Ahora, ¿qué pasaría si se pudiera combinar un abrazo con la meditación, esa sencilla pero poderosa herramienta para ‘jalar’ la mente alocada al aquí y ahora? Pues justo eso fue lo que tuvo en mente un monje vietnamita llamado Thich Nhat Hahn, por ahí de los años 60. La historia es más o menos así: durante uno de sus viajes a Occidente se encontró despidiéndose de una mujer en un aeropuerto. Ella le preguntó si era correcto que le diera un abrazo de despedida, y aunque él respondió que sí, se quedó con la idea de que en su país dicha práctica no era muy común; sin embargo, sabía que debía aprenderla si planeaba seguir trabajando con la gente de Occidente.
Así mero nació la ‘meditación del abrazo’: como una forma de comunicación entre dos culturas.
“De acuerdo con la práctica, tienes que abrazar realmente a la otra persona. Tienes que hacerla sentir muy real en tus brazos, no solo por las apariencias, esas palmaditas en la espalda o fingir que estás ahí, sino al respirar conscientemente y abrazarla con todo tu cuerpo, espíritu y corazón. La meditación del abrazo es una práctica de mindfulness… Si respiras profundamente, sosteniendo a la persona que amas, la energía de tu cuidado y aprecio penetrará en la otra persona y pronto florecerá”, explica el monje en su libro How to Love.Bueno, ¿y qué puedo esperar de esta experiencia?
- Sentirte a ti y sentir al otro. En resumidas cuentas: ¡sentirte vivo!
- Desintoxicar el cuerpo, la mente y las emociones
- Liberar la tensión crónica, los patrones de pensamiento negativo y las emociones no procesadas
- Ver el estrés y la ansiedad social reducirse
- Reconstruir la autoestima, confianza y amor a uno mismo
- Reforzar sentimientos de gratitud, compasión, amor y apreciación
- Haz una pequeña reverencia para reconocer la presencia del otro.
- Respira tres veces profunda y pausadamente. Trae tu mente al aquí y al ahora. Piensa que no hay nada más importante en este momento que tú y la persona que está parada frente a ti.
- Abre tus brazos y abraza a la otra persona. Ahora, haz tres respiraciones profundas y pausadas.
- La primera es para tomar mayor consciencia del aquí y del ahora, y de que estás feliz.
- La segunda, para tomar consciencia de que el otro está presente y que también está feliz.
- Durante la tercera, para tomar consciencia de que están en el aquí y el ahora juntos, aquí en la Tierra, y que sienten gratitud y felicidad por su unión.
- Puedes soltar a la otra persona y hacer una nueva reverencia para agradecer la experiencia vivida.
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