Si todo cambia constantemente, cualquier cosa es posible.
Todo lo que nos rodea cambia constantemente.  Es una ley de la 
naturaleza.  El mundo gira y el día sucede a la noche; las estaciones 
transcurren inexorablemente; los alimentos surgen de la tierra y luego 
se descomponen; las innovaciones devienen objetos obsoletos con el paso 
de los años y la ropa de moda tras varias temporadas está ya raída y 
anticuada.  Incluso los continentes y las montañas se mueven con el 
transcurso de los siglos.
Los seres vivos estamos también atrapados en un proceso de cambio 
constante.  Los átomos que componen nuestro cuerpo fluyen 
incesantemente.  Nacemos, pasamos de la infancia a la vida adulta y de 
ahí a la vejez y a la muerte.  Nuestros pensamientos y emociones cambian
 a cada instante, a menudo a una velocidad imperceptible para nosotros 
mismos.
Cualquier cosa creada tiene un ciclo vital sujeto al cambio y a la 
decadencia.  Ignorar esta verdad fundamental nos hace vivir atrapados en
 una ilusión, aferrándonos a la idea de la permanencia y la estabilidad 
de las cosas, aunque todas las pruebas indiquen lo contrario.  Nos 
olvidamos de que esa taza que tanto nos gusta se romperá, que una 
relación amorosa puede acabar, que una flor se marchitará y que nuestros
 amigos y familiares envejecerán.  Al no comprender ni admitir estos 
hechos, se apodera de nosotros la desdicha y la insatisfacción.
Aunque en el fondo sepamos que todo cambia, a menudo intentamos ignorar 
esta verdad.  El cambio nos inspira temor, porque nos inquieta pensar en
 lo que nos deparará el destino, si será mejor, más fácil, mas feliz o 
por el contrario, peor, más difícil y más triste que el presente.  No 
obstante, una vida sin cambios sería inconcebible, nos dejaría sin 
esperanzas, atrapados en el mismo lugar sin la oportunidad de crecer y 
desarrollarnos.  Si somos capaces de tomar decisiones inteligentes sobre
 cómo invertir nuestro tiempo y nuestra energía, entonces recibiremos el
 cambio con los brazos abiertos, porque cada situación encierra un 
potencial infinito, y depende de nosotros saber aprovecharlo.
El éxito en la búsqueda de sentido depende de la capacidad y la 
disposición que tengamos para explorar nuevos territorios, es por ello 
que a menudo esta búsqueda recibe el nombre de "camino".  Es un reto 
adentrarnos en nosotros mismos, explorar nuestras fortalezas y 
aspiraciones y descubrir cómo nos pueden ayudar a llevar una vida plena y
 feliz.  El camino no es fácil y puede exigirnos mucha energía, pero es 
sin duda apasionante y profundamente liberador descubrir quiénes somos, 
por qué estamos aquí y cómo podemos aprovechar al máximo los años que 
viviremos en este mundo.
 

 
 
Todo lo que cambia es transitorio y más o menos efímero.
ResponderBorrarSolo lo que permanece invariable es esencia verdadera e inteligiblemente cognoscible.
La Energía y las Leyes son invariables y eternas.
Lo Eterno y lo Efímero son dos aspectos complementarios de la Única y aparentemente dual Hiper-Realidad.