Una vez completada la tarea, se recogieron los globos y se mezclaron con otros que habían en una sala contigua. Los participantes fueron llevados a la sala y se les solicitó recuperar su respectivo globo en un tiempo máximo de cinco minutos.
Al cabo de unos minutos todos seguían buscando sin éxito el globo con su respectivo nombre. No paraban de empujarse mutuamente y chocar en su frenética búsqueda. Era un caso total.
Cuando se venció el límite de tiempo, nadie había podido recuperar su globo.
La decepción de los participantes era visible, algo había salido mal. Entonces, indicaron a los participantes que buscaron un globo con cualquier nombre y que procedieron a entregarlo a la persona cuyo nombre había sido escrito sobre él.
En cabo de un par de minutos todos habían recuperados sus respectivos globos merced al trabajo en equipo.
Es cierto que en el liderazgo alguien recibe o tiene la visión, pero si no la comparten y empoderan a otros para que la hagan suya nunca se cumplirá. Se trate de un pequeño negocio o una gran empresa, una institución secular o religiosa, lucrativa o no lucrativa, ninguna visión se cumple hasta que todos sean partes aportando su semilla de esfuerzo y pensamiento al proceso.
El mito de que los hombres y las mujeres tienen éxito o alcanzan determinados logros solo por si mismos ha sembrado los intercambios humanos de expectativas irreales e inválidas. Nadie llega a ninguna parte solo. Todos necesitamos de los demás. Es esta interdependencia la que nos hace humanos y nos obliga a relacionarnos y colaborar con otras personas.
En términos de productividad en cualquier área de la vida, dar generosa y extravagantemente a otros produce hasta diez veces mejores resultados, que seguir la ruta solitaria y egoísta que nos vende la cultura contemporánea. Somos la suma de muchos esfuerzos cooperativos, y el éxito que se comparte es el único duradero y que no deja almas vacías y secas.
Cuanto más damos, más recibimos. El verdadero éxito se construye dando, no recibiendo. Cuando damos experimentaremos la más satisfactoria recompensa que este mundo puede dar.
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