Una serendipia es ...

Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.
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21 marzo 2020

Valorando la vida en tiempos de COVID-19

Esta pandemia junto con el miedo, la tristeza y la respectiva cuarentena han traído muchísimas cosas que nos ayudan a valorar lo que sí tenemos.

* Tenemos la preciosa oportunidad del TIEMPO, continuamente nos quejamos que no tenemos tiempo para hacer tal o cual cosa, de hecho hasta suspiramos diciendo "si tuviera más tiempo haría esto o aquello".... Pues esta es tu oportunidad de aprovechar ese tiempo que hoy se te ofrece.  Tómalo como un regalo, y agradecelo. 
       -Tenemos TIEMPO EN FAMILIA, para los que pueden estar con su núcleo más cercano, es tiempo de conocernos más, de compartir tareas, de aprender juntos, pero sobre todo es tiempo que nunca olvidaremos porque también es un regalo disfrutar a nuestro círculo más cercano en la cotidianeidad.  Estamos creando momentos que recordaremos siempre (creating memories)
       -Tenemos TIEMPO PARA ABURRIRNOS juntos, es necesario un poco de aburrimiento para que surja la creatividad, es cierto que tal vez los primeros días sea de quejas, pero surgirá, no sólo para memes, sino para cosas con más valor, creo que saldremos de aquí con muchas cosas nuevas y positivas, desarrollen su creatividad para hacer el bien.
       -Tenemos TIEMPO DE LIMPIAR, tal vez sea algo que no a todos nos gusta, pero el cambio de estación además es un maravilloso momento que nos regala Dios en esta cuarentena.  Quizá tenemos cosas que ya no necesitamos, ni nos quedan, ni nos gustan, ni funcionan, es momento de sacar todo aquello que solo ocupa espacio, es momento de limpiar a profundidad, es momento de dar eso a quien más lo necesita, es momento de compartir no lo viejo ni lo que no sirva (eso va a la basura), sino lo que sí está en buen estado, agradece por el bien que te hizo, y entrégalo para que siga cumpliendo su función.

* Tenemos VIDA, tal vez la habíamos dado por algo seguro y no nos habíamos dado cuenta lo mucho que vale, lo mucho que queremos tenerla, esta pandemia nos ha mostrado que somos frágiles y que tenemos miedo a morir.  También nos ha enseñado a valorar la vida de nuestros seres amados más vulnerables. Si algo podemos aprender es a reconocer que nuestra vida tiene un valor incalculable, pues en este punto el dinero no nos sirve si no tenemos salud.  De qué vale ahora tener un coche nuevo y último modelo si no lo puedo usar, o tener la mejor bolsa, o la mejor ropa de marca, nada de eso tiene mucho valor ahora.  Que más da las cosas que tenemos, queremos la vida sana que disfrutamos y no queremos que los demás enfermen.

* Valoramos la LIBERTAD de entrar y salir de casa, de ir a lugares concurridos, o visitar amigos o familia, hoy que es importante guardar distancia social, hoy que debemos estar en casa, empezamos a valorar ese derecho que nadie nos ha quitado (aún) sino que lo ofrecemos por el bien de todos. 

* Valoramos la COMPAÑÍA de las personas que amamos y a quien queremos ver y abrazar, porque sin los seres que amamos de nada sirve tener el dinero del mundo, valoramos a amigos, compañeros de trabajo, familia.  Sin embargo surge de pronto algo que la tecnología nos hizo olvidar, podemos hacer llamadas telefónicas a nuestros seres queridos que por la falta de tiempo no podíamos hacer, surge nuestra necesidad de comunicarnos.

* Valoramos a nuestro PLANETA que en apenas un par de meses de parar el loco curso de la "vida normal y moderna" empieza a recuperarse, y creo que ese es uno de los aprendizajes que más me ha impactado, al parar la gente el planeta sana.  Tal vez antes no era tan consciente pero empiezo a escuchar aves que no había escuchado, el cielo se empieza a limpiar, y la naturaleza surge sorprendida de no vernos invadiendo su espacio, al menos por un momento.

* Valoramos el momento PRESENTE, me sorprende no poder hacer planes a largo tiempo, realmente ahora nadie puede hacerlo, y eso duele un poco a nuestro ego, pero nos centra en nuestro momento presente, valoro lo que tengo hoy, sin poder planear lo de mañana, agradezco por el HOY, y lo vivo, sabiendo que el mañana está en manos de Dios, que no depende de nosotros más que dejar de correr y hacer NADA, porque hasta por eso nos sentimos culpables, por no hacer nada, y nuestro planeta nos lo está enseñando, podremos sanar, podremos salir adelante en esta pausa obligada, pero muy necesaria.

Algunos no podemos parar, nuestro trabajo es necesario para que lo que requieren (productos necesarios) esté a su disposición, se nos apachurra el corazón al ver cómo ha cambiado todo, pero tenemos la esperanza que Dios toma nuestra vida en sus manos, queremos salir bien librados de esto, y hay muchísimo por aprender, hay mucho que dar, hay mucho que servir, y nos rendimos a la voluntad y cuidado de Dios.  Todo va a estar bien, vamos a salir de esto, ya habrá tiempo de disfrutar circunstancias diferentes.

Gracias Dios por todo.
Gracias por tu Gracia
Un día a la vez

Edith Reyna


28 febrero 2018

Movamos a la humanidad hacia adelante

Maria Shriver: ¿Cree que la compasión puede cambiar el mundo en el que vivimos hoy? ¿Necesitamos compasión ahora más que nunca?

Matthieu Ricard: Uno de los principales problemas en esta era actual es cómo conciliar las demandas de la economía, la búsqueda de la felicidad y el respeto al medio ambiente. Estos imperativos corresponden a tres escalas de tiempo: el corto, el medio y el largo plazo.

La compasión, la intención de eliminar los sufrimientos de los demás y las causas de su sufrimiento, vinculados con el altruismo, el deseo de ofrecer bienestar a los demás, es el único concepto unificador que nos permite encontrar nuestro camino en este laberinto de preocupaciones complejas. Si tenemos más consideración por los demás, avanzaremos hacia una "economía solidaria". Nos preocuparemos más por mejorar las condiciones laborales, la vida familiar y social, y muchos otros aspectos de la existencia, y nos preocuparemos más por el destino de futuras generaciones.

Para que las cosas realmente cambien, debemos atrevernos a abrazar el altruismo. Atrevámonos a decir que existe el verdadero altruismo, que puede ser cultivado por cada uno de nosotros, y que la evolución de las diferentes culturas puede favorecer su expansión. Atrevámonos, también, a enseñarlo en las escuelas como una herramienta valiosa que ayuda a los niños a darse cuenta de su potencial natural de amabilidad y cooperación. Atrevámonos a afirmar que la economía no puede contentarse solo con la voz de la racionalidad y el interés personal, sino que también debe escuchar la voz del cuidado y hagámosla oír. Atrevámonos a tomar en serio el destino de las generaciones futuras, y Atrevámonos a cambiar la forma en que explotamos el planeta hoy, que será su hogar mañana. ¡Finalmente, atrevámonos a proclamar que el altruismo no es un lujo, sino una necesidad!

Maria Shriver: En su libro "En Defensa De Los Animales" argumenta que la compasión por todos los seres es una obligación moral. ¿Cómo puede esa compasión mejorar la relación de una persona consigo misma y con el mundo que la rodea?

Matthieu Ricard: La compasión no es una mercancía que debería distribuirse con moderación como la comida. Es una forma de ser, una actitud, una intención de hacer el bien a quienes entran en nuestra esfera de atención y desean aliviar su sufrimiento. Entonces, naturalmente, se deduce que amar a los animales no significa amar menos a los humanos. De hecho, al amar también a los animales, amamos mejor a las personas, porque nuestra benevolencia se ha vuelto más vasta. Alguien que solo ama a una selección de la humanidad es el poseedor de una benevolencia fragmentaria y empobrecida.

Es interesante observar que un estudio en el que los neurocientíficos escanearon los cerebros de omnívoros, vegetarianos y veganos viendo imágenes de humanos sufrientes y animales sufridores mostró que las áreas del cerebro asociadas con la empatía se activaron más en vegetarianos y veganos que en omnívoros. Se activa más no solo cuando se confronta con imágenes de sufrimiento animal, sino también cuando se confronta con imágenes de sufrimiento humano.

Hemos hecho un progreso inmenso en términos de civilización. Ya no torturamos a la gente en la plaza pública como era común en la Europa en el siglo XVIII. Hemos abolido la esclavitud y la tortura, al menos de acuerdo con las leyes internacionales. Sin embargo, todavía hay una brecha enorme para unir nuestro sistema ético. Damos, con razón, un valor infinito a la vida humana, pero se considera que los animales tienen un valor intrínseco nulo, a menos que se utilicen comercialmente o como instrumentos para lograr un objetivo. Somos todo; ellos no son nada. Nuestro sistema ético no será coherente hasta que consideremos a los miembros de las otras ocho millones de especies como nuestros co-ciudadano en esta tierra.

Maria Shriver: Usted dice que la felicidad es la habilidad más importante de la vida. ¿Cuál es el primer paso que las personas deben hacer para mejorar su felicidad?

Matthieu Ricard: La felicidad no es solo una sucesión de experiencias placenteras. Es una forma de ser que proviene del cultivo de un conjunto de cualidades humanas básicas, como la compasión, la libertad interior, la paz interior, la resiliencia, etc. Cada una de estas cualidades es una habilidad que se puede cultivar a través del entrenamiento mental y a través de buenas acciones e intenciones. Entre todas las cualidades que desarrollan la felicidad, estoy profundamente convencido de que el amor altruista es las más eficaz.

Maria Shriver: ¿Por qué es tan importante que deseemos la felicidad de otras personas además de la nuestra?

Matthieu Ricard: Es esencial desear la felicidad de los demás porque la búsqueda de la felicidad egoísta está destinada a fracasar. Es una situación de perder-perder. Al pensar "yo, yo, yo" todo el día, nos hacemos miserables y hacemos miserables también a los que nos rodean. Además, percibirnos a nosotros mismos como seres separados que pueden construir su propia felicidad en una pequeña burbuja, es no estar de acuerdo con la realidad, y no funcionará.

Por el contrario, el amor altruista y la compasión son beneficiosos para los demás y también son los estados mentales más satisfactorios que podemos experimentar. Entonces, es una situación en la que todos ganan, y la compasión funciona ya que está en sintonía con la naturaleza interdependiente de la realidad.

Maria Shriver: ¿Qué esperanza tiene para el futuro?

Matthieu Ricard: Mi deseo es que nos transformemos para servir mejor a los demás. A pesar de todos los desafíos, la confusión mental y otros problemas que afectan nuestro mundo, está claro que la mayoría de las veces, la mayoría de los siete mil millones de seres humanos en este planeta se comporta decentemente entre sí y aspira a un mundo mejor. Podríamos llamar a eso la "banalidad de la bondad".

Entonces, en lugar de desanimarnos por los puntos de vista engañosos y el comportamiento dañino que nos rodea, debemos esforzarnos por mejorar la cooperación, la solidaridad y el sentido de la responsabilidad universal. A pesar de todas las cosas terribles que suceden, sabemos que la violencia ha disminuido constantemente durante el siglo.

Deseo especialmente que todos hagamos todo lo posible para abordar los problemas ambientales, ya que el destino de miles de millones de seres, ahora y en el futuro, está en juego. Este es el problema más urgente del siglo XXI. Así que trabajemos juntos en ello con diligencia y entusiasmo.

Esta entrevista se publicó por primera vez en www.mariashriver.com


23 febrero 2015

Viajar no es un acto de nacionalismo

En múltiples ocasiones he leído y escuchado la frase “primero hay que conocer tu país para luego salir al extranjero”. He de decir con toda honestidad que no puedo estar más en desacuerdo con ella. Aquí explico el porqué.

Las razones por las que los seres humanos viajamos son muchas y van más allá del simple hecho de visitar lugares bonitos. Si bien casi todos los seres humanos descubrimos la palabra viaje visitando algún lugar de nuestro propio país, es en los sitios más lejanos y opuestos a nuestra cultura donde encontramos su verdadero significado. Viajar no es un acto de nacionalismo.

Hablaré por mí.

Amo mi país, México. ¡Tenemos tanto y para todos! Playas, desiertos, selvas, ríos, lagos, ciudades enormes, pueblos mágicos, y más mucho más. Pero decir que he pisado todos los estados de la república es una mentira, he viajado mucho a través de ella, pero no, no conozco todos esos rincones, no conozco Campeche, no conozco Zacatecas y puedo seguir nombrando muchos otros lugares que me faltan por visitar. Pero no me siento mal, están en la lista. Ya los conoceré.

Me gusta visitar países lejanos porque soy un enamorado de Asia y porque al enfrentarme a un entorno tan ajeno al mío es donde más aprendo y encuentro crecimiento. Al tratar de entablar una conversación con un adolescente vietnamita, con una mujer china o con un nuevo amigo islandés se enriquece mi cultura y se acentúa mi mexicanidad. ¡Aquí estoy! Son mexicano y viajo por el planeta. Pero antes que nada soy un ciudadano del mundo, como los otros 7 mil millones de personas que habitan el globo terráqueo.

De esa forma le enseñé a una niña marroquí que México está en America, le expliqué a mi amigo Japonés por qué mi español no es como el de los españoles y celebré en Marruecos el legado de Cantinflas. Al mismo tiempo ellos me enseñaron parte de su cultura, de su forma de pensar y al final, entendí que todos somos iguales. Somos parte de lo mismo, de un gran todo.

Curiosamente he valorado más a mi país al visitar otras naciones porque veo lo que tenemos y lo que nos hace falta, porque entiendo el potencial y los errores que hemos cometido. Porque al viajar a otros países he descubierto que los mexicanos tenemos todo para vivir en el paraíso pero no hemos despertado. Pero no soy un viajero nacionalista, veo a mi país como parte de un todo, de un conjunto. 

¿Qué viajero de corazón no sueña con un mundo sin fronteras? Allí no cabe el nacionalismo.

Eso no quita en lo absoluto el amor que le tengo a mi patria ni lo mucho que disfruto viajar por sus ciudades, pero jamás usaré esa bandera para congratularme, para crear empatía. Estaría traicionando muchas de las libertades que me han regalado los viajes.

Durante décadas, grandes intelectuales y pensadores han hablado sobre el poder corrosivo del nacionalismo. Ese espíritu exacerbado que se utiliza por líderes hipócritas con fines de manipulación y mercadotecnia. Un nacionalismo alejado completamente de un verdadero amor a la patria. Los viajeros no podemos permitirnos tal tropiezo, ya lo dijo Camilo José Cela “El nacionalismo se cura viajando”.

No viajo sólo para ver lugares bonitos. Viajo para hablar sin idioma, para aprender de lo diferente, para rezarle a otros dioses, para tratar de entender la historia -por lo menos la que nos cuentan- y para borrar las fronteras de mi mente. Porque al viajar lo que nuestros ojos observan es sólo un canal para conectarnos con algo más allá de lo divino, de lo espiritual. Al final, el sitio es sólo un vehículo.

Viajar es una inversión y cada quien decide dónde hacerla de acuerdo a su gusto, necesidad, objetivo y posibilidades. Cada quien escoge su camino con base en el destino que quiere alcanzar. El viajero sigue a su llamado sin importar que tan cerca o lejos esté.

Como viajeros debemos celebrar la belleza del mundo y eso incluye el lugar donde vivimos, pero no lo pone en un lugar preferencial. Sólo así seremos finalmente dignos habitantes de este planeta tierra al cual llamamos hogar.

Alan Estrada
Tomado de: http://www.alanxelmundo.com/2014/04/14/viajar-no-es-un-acto-de-nacionalismo/

10 septiembre 2012

Ciudadano del mundo

¿Alguien ve fronteras, aduanas, mapas políticos, países u otros elementos de separación?

Yo no veo nada de éso. Solamente un bello y colorido planeta donde vivimos TODOS.

Las divisiones las crea el hombre. Son cosas de su mente, de su ego, pero éstas no existen en la realidad.

Deberíamos empezar a dejar de lado cosas absurdas como las raíces, los patriotismos y demás parafernalia limitante que otros hicieron y que nosotros mantenemos como nuestras.

Los países aparecen, desaparecen, modifican su tamaño... todo debido a las disputas y manipulaciones de algunos que están en el poder, y que mediante sus juegos -especialmente los de guerra- cambian los conceptos de los territorios.

Pero viendo las cosas tal y como son, desde una perspectiva realista, a vista de pájaro, yo sólo quiero, puedo y siento decir una cosa: soy ciudadano del mundo ♥