Desde que los humanos empezamos a vivir en comunidad, hemos estado en contacto con el círculo de la vida, con el flujo de la energía vital. La vida nos regala mucho, a menudo, más de lo que necesitamos. Comemos, bebemos, vivimos y prosperamos, y en gratitud por nuestra buena suerte, o simplemente por el asombro y la maravilla de que las cosas sean como son, le correspondemos a la vida y la vida nos da de nuevo, y así, el movimiento de la prosperidad se sigue moviendo. Querer prosperar y ser uno con la prosperidad es lo más natural, ya que no estamos separados de este flujo. El momento en que olvidamos esta inseparabilidad, el flujo se bloquea y empezamos a tener miedo. Entonces, la vida se empieza a convertir en "mi riqueza" o "mi ganancia" y no en la prosperidad de todos.
Nos cerramos a la verdadera prosperidad cuando deseamos sólo nuestro propio beneficio y empezamos a temer.
Por supuesto, si la ganancia es nuestro motivo principal, si nuestra riqueza se basa en el miedo, cuando finalmente logremos nuestro éxito, riqueza y fama, todo se sentirá sumamente vacío. Eso no es la verdadera riqueza. Nos podemos sentar en nuestras mansiones de millones de dólares, pudrirnos allí, sintiéndonos solos y abandonados y tal vez más fracasados que nunca. Y luego, siempre existe la posibilidad de perder nuestras ganancias, éxitos y la aparente seguridad y comodidad, dando como resultado una gran ansiedad.
Todo esto se debe a un malentendido básico acerca de lo que realmente somos. "Mi ganancia" y "mi comodidad" no es realmente lo que anhelamos. Aquello que anhelamos es prosperidad, en el sentido más profundo de la palabra. Nuestra inherente inseparabilidad de la vida y de los demás, que es lo que realmente somos. El dinero en sí mismo no puede darnos eso.
Jeff Foster
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