El hipopótamo apodado Owen que pesa cerca de 300 kilogramos (650 libras) fue barrido por el río Sabaki hacia el Océano Indico, y después fue forzado de nuevo a la orilla cuando las ondas del Tsunami llegaron a la costa de Kenya un 26 de Diciembre antes de ser rescatado por los guardabosques.
El hipopótamo que perdió a su madre durante el desastre, se traumatizó por lo que tuvo que buscar una madre sustituta mediante una tortuga de cien años que parece muy feliz con ser "madre".
Nadan, comen y duermen juntos. El ecologista Paul Lahumbu que está a cargo del parque Lafarge donde viven estos animales de especies opuestas declara que "el hipopótamo sigue a la tortuga exactamente de la manera que seguiría a una madre de su propia especie. Si alguien se acerca a la tortuga el hipopótamo llega a ser agresivo, como si la protegiera. Biológicamente, el hipopótamo es un bebe, son animales sociales que pueden permanecer con sus mamás hasta por cuatro años."
Hay dos conceptos opuestos que esta historia real pone sobre la mesa de discusión: tolerancia y amor al prójimo. No falta quien en estos días insista como parte de su agenda política en citar ambos como si fueran lo mismo. Bajo la bandera de la tolerancia se nos pide que aceptemos las diferencias de todas las personas y con ello también sus valores aunque sean opuestos a nuestras creencias espirituales más profundas.
Bajo la bandera de la tolerancia se llama intolerantes a quienes expresan sus creencias espirituales por resultar estas ofensivas o "discriminatorias" para los que no las comparten. Owen encontró cuidado y amor en una especie distinta a la suya, pero eso no puede ser confundido con tolerancia. Cada animal se reproduce de acuerdo a su especie excepto en situaciones extraordinarias como las de la historia.
Como seres humanos podemos expresar amor y prestar auxilio a cualquier persona, compartamos o no sus creencias, pero no se puede obligar a quien ama o presta auxilio a renunciar a lo que cree cuando ama o ayuda al prójimo quienquiera que este sea. Esto es lo impactante de los tiempos en que vivimos.
Bajo la bandera de la tolerancia, una minoría cuyas preferencias sexuales difieren de la mayoría va ganando poder legal para silenciar a los que sin perseguirlos no comparten su nueva definición del matrimonio. En una sociedad libre y democrática todos tenemos derecho a expresar nuestras creencias sin censura, sin ser penalizados o perseguidos
Dios nos manda amar y no a juzgar. Dios nos pide que seamos obedientes y creamos. Un verdadero seguidor de Cristo debe amar a todos, pero nunca al precio de renunciar a lo que cree profundamente. Como el hipopótamo y la tortuga, amemos incondicionalmente, sin renunciar a lo que somos, porque nuestro amor se sustenta en lo que creemos
Hay muchas presiones en nuestro entorno. No tenemos que estar de acuerdo con lo que otros hacen para amarlos. Porque la fuente de nuestro amor no juzga. Es tiempo de ser congruentes y radicales en un amor basado en nuestras creencias más firmes.
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