Todos tenemos una hora. Todos tenemos fecha de caducidad. No la vemos, pero la tenemos. No sabemos el lugar ni la forma, no sabemos el día, el mes o el año, mucho menos sabemos la hora... pero, sabemos -aunque no lo queramos saber- que todos, absolutamente todos, tenemo una ineludible cita con la muerte, una hora específica en la que... inevitamblemente dejaremos de ser. Sí, todos tenemos una hora.
Corto es el viaje del vientre a la tumba. Y lo que a mi más me ha preocupado desde que tengo uso de razón es: ¿Qué voy a hacer con esta única oportunidad? ¿Qué quiero hacer con estos (no sé cuantos -ojalá sean muchos-) años que estaré aquí, entre las maravillas y los horrores de este mundo, entre las risas y el llanto, entre las alegrías y el drama, entre las montañas y los abismos? No me preocupa cuánto tiempo tenga, me preocupa más ¿qué haré con lo que sea que tenga de tiempo?
Una de las muchas razones por las que yo creo que la gente es infeliz -porque hay muchas- pero una de tantas, es porque la gente se da cuenta (tarde) que la vida es corta, porque cuando al fin abren los ojos ya no queda mucho tiempo. Porque cuando quieren recobrar la vida desperdiciada ya no tienen la fuerza, las posibilidades, la salud o el tiempo.
No hablo de salir a hacerlo todo, comerlo todo, viajarlo todo, probarlo todo. Hablo sólo de saber ¿A ti qué te hace feliz? ¿A ti, qué te llena? Tú (no tu papá, no tu mamá, no tu rabino o tu sacerdote o tu guía o jerarca espiritual. No tu Dios o tu comunidad, no tus amigos, no tus maestros, no tus hijos) tú, tú, tu... en tu única vida ¿qué quieres para ti?
Tenemos una vida que por muy larga que sea... es corta y, que por muy lento que pase... es rápida. En un cerrar y abrir de ojos yo tuve 40 años y me imagino que en otro cerrar y abrir más tendré 80 y luego en un cerrar y nunca más abrir... dejaré de estar aquí. Es tan cierto y suena tan feo que por esa razón tendemos a evadir el tema, pero como yo lo vea, mientras más conscientes estemos de que la muerte nos espera, más aprovecharemos el tiempo en que logramos burlarla.
En el año 2010 escribí y monte una obra de teatro llamada "Veintidós Veintidós" y el tema de esa obra era precisamente "Todos tenemos una hora" y debajo de esta frase preguntaba "En tu única vida... ¿de qué no te quieres perder?" La idea nace justamente de haberme dado cuenta de lo mucho que estás dos frases movían a la gente a pensar, a preguntarse y a preguntar a la gente cercana ¿De qué no te quieres perder mientras estás vivo?
Odin Dupeyron
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