Hasta que un día me detuve a pensar:
"¿Pues hasta cuándo? ¿Cuándo va a ser bonito esto?"
Y me pedí un conjunto de ropa para estar en casa, elegante y carito, pero igual de cómodo. Solo que ahora, cada vez que me veía en el espejo o abría la puerta a una visita, hasta me sentía orgullosa.
"¿Pues hasta cuándo? ¿Cuándo va a ser bonito esto?"
Y me pedí un conjunto de ropa para estar en casa, elegante y carito, pero igual de cómodo. Solo que ahora, cada vez que me veía en el espejo o abría la puerta a una visita, hasta me sentía orgullosa.
Durante mucho tiempo tomaba café en una taza gris, simple, de esas que hay un montón en cualquier cajón.
"¿Qué más da?", pensaba yo mientras llenaba esa tacita fea con agua caliente y café instantáneo.
Pero un día, me entraron unas ganas locas de tomar café en una taza bonita, clara, con florecitas, de un tamaño específico.
Me metí a Internet y la pedí. Sin regatear el precio y disfrutando el proceso como si fuera un ritual.
"¿Qué más da?", pensaba yo mientras llenaba esa tacita fea con agua caliente y café instantáneo.
Pero un día, me entraron unas ganas locas de tomar café en una taza bonita, clara, con florecitas, de un tamaño específico.
Me metí a Internet y la pedí. Sin regatear el precio y disfrutando el proceso como si fuera un ritual.
Ese café que antes me sabía igual, empezó a saber distinto. Durante años me dije que no tenía importancia, que cualquier café me sabía igual, que yo no era exigente.
Pero un día me animé a probar otra cosa: fui al súper, compré uno italiano, caro, y ¡ufff! ese olor al servirme en mi nueva tacita fue otro nivel.
Pero un día me animé a probar otra cosa: fui al súper, compré uno italiano, caro, y ¡ufff! ese olor al servirme en mi nueva tacita fue otro nivel.
Durante años viví con un hombre que, para ser sincera, no me valoraba.
Le daba más importancia a sus amigos que a mí, olvidaba mis cumpleaños, jamás me daba flores y seguido me decía “tonta”.
Se enojaba si lloraba, no me daba dinero, me hacía sentir como si nadie más me fuera a querer…
Le daba más importancia a sus amigos que a mí, olvidaba mis cumpleaños, jamás me daba flores y seguido me decía “tonta”.
Se enojaba si lloraba, no me daba dinero, me hacía sentir como si nadie más me fuera a querer…
Y yo, aguantaba.
Pensaba que así era la vida, que así tenían que ser las relaciones…
Pensaba que así era la vida, que así tenían que ser las relaciones…
Hasta que un día pensé:
“¿Y si esto también está mal? ¿Y si no es lo que merezco? ¿Y si intento algo diferente, como con la taza, la pijama y el café?”
Lo intenté.
Y ¿qué creen? ¡Me salió!
Fue más fácil de lo que pensé. Y mucho, muchísimo más bonito que seguir arrastrando una relación vacía solo por costumbre.
“¿Y si esto también está mal? ¿Y si no es lo que merezco? ¿Y si intento algo diferente, como con la taza, la pijama y el café?”
Lo intenté.
Y ¿qué creen? ¡Me salió!
Fue más fácil de lo que pensé. Y mucho, muchísimo más bonito que seguir arrastrando una relación vacía solo por costumbre.
Que seguir tomando café horrible diciendo “¡bah! da lo mismo”.
Que seguir usando ropa fea diciendo “con eso basta”.
¡No basta! Así, poco a poco, se va la vida.
Y no estamos aquí para sobrevivirla… sino para disfrutarla.
Que seguir usando ropa fea diciendo “con eso basta”.
¡No basta! Así, poco a poco, se va la vida.
Y no estamos aquí para sobrevivirla… sino para disfrutarla.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario