En sus estudios sobre las emociones y la interacción social, el Dr. Dacher Keltner, profesor de psicología de la Universidad de California-Berkeley, destaca el valor de utilizar un calmante para el estrés que muchos de nosotros no consideraríamos: la naturaleza. La investigación de Keltner revela los efectos directos de la inmersión en la naturaleza en los sistemas cardiovascular y cerebral de las personas. Esta experiencia, dice, no sólo tiene un profundo impacto en nuestros cuerpos, sino que también influye en cómo pensamos acerca de nosotros mismos y entendemos el propósito de nuestras vidas.
La sugestión de Keltner de hacer una inmersión en la naturaleza no es sólo una idea secular. Es un tema que resuena en toda la Biblia. Desde sus primeros capítulos, las Escrituras nos revelan la grandeza de la creación de Dios, invitándonos a contemplar la inmensidad del universo que Él ha preparado para nosotros.
Consideremos algunos pasajes que encontramos en las Escrituras que refuerzan la importancia de reconocer la obra divina y perfecta de Dios, y cómo se alinean con las observaciones de Keltner:
Reflexionando sobre la grandeza de Dios. “Los cielos declaran la gloria de Dios; los cielos proclaman la obra de sus manos” (Salmo 19:1). A la luz de esta investigación científica, encontramos un paralelo intrigante con el llamado bíblico a reconocer la grandeza de la creación divina. La práctica de recibir una dosis regular de esto, como sugiere Keltner, se alinea con la práctica sugerida por la Biblia de contemplar la grandeza de Dios:
Imaginando el amor de Dios por los detalles. “Levanten la mirada a los cielos. ¿Quién creó todas las estrellas? Él las hace salir como un ejército, una tras otra, y llama a cada una por su nombre.” (Isaías 40:26). ¡Qué detalle ha puesto en Su creación!
Deleitándose en la maravilla de la creación de Dios. “Pero interroga a los animales y ellos te darán una lección; pregunta a las aves del cielo y ellas te lo contarán; habla con la tierra y ella te enseñará; con los peces del mar y te lo harán saber. (Job 12:7-9). Estos momentos de contemplación no sólo promueven la adoración y el asombro, sino que también tienen efectos positivos y calmantes en nuestra salud mental y emocional.
Estudios como el de Keltner señalan el asombro que podemos experimentar cuando reducimos el paso para prestar atención a la naturaleza, reímos con nuestros seres queridos y pasamos tiempo con nuestras familias. Este asombro proviene del reconocimiento de que somos parte del vasto, misterioso y hermoso universo de Dios, y de Su plan divino y propósito eterno. Cada árbol, arroyo y puesta de sol son recordatorios vivos de Su grandeza, cuidado y creatividad.
Como empresarios y profesionales cristianos debemos tomarnos el tiempo para admirar Su creación, contemplando detalles que muchas veces pasan desapercibidos. Este no es sólo un descanso necesario del ajetreo y el bullicio de la vida, sino una oportunidad para obtener una comprensión más profunda del amor y la sabiduría de Dios revelados en Su Palabra.
Erenia Mendoza
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