hacerlo.

•El ayuno puede darle a tu intestino irritado la oportunidad de recuperarse del estrés diario de comer.

•Comer justo antes de acostarse aumenta la temperatura corporal durante la noche y puede interferir con el sueño profundo.

•Se ha demostrado que el polvo de cacao ayuda a promover las bacterias buenas y también está relacionado con una presión arterial más baja.

•El ejercicio regular aumenta una sustancia llamada butirato que protege la integridad de las células del colon.

•Las frutas, las patatas y la miel son fuentes de carbohidratos que son menos irritantes para el intestino y se digieren más fácilmente.

•Los aditivos alimentarios y conservantes en alimentos procesados ​​y envasados, ​​dañan la producción de bacterias buenas en el intestino.

•La carne roja, por su lado, también ha demostrado alterar el equilibrio bacteriano intestinal. Su consumo excesivo se ha relacionado con la proliferación de ciertas familias bacterianas, un desequilibrio que provoca efectos negativos para la salud. Si además hablamos de carne roja procesada, los efectos son peores si cabe.

¡¡Mucho cuidado con ellos!!

•Un intestino poco saludable puede manifestarse en afecciones de la piel, dolor en las articulaciones y, en última instancia, provocar enfermedades crónicas.

Gratitud



02 febrero 2022

Llévame a casa mi hermano

La primera foto fue tomada mientras me sometía a un tratamiento intensivo para la enfermedad neurológica de Lyme en julio del año pasado. Estaba absolutamente aterrorizado y más allá del agotamiento, pero logré esta sonrisa para la cámara.

La segunda foto fue tomada unos meses después cuando, milagrosamente, comencé a recuperarme y recuperar mi fuerza después de más de un año de luchar por mi vida.

Y siento decir esto: El hecho de que alguien logre sonreír hoy, o parezca tener una actitud positiva, o haga una pequeña broma, o te convenza de que está bien, no significa que esté bien. Estaba al borde del suicidio en el momento en que se tomó la primera foto.

Mi cerebro estaba bajo ataque y mis neurotransmisores se estaban volviendo locos. Era como vivir en una película de terror 24/7 sin salida. Ahora entiendo más profundamente que nunca por qué algunas personas se quitan la vida, como una forma de acabar con el sufrimiento y descansar para siempre. Me alegro de haber sobrevivido. Estoy muy agradecido.

Esta experiencia de estar en el interior de una enfermedad crónica me abrió por completo a una compasión más profunda por todos mis hermanos y hermanas.

No tengo idea de lo que está pasando cada uno, debajo de su fachada, su máscara, su personalidad, sus defensas brillantes, el atuendo "positivo" o "espiritual" que usan para sobrevivir.
Están tratando de sobrevivir de la única forma que saben.

Los maestros espirituales y sus estudiantes, los terapeutas y sus clientes, los sacerdotes, los filósofos, los entrenadores de vida, las autoridades mundiales, los santos y los pecadores, todos sufren.
TODOS estamos tratando de sobrevivir de la única manera que sabemos.

Seamos un poco más amables entre nosotros. Perdónenos por nuestras máscaras, nuestras torpezas, nuestros corazones cerrados, nuestras rarezas. Ir más allá de las superficies.
A veces no estamos bien,
y eso está bien.

Y como dijo Ram Dass, todos nos estamos acompañando a casa de todos modos.

-Jeff Foster-



24 abril 2017

Nunca te adaptes a lo que no te hace feliz

A veces lo hacemos, nos adaptamos a lo que no nos hace feliz como quien se calza un zapato a la fuerza pensando que es su talla, y al poco, descubre que es incapaz de caminar, de correr, de volar…La felicidad no duele y por tanto no debe oprimir, ni rozar ni quitar el aire, sino permitirnos ser libres, ligeros y dueños de nuestros propios caminos.

Hace unos años una marca de jabones que comercializaba su producto para entornos laborales lanzó al mercado una gama en concreto que obtuvo bastante éxito. Impresa en la propia pastilla de jabón aparecía la frase “Happiness is Busyness” (felicidad es estar ocupado).

El mundo prefiere sabiamente la felicidad a la sabiduría -Will Durant-

Si bien es cierto que líneas como el concepto de “flujo” Mihaly Csikszentmihalyi enfatiza la idea de que concentrarnos en una tarea en cuerpo y alma puede darnos la felicidad, en esta ecuación debe añadirse sin duda el factor que hace referencia a si esa tarea nos es significativa o no.  De hecho, muchos trabajadores veían con triste ironía el eslogan de esos jabones, porque no todos se sentían felices por llevar a cabo una tarea que, si bien les aportaba una remuneración económica, lo que no tenían era bienestar psicológico.

Podríamos decir, casi sin temor a equivocarnos, que una buena parte de nosotros nos adaptamos casi a la fuerza a muchas de nuestras rutinas cotidianas, incluso siendo conscientes de que no nos hacen felices (o utilizando el símil de los zapatos, que nos hacen ampollas). Es como ir en el interior de una noria que nunca para de girar. El mundo, la vida, acontece nerviosa y perfecta ahí abajo, inaccesible y risueña, mientras nosotros seguimos cautivos de nuestras rutinas …
Nos adaptamos para sentirnos seguros

De niños nuestros padres nos ataban con un doble nudo los zapatos o zapatillas para que no se desataran y no tropezásemos. Nos arropaban bajo las mantas y la colcha con sumo cariño, subían hasta arriba las cremalleras de nuestros abrigos y chaquetas para que estuviéramos bien calentitos, atendidos, cuidados.

Muchas de esas veces estábamos algo incómodos por toda esa presión corporal, pero si había algo que sentíamos era seguridad. A medida que nos hacemos mayores y adquirimos responsabilidades de adultos, esa necesidad por sentirnos seguros sigue muy presente. Sin embargo, esta indefinible pulsión por la búsqueda continua de seguridad muchas veces no dirige nuestro comportamiento desde nuestra consciencia.

Por curioso que parezca, el más sensible frente a esta necesidad es nuestro cerebro. No le agradan los cambios, los riesgos ni aún menos las amenazas. Es él quien nos susurra aquello de “adáptate aunque no seas feliz, porque la seguridad garantiza la supervivencia”. Sin embargo, y esto debemos tenerlo claro, la adaptación no siempre no va de la mano de la felicidad; entre otras razones porque esta adaptación muchas veces no se produce.

Hay quien sigue manteniendo el vínculo de su relación de pareja sin que exista un amor real, sin que haya una complicidad auténtica ni aún menos felicidad. Lo importante para algunos es escapar de la soledad y para ello no dudan en adaptarse a la talla de un corazón que no va con el suyo.

Lo mismo ocurre a nivel laboral. Son muchas las personas que optan por mostrar lo que se conoce como “un perfil bajo”. Alguien dócil, manejable, alguien que llega a bajar méritos y estudios cuando redacta su currículum porque sabe que es el único modo de adaptarse a determinadas jerarquías empresariales.

Es como si en nuestra mente existiera un nuevo eslogan grabado, como el de la empresa de jabones citada al inicio: “Adaptarse o morir, renunciar para subsistir”.

Ahora bien… ¿de verdad merece la pena morir de infelicidad?

Para ser feliz hay que tomar decisiones

A pesar de que nuestro cerebro sea resistente al cambio y nos invite elegantemente a permanecer en nuestra zona de confort, está diseñado genéticamente para hacer frente a los desafíos y sobrevivir ante ellos. De hecho, hay un dato relacionado con esto mismo que nos invita a la reflexión.

La felicidad no está en el exterior, sino en el interior, de ahí que no dependa de lo que tengamos sino de lo que somos -Pablo Neruda-

Los investigadores Richard Herrnstein y Charles Murray definieron hace unos años un concepto denominado “Efecto Flynn”. Se ha observado que año a año las puntuaciones del cociente intelectual siguen subiendo. Esto se debe, entre otros factores, a que la vida moderna actual está cada vez más llena de estímulos: tenemos más acceso a la información, interactuamos más y nuestros niños de ahora procesan cada vez más rápido todos estos datos, todos estos estímulos relacionados con las nuevas tecnologías.

Ahora bien, hay un aspecto esencial del que psicólogos, psiquiatras, sociólogos y antropólogos son muy conscientes: un CI elevado no siempre va de la mano de la felicidad. Parece que eso de ser feliz y disponer de un entramado neuronal más extenso y fuerte no siempre garantiza nuestro bienestar psicológico. Es extraño y desolador a la vez.

¿Qué está pasando entonces? Nos hemos adaptado a esta sociedad de la información pero a la vez, nos recluimos en nuestras zonas de confort como quien mira la vida pasar, inventando un sucedáneo felicidad, una marca blanca que ha instantes caduca y nos aboca al estrés y la ansiedad…

Se nos olvida, tal vez, que para ser feliz hay que tomar decisiones, que hay que librarnos de los zapatos ajustados y atrevernos a caminar descalzos, se nos olvida que el amor no tiene por qué doler, que la docilidad en el trabajo nos acaba quemando y que a veces, hay que hacerlo, hay que desafiar a quién nos somete y salir por la puerta de entrada para crear nuestro propio camino. Nuestra propia felicidad.

¿Qué tal si empezamos hoy mismo?

Valeria Sabater


27 marzo 2017

La base de un cerebro sano es la bondad

Cuando estaba en mi segundo año en Harvard se cruzó en mi camino la meditación y me fui a la India a investigar cómo entrenar mi mente. Obviamente mis profesores me dijeron que estaba loco, pero aquel viaje marcó mi futuro.

...Así empiezan las grandes historias.

Descubrí que una mente en calma puede producir bienestar en cualquier tipo de situación. Y cuando desde la neurociencia me dediqué a investigar las bases de las emociones, me sorprendió ver cómo las estructuras del cerebro pueden cambiar en tan sólo dos horas.

¡En dos horas!

Hoy podemos medirlo con precisión. Llevamos a meditadores al laboratorio; y antes y después de meditar les tomamos una muestra de sangre para analizar la expresión de los genes.

¿Y la expresión de los genes cambia?

Sí, y vemos como en las zonas en las que había inflamación o tendencia a ella, esta des­ciende abruptamente. Fueron descubrimientos muy útiles para tratar la depresión. Pero en 1992 ­conocí al Dalái Lama y mi vida cambió.

Un hombre muy nutridor.

“Admiro vuestro trabajo, me dijo, pero considero que estáis muy centrados en el estrés, la ansiedad y la depresión; ¿no te has planteado enfocar tus estudios neurocientíficos en la amabilidad, la ternura y la compasión?”.

Un enfoque sutil y radicalmente distinto.

Le hice la promesa al Dalái Lama de que haría todo lo posible para que la amabilidad, la ternura y la compasión estuvieran en el centro de la investigación. Palabras jamás nombradas en ningún estudio científico.

¿Qué ha descubierto?

Que hay una diferencia sustancial entre empatía y compasión. La empatía es la capacidad de sentir lo que sienten los demás. La compasión es un estadio superior, es tener el compromiso y las herramientas para aliviar el sufrimiento.

¿Y qué tiene que ver eso con el cerebro?

Los circuitos neurológicos que llevan a la empatía o a la compasión son diferentes.

¿Y la ternura?

Forma parte del circuito de la compasión. Una de las cosas más importantes que he descubierto sobre la amabilidad y la ternura es que se pueden entrenar a cualquier edad. Los estudios nos dicen que estimulando la ternura en niños y adolescentes mejoran sus resultados académicos, su bienestar emocional y su salud.

¿Y cómo se entrena?

Les hacemos llevar a su mente a una persona próxima a la que aman, revivir una época en la que esta sufrió y cultivar la aspiración de librarla de ese sufrimiento. Luego ampliamos el foco a personas que no les importan y finalmente a aquellas que les irritan. Estos ejercicios reducen sustancialmente el bullying en las escuelas.

De meditar a actuar hay un trecho.

Una de las cosas más interesantes que he visto en los circuitos neuronales de la compasión es que la zona motora del cerebro se activa: la compasión te capacita para moverte, para aliviar el sufrimiento.

Ahora quiere implementar en el mundo el programa Healthy minds (mentes sanas).

Fue otro de los retos que me lanzó el Dalái Lama, y hemos diseñado una plataforma mundial para diseminarlo. El programa tiene cuatro pilares: la atención; el cuidado y la conexión con los otros; la apreciación de ser una persona saludable (encerrarse en los propios sentimientos y pensamientos es causa de depresión)...

...Hay que estar abierto y expuesto.

Sí. Y por último tener un propósito en la vida, algo que está intrínsecamente relacionado con el bienestar. He visto que la base de un cerebro sano es la bondad, y la entrenamos en un entorno científico, algo que no se había hecho nunca.

¿Cómo se puede aplicar a nivel global?


A través de distintos sectores: educación, sanidad, gobiernos, empresas internacionales...

¿A través de los que han potenciado este mundo oprimido en el que vivimos?


Tiene razón, por eso soy miembro del consejo del Foro Económico Mundial de Davos, para convencer a los líderes de que hay que hacer accesible lo que sabe la ciencia sobre el bienestar.

¿Y cómo les convence?

Mediante pruebas científicas. Les expongo, por ejemplo, una investigación que hemos realizado en distintas culturas: si interactúas con un bebé de seis meses a través de dos marionetas, una que se comporta de forma egoísta y otra amable y generosa, el 99% de los niños prefieren el muñeco cooperativo.

Cooperación y amabilidad son innatas.

Sí, pero frágiles, si no se cultivan se pierden, por eso yo, que viajo muchísimo (una fuente de estrés), aprovecho los aeropuertos para enviar mentalmente a la gente con la que me cruzo buenos deseos, y eso cambia la calidad de la experiencia. El cerebro del otro lo percibe.

Apenas un segundo para seguir en lo suyo.

La vida son sólo secuencias de momentos. Si encadenas esas secuencias, la vida cambia.

Cultivar la amabilidad es mucho más efectivo que centrarse en uno mismo. Son circuitos cerebrales distintos. A mí no me interesa la meditación en sí misma sino cómo acceder a los circuitos neuronales para cambiar tu día a día, y sabemos cómo hacerlo.

Richard Davidson


07 julio 2015

No dejes a nadie fuera de tu corazón

Todos conocemos personas que son.... difíciles. Puede ser un padre crítico, un supervisor mandón, un familiar que te tiene como caminando sobre huevos, un buen amigo que a veces no cumple, un compañero de trabajo a quien no le gustas, una pareja que no respeta los acuerdos, o un político que no te gusta. Ahora mismo estoy pensando en un vecino que se negó a pagar su parte del cerco que separa nuestras casas.

Como dijo Jean-Paul Sartre: "El infierno son los otros"

Sin duda, eso es un poco exagerado. Sin embargo, la mayor parte de las desilusiones, dolores, e irritaciones que sufre una persona surgen en reacción a otras personas.

Irónicamente, para que las buenas relaciones sean tan nutritivas para nosotros como seres humanos – quienes hemos evolucionado para ser los animales más íntimamente relacionados en el planeta -  debemos estar tan ligados a los otros que algunos de ellos pueden realmente moverte el piso.

¿Qué puedes hacer?

Imagínate que has tratado de arreglar las cosas – como tomar la iniciativa, acercarte y tratar de hablar los problemas, encontrar acuerdos razonables, poner límites, etc. – pero los resultados han sido parciales o inexistentes.

En este punto, es natural cerrarse hacia la otra persona, a menudo con sentimientos de aprehensión, resentimiento o desdén. Al mismo tiempo que el cerebro definitivamente evolucionó para cuidar del “nosotros”, también evolucionó para separarte de, para temer a, y para atacar a “los otros” – y estos antiguos mecanismos neurales pueden rápidamente apoderarse de ti.

Pero ¿Cuáles son los resultados? No te sientes bien cuando te cierras. Hace que tu corazón se vuelva pesado y contraído. Y predispone a tu cerebro a estar más tenso y reactivo, lo que podría meterte en problemas, además de incitar a la otra persona a actuar peor que nunca.

A veces sí tienes que colgar el teléfono, bloquear a alguien en Facebook, cambiar el canal en la televisión, o quedarte en un motel cuando visitas a familiares. A veces tienes que sacar a alguien de tu negocio, de tu grupo de trabajo, de una lista para una fiesta – o de tu cama.

En situaciones extremas como abusos, puede ser necesario distanciarte completamente de la otra persona por un tiempo o para siempre; cuidarte en esas situaciones, y escuchar tu sabiduría interna sobre qué es lo mejor para ti. Pero en general:

No dejes a nadie fuera de tu corazón.
¿Cómo?
Cuando tu corazón está abierto, ¿qué se siente? Físicamente en tu pecho y también en el resto de tu cuerpo se siente tibieza y relajación. Emocionalmente, sientes empatía, compasión, e incluso calma. Mentalmente, puedes mantener las cosas en perspectiva y desear bien a los otros.
Siente la fuerza  de estar con el corazón abierto, con el corazón pleno. No estés asustado, y mantén un corazón benevolente. Paradójicamente, la persona más abierta en una relación es usualmente la más fuerte.

Intenta sentir tu corazón siendo expansivo e inclusivo, como el cielo. El cielo se mantiene abierto a todas las nubes, y no se afecta ni siquiera por las tormentas. Mantener tu corazón abierto hace más difícil que los demás puedan irritarte.

Nota que un corazón abierto aun permite tener claridad sobre qué funciona para ti y qué no, y también ser firme, poner límites y hablar claro. Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, y el Dalai Lama son famosos por mantener un corazón abierto, y al mismo tiempo poder ser muy efectivos.

Viendo todo esto, comprométete a mantener un corazón abierto.
Para esto, pon atención plena a qué se siente – físicamente, emocionalmente, mentalmente – tener tu corazón cerrado hacia una determinada persona. Ten conciencia de las razones aparentemente buenas que el cerebro/mente reactivo genera para justificar esto.

Luego pregúntate a ti mismo, dada la naturaleza de esta persona que nos inquieta, ¿cuál hubiese sido un mejor camino a seguir para ti? Por ejemplo, quizás podrías haber buscado apoyo de otros o haberte cuidado/nutrido más a ti mismo, de manera que esa situación te hubiera afectado menos. O haber hablado antes, para prevenir que las cosas se hayan escapado de las manos. O haber manejado tus reacciones internas más hábilmente. Quizás hiciste alguna cosa que predispuso a la otra persona a ponerse difícil. Cualquiera que sean las lecciones, no hay aquí felicitaciones o culpas, sólo un buen aprendizaje.

Y ahora, si quieres, explora abrir nuevamente tu corazón hacia esa persona. La vida ha sido difícil para él o ella también. Quizás nada cambie en tu comportamiento o en la naturaleza de la relación. Sin embargo, te sentirás diferente – y mejor.

Por último, no te dejes a ti mismo fuera de tu corazón. Si te conocieras a ti mismo como a otra persona, ¿no quisieras sostener a esa persona en tu corazón?

Rick Hanson

Photo by Monica Assad