Un mundo sin Google Maps, Instagram stories o el zumbido constante de notificaciones. "100 cosas que hemos perdido con el Internet" de Pamela Paul nos invita a este viaje inesperado, no para romantizar el pasado, sino para ayudar en nuestra relación con el presente.
Aquí están SIETE de las muchas cosas que hemos perdido y que resonaron profundamente en mí:
1. La emoción de lo desconocido:
¿Recuerda la anticipación de esperar una carta escrita a mano, la deliciosa incertidumbre de quién podría estar al otro lado de la línea fija? Internet, a pesar de su conveniencia, lo ha reemplazado con el desplazamiento predecible, el feed seleccionado. Pablo nos recuerda la belleza de no saber, de dejar que la curiosidad hierva a fuego lento en lugar de gratificarla instantáneamente.
2. El poder del aburrimiento:
En un mundo de estimulación constante, el aburrimiento se ha convertido en una mala palabra. Sin embargo, sostiene Paul, es en esos momentos tranquilos, sin el apoyo de las pantallas, cuando la imaginación despega, la creatividad surge y la introspección se profundiza. Ella nos llama a recuperar el arte perdido de “no hacer nada” y a dejar que nuestra mente divague y nos sorprenda.
3. La gracia de la imperfección:
¿Recuerda el encanto granulado de las fotografías Polaroid, la nota escrita a mano con sus reveladoras manchas? Internet, con sus filtros y fachadas impecables, ha engendrado una cultura del perfeccionismo. Pablo nos recuerda la belleza de lo sin pulir, de lo real, de lo sin filtrar. Es un mensaje de autoaceptación, un bálsamo para el alma en la era de las personas seleccionadas en línea.
4. El poder de la soledad:
Antes de Internet, estar solo era un estado de ánimo normal y saludable. Implicaba soledad, reflexión y autocuidado. Pablo revela cómo estar solo puede beneficiar nuestro bienestar, ya que puede darnos espacio, paz y perspectiva. También nos advierte que protejamos nuestro tiempo a solas, ya que puede verse invadido por Internet, lo que puede hacernos sentir solos, ansiosos y abrumados.
5. La alegría de la casualidad afortunada (serendipia):
Tropezar con una receta escrita a mano en un libro de cocina polvoriento, descubrir una librería escondida en una calle adoquinada: estos fueron los placeres fortuitos de la era anterior a Internet. Paul lamenta la pérdida de encuentros casuales, de tesoros inesperados que esperan ser desenterrados si simplemente dejamos nuestros teléfonos y exploramos.
7. Cómo escribir una carta: Antes de Internet, escribir una carta era una forma personal y significativa de comunicarse con alguien. Requería tiempo, esfuerzo y cuidado. Paul nos muestra cómo escribir una carta puede expresar nuestras emociones, pensamientos y personalidad de una manera que el correo electrónico, los mensajes de texto o las redes sociales no pueden. También nos anima a revivir el arte de escribir cartas, ya que puede fortalecer nuestros vínculos, preservar nuestros recuerdos y deleitar a nuestros destinatarios.