Como chica de Kansas que vivía en la ciudad de Nueva York, me fascinaba la energía que había allí, las coloridas personalidades, la camaradería del metro y el constante zumbido de la vida. Ese verano regresé a mi lugar de origen y dejé atrás la emoción de la ciudad, pero mi corazón aún conservaba una imagen vibrante de la preciosa creación de Dios: bocinas de taxi, vendedores ambulantes y todo.
Y entonces, a las 8:46 a. m., ocurrió el 11 de septiembre. ¿Recuerdas dónde estabas?
Para muchos de nosotros, esa mañana todo transcurría como de costumbre. Algunos de nosotros ya estábamos sintonizados en nuestros televisores y el alegre programa matutino cambió repentinamente a una escena de terror inimaginable.
¿Esto realmente está sucediendo ahora mismo?
¿Son esas personas reales?
Algunos iban conduciendo hacia el trabajo y lo que sonaba por la radio sonaba como el avance de una película. Esto debe ser un error.
Otros recibieron una llamada con voz asustada al otro lado de la línea.
Y muchos se preguntaron ¿Qué está pasando? ¿Estamos a salvo? ¿Todo va a estar bien?
Pensé en mis compañeros asistentes de vuelo que volaban por las mismas rutas que yo había volado y descubrían que nunca llegarían a su destino. Mi corazón se rompió por la ciudad que había llegado a amar.
Sin embargo, incluso hoy en día, cuando nos preguntamos: "¿Qué está pasando? ¿Estamos a salvo? ¿Va a estar bien?", esto es lo que sé: Dios estuvo allí en el caos y está con nosotros en este momento. El corazón de Dios se rompe por sus preciosos hijos, pero nuestras luchas nunca lo sorprenden. Él va delante de nosotros y se puede confiar en cada detalle. Dios es nuestro lugar seguro hoy y por toda la eternidad.
Sin embargo, incluso hoy en día, cuando nos preguntamos: "¿Qué está pasando? ¿Estamos a salvo? ¿Va a estar bien?", esto es lo que sé: Dios estuvo allí en el caos y está con nosotros en este momento. El corazón de Dios se rompe por sus preciosos hijos, pero nuestras luchas nunca lo sorprenden. Él va delante de nosotros y se puede confiar en cada detalle. Dios es nuestro lugar seguro hoy y por toda la eternidad.
En este 23 aniversario del 11 de septiembre, honramos la memoria de quienes perdieron la vida y damos gracias por quienes tuvieron el coraje de servir frente al peligro. Si bien el Día del Patriota (11 de septiembre) es reconocido como el día oficial de recuerdo de este trágico evento, sabemos que cualquier día es un buen día para elevar en oración a los más afectados.
Querido Padre amoroso,
Hacemos una pausa para recordar las grandes pérdidas y los actos valientes del 11 de septiembre. Exaltamos a aquellos que todavía están afectados: familias de las víctimas, agentes de policía, bomberos, socorristas y todos los involucrados. Oramos para que la luz de Cristo inunde los corazones de las personas en todas partes. Creemos que deseas redimir Tu creación y confiamos en que la belleza seguirá surgiendo de las cenizas de esos días oscuros. Rodéanos con Tus poderosos ángeles de protección, danos compasión unos por otros en todas las circunstancias de la vida e infúndanos el coraje para responder a Tu llamado. Amén.
Aprovechemos hoy para recordar... especialmente aquellos que puedan sentir más agudamente el dolor de este día. Difunda mensajes de consuelo y paz.
Paige DeRuyscher
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