Una serendipia es ...

Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.

07 noviembre 2025

La historia de resiliencia de Caramelo

Brasil, 2021.

Una inundación arrasa todo en São João de Meriti.
Y allí, en el tejado de una casa sumergida, un caballo queda atrapado.
Solo. Durante cuatro días.
Sin comida.
Sin agua.
Sin un alma a la vista.

Lo llamaron Caramelo.

La imagen dio la vuelta al mundo:
un animal empapado y temblando,
pero de pie,
como si su alma se negara a caer.

No relinchaba pidiendo ayuda.
No intentaba huir.
Él... se aferraba.

Y cuando lo rescataron, millones de personas lo sintieron como suyo. Porque Caramelo no era solo un caballo rescatado...
Era un reflejo de lo que muchos de nosotros hemos vivido en nuestro interior.

Porque la lección no es que lo hayamos salvado. La verdadera lección es que no se derrumbó mientras el mundo se derrumbaba a su alrededor.

Eso es resiliencia.
No es quedarse ahí parado, esperando un milagro.
No es endurecerse por fuera.
Es resistir sin apagar la luz.
Es estar solo... y, sin embargo, no perder la dignidad.
Es creer que mereces vivir,
incluso cuando nadie parezca darse cuenta.

Enséñales esto a tus hijos.
No con discursos.
Sino con historias reales.
Historias como la de Caramelo...
que no gritó.
Que no huyó.
Que no se ha rendido.

Porque a veces la vida te deja en un tejado, solo, temblando...
sin saber si alguien vendrá por ti.
Pero si logras mantenerte en pie,
eso ya es un acto de valentía.

Resistir no es esperar ayuda.
Es no dejar que la tormenta te apague por dentro.



04 noviembre 2025

Mil Grullas de papel y un deseo

Sadako Sasaki tenía apenas dos años cuando, el 6 de agosto de 1945, la bomba atómica cayó sobre Hiroshima. Aunque sobrevivió a la explosión, una década después fue diagnosticada con leucemia, una de las enfermedades más frecuentes entre los hibakusha los sobrevivientes del bombardeo.
Durante su hospitalización, Sadako comenzó a doblar grullas de papel, inspirada por una antigua leyenda japonesa que dice que quien logra hacer mil grullas verá cumplido un deseo. Su deseo: curarse y vivir. Utilizando papel de medicina, envoltorios y cualquier material a su alcance, alcanzó a completar más de 1.000 grullas antes de fallecer el 25 de octubre de 1955, a los 12 años.

Su historia conmovió a todo Japón y al mundo. En 1958 se erigió una estatua en su honor en el Parque de la Paz de Hiroshima. Hoy, miles de personas envían grullas de papel como homenaje a Sadako y a todas las víctimas de la guerra nuclear.

Sadako no solo dejó un legado de dolor, sino también de esperanza. En su memoria, cada grulla doblada se convierte en un símbolo silencioso de resistencia y en un llamado global por un mundo sin armas nucleares.




03 noviembre 2025

El poder de escribirlo

Al encontrarme con el audiolibro "El Poder de Escribirlo" de Allison Fallon, no pude evitar sentir una atracción innata hacia la promesa de claridad y transformación que parecía escondida entre sus páginas. En ese momento, navegaba en un torbellino de pensamientos y emociones, sintiéndome confusa y algo perdida en mi propia narrativa vital. 

La voz de Fallon resonó en mis auriculares como una brisa cálida en un día frío, invitándome a un mundo donde expresarse a través de la escritura podía desvelar verdades ocultas y empoderar el cambio. Escucharla compartir sus reflexiones no fue solo una experiencia; fue un despertar. Su forma de hablar, suave pero firme, me hizo darme cuenta de que no solo estaba escuchando un consejo; estaba recibiendo una invitación a embarcarme en un viaje de autodescubrimiento. 

7 lecciones de su discurso que dejaron una huella imborrable en mi comprensión de la escritura y su profundo impacto en nuestras vidas: 

1. La Libertad de Expresión. 
Desde el principio, Fallon enfatiza la escritura como una poderosa herramienta para la autoexpresión. Ella describe cómo poner la pluma sobre el papel o los dedos sobre el teclado crea un espacio donde podemos ser nosotros mismos sin complejos. Me identifiqué profundamente con esto, ya que a menudo me costaba expresar mis sentimientos verbalmente. Sus palabras me hicieron reflexionar sobre cómo la escritura nos otorga la libertad de articular pensamientos que, de otro modo, quedarían atrapados. Cualquiera que tome un bolígrafo puede sentir esta liberación, usándolo como refugio para sus emociones más profundas.

2. Desentrañando la Mente. 
Fallon habla sobre el caos que a menudo habita en nuestras cabezas. Mientras la escuchaba, reconocí el constante parloteo de dudas y preocupaciones que ocupaba mi mente. Me animó a ver la escritura como una forma de desenredar estos pensamientos, despojándome de capas de confusión. Escribir ayuda a aclarar el paisaje confuso de nuestra mente, y no pude evitar pensar en lo beneficioso que sería para cualquiera que se enfrentara a una confusión similar. Es como despejar la niebla; es liberador. 

3. Entendiendo Nuestras Historias. 
Una de las lecciones más impactantes del audiolibro es cómo nuestras historias moldean nuestra identidad. Fallon guía a los oyentes a través de la idea de que, al escribir nuestras narrativas, nos apropiamos de nuestras experiencias. Sentí una chispa de reconocimiento cuando expresó esto; a menudo había dejado que mi pasado me agobiara. Escribir transformó ese peso en una narrativa que podía controlar, permitiéndome reflexionar sobre mis experiencias y aprender de ellas. Esta es una invitación para que otros tomen sus propias narrativas, las reescriban si es necesario y emerjan más fuertes.

4. El poder de la reflexión. 
Fallon destaca la reflexión como un poderoso resultado de la escritura. Recuerdo sentir una oleada de emoción al pensar que, al revisar nuestras reflexiones escritas, podemos seguir nuestro crecimiento a lo largo del tiempo. El proceso nos invita no solo a escribir, sino a leer nuestras propias palabras y conectar con nuestro yo en evolución. Es un recordatorio de que el crecimiento no es lineal; es una espiral. Cualquier lector puede beneficiarse de esta práctica, ya que cultiva una comprensión más profunda de su trayectoria personal. 

5. Aceptar la imperfección. 
A lo largo del audiolibro, Fallon aborda con elegancia el miedo a la imperfección en la escritura. Su voz tranquilizadora me aseguró que hay belleza en la naturaleza desordenada y tosca de la escritura. Inculca a los oyentes la importancia de permitirnos ser vulnerables y no buscar la perfección. Esta lección es universal; nos recuerda a todos que la imperfección es parte de la experiencia humana, y aceptarla puede conducir a la autenticidad en nuestra escritura y en nuestras vidas.

6. Escribir como un diálogo con uno mismo. 
Una profunda revelación que tuve al escuchar a Fallon fue que escribir no es simplemente un acto, sino una conversación con uno mismo. Sugiere que nos hagamos preguntas y dejemos que la pluma responda libremente. Este concepto me resonó profundamente; fue como una conversación íntima con mis pensamientos más íntimos. Esta práctica anima a otros a explorar su consciencia, lo que conduce a una mayor autoconciencia y comprensión personal. Cualquiera que esté dispuesto a participar en este diálogo puede descubrir nuevas facetas de sí mismo. 

7. Crear una comunidad compartiendo. 
La última lección que comparte Fallon trata sobre el poder de la comunidad en el camino de la escritura. Explica cómo compartir la escritura, ya sea con amigos, familiares o un grupo de escritura, puede fomentar conexiones y brindar apoyo. Esto me impactó, ya que a menudo me da miedo compartir mi trabajo. Escuchar su perspicaz aliento me inspiró a considerar las posibles conexiones que podrían surgir de la vulnerabilidad. Sirve como un sutil recordatorio para que todos acepten compartir sus historias y fomenten la comunidad a través de la escritura.



01 noviembre 2025

Hacer belleza de lo roto

Mi hija rompió todos los platos del armario de porcelana durante un episodio maníaco. 
Y yo... simplemente me senté en el suelo frío de la cocina, rodeada de veinte años de recuerdos hechos añicos.
Los paramédicos acababan de llevársela. 
Otra espera de 72 horas.
Yo tenía cincuenta y dos años.
Sola.

Mirando los pedazos de la vida que creía que estábamos construyendo juntas.
Mi vecino, amablemente, murmuró:
“Bótalo todo. A veces, solo necesitamos comenzar de nuevo.”

Pero, ¿cómo se tira una historia? 
¿Cómo se pone en la basura el sauce azul de la fiesta de bodas, los platos de Navidad usados durante 17 años seguidos, o esa tacita infantil que ella me regaló a los ocho años, aún creyendo que yo podía arreglar el mundo?

Barrí los pedazos dentro de cajas y me dije: “Luego me encargo de esto.”
Pero el "luego" se convirtió en semanas. Las semanas, en meses.
Hasta que una mañana, al ver las grietas en el cemento del camino de entrada —tan rotas como yo—, algo dentro de mí se rompió del todo... o quizás comenzó a unirse.

Fue entonces cuando encontré a una artista increíble en una app llamada Tedooo. Ella hacía mosaicos de jardín con cerámica rota. Me conecté con ella —quizá porque también tengo una pequeña tienda allí, o tal vez porque ella parecía entender algo más profundo.
Le conté mi historia.
Ella no me vendió solo materiales. Me envió una nota, a mano, con tres palabras que me rompieron de una manera nueva:
“Hacer belleza de lo roto.”

Tres semanas después, arrodillada en la tierra, con las manos sucias de una mezcla de cemento y el alma cubierta de polvo y recuerdos, comencé a ajustar cada fragmento como si fuera una oración.
Y en el momento en que coloqué la última pieza —la asa de la tacita que me dio cuando era niña—, mi hija llegó.
Se quedó allí, en silencio, mirando el mosaico de nuestro pasado.
Luego, se arrodilló a mi lado.
“Mamá...” susurró, con los ojos llenos de lágrimas. “Es hermoso.”
Y lloramos.

Allí, abrazadas sobre un camino hecho de fragmentos, aprendimos que algunas historias no terminan con todo arreglado, pero aun así pueden florecer de manera inesperada.
Porque hay belleza en los pedazos rotos.
Y amor suficiente para volver a empezar sobre ellos.



31 octubre 2025

Sobre la dádiva

Dijo entonces un rico: Háblanos de la dádiva.
Y respondió él:
Dais muy poco cuando dais de lo que poseéis.

Cuando verdaderamente dais es cuando dais algo de vosotros mismos.

Porque ¿qué son vuestras posesiones sino cosas que conserváis y guardáis por temor que podáis necesitarlas mañana?

Y mañana, ¿qué traerá el mañana al perro en exceso prudente que entierra huesos en el arenal sin caminos mientras sigue a los peregrinos a la ciudad sagrada?
¿Y qué otra cosa es el temor a la necesidad, sino la necesidad misma?
Temer la sed cuando tienes llena la cisterna ¿No es eso la sed insaciable?

Hay unos que dan poco de lo mucho que tienen, y lo dan buscando reconocimiento; y su oculto deseo hace malsanos sus dones.

Y hay unos que tienen poco y lo dan todo.
Son los que creen en la vida y en la generosidad, y su cofre nunca está vacío.

Hay unos que dan con alegría, y esa alegría es su recompensa.
Y hay unos que dan con dolor, y ese dolor es su bautismo.

Y hay unos que dan y no sienten dolor al dar, ni buscan la alegría, ni dan por mor de ser virtuosos;
Dan como el arrayán, que desde el fondo del valle suelta su fragancia al espacio.
Por las manos de esos habla Dios, y desde el fondo de sus ojos sonríe Dios a la tierra.

Bien está dar cuando nos piden, pero mejor es dar sin que nos pidan, por comprensión;
Y para el generoso, buscar a uno que reciba es mayor gozo que dar.

Y ¿Hay nada que podáis retener?
Todo cuanto tenéis será dado algún día;
Dadlo por tanto ahora, que el tiempo de dar sea vuestro y no de vuestros herederos.

A menudo decís: "Yo daría, pero solo a los que lo merecen"
No dicen eso los árboles de vuestro vergel, ni los rebaños en vuestros prados.
Dan para vivir, pues retener es perecer.
Con seguridad el que es digno de recibir los días y las noches es digno de todo lo demás que pueda venirle de ti.
Y quien ha merecido beber del oceano de la vida merece que su copa se llene de tu arroyuelo.

Y ¿qué merito mayor puede haber que aquel que hay en el valor y la confianza, no de la caridad, sino del recibir?
Y ¿quién sois vosotros para que los hombres se abran el pecho y muestren su orgullo, para que podáis ver lo expuesto de su dignidad y la desvergüenza de su orgullo?

Mirad primero que vosotros mismos merezcáis ser un donador, y un instrumento a través del cual se da.
Porque es en verdad la vida la que da a la vida, mientras que vosotros , que os consideráis dadores, no sois mas que un testigo.

Y vosotros los que recibís-y todos recibís-no toméis el peso de la gratitud , para que no pongáis un yugo sobre vosotros y sobre aquel que da.
Alzaos mas bien junto con él como si su dádivas fuesen alas;
Porque pensar demasiado en vuestra deuda es dudar de su generosidad, que tiene a la tierra de generoso corazón por madre , y a Dios por padre.

Khalil Gibran



30 octubre 2025

La bella durmiente del Everest

La Bella Durmiente del Everest: la cima que conquistó… y la que nunca volvió a tocar
(Una historia real, un espejo de la vida y sus lealtades invisibles)

El 22 de mayo de 1998, Francys Arsentiev, una alpinista estadounidense, alcanzó junto a su esposo Sergei algo que nadie antes había logrado: convertirse en la primera mujer de su país en llegar a la cima del Everest sin oxígeno suplementario.
Era su sueño. Su cima. Su “Everest personal” y literal.

Se suele decir que el Everest no regala nada. Y esa mañana, la montaña decidió recordarle al mundo que llegar a la cumbre es solo la mitad del viaje.

En el descenso, la altitud, el agotamiento y el clima se confabularon. Quedó atrapada en la zona de la muerte, a 8.300 metros. Allí, el cuerpo deja de obedecer y la mente se sumerge en una niebla que ya no distingue sueño de realidad.

Los equipos que pasaron por su lado sabían que no podían bajarla. En esas alturas, cada paso que salvas para otro, lo pierdes para ti. Y así, Francys quedó inmóvil, envuelta en su traje morado, con la mirada perdida hacia el horizonte. Un testigo la llamó “La Bella Durmiente del Everest”.

Su esposo Sergei, de quien se había separado en el dificultoso descenso, intentó rescatarla. Descendió para buscar ayuda y oxígeno, pero nunca volvió. Su cuerpo fue hallado días después, más abajo.
Ella permaneció allí, como un recordatorio silencioso de que la cima sin regreso no es victoria… es altar.

En un sistema familiar, las lealtades invisibles pueden llevarnos a dar todo por el otro, incluso nuestra propia vida. Sergei murió intentando salvarla; ella murió intentando cumplir un sueño que compartían.
Desde la mirada sistémica, aquí vemos un pacto de amor que trasciende lo racional: “No te dejo, aunque me cueste todo”.

En la pareja, cuando uno queda atrapado, a veces el otro siente que su lugar es seguirlo, no dejarlo atrás. Es una fuerza tan antigua como el instinto… pero también tan peligrosa como el abismo.

Francys había programado su mente durante años para alcanzar la cima. Todo su diálogo interno estaba orientado a “llegar”.

En PNL ( Programacion Neurolinguistica) decimos: “Tu cerebro sigue aquello a lo que le das foco”.
Ella entrenó para subir, pero no para bajar. Para llegar, pero no para regresar.

Es el sesgo que muchos tenemos en la vida: perseguir un logro sin planificar cómo volver con él… y seguir viviendo después de alcanzarlo.

Metafóricamente, todos tenemos un “Everest”: una meta que nos ciega, que nos absorbe, que nos hace olvidar que la victoria real no está en conquistarla, sino en regresar transformados.

La historia de Francys no es solo una tragedia alpina. Es un espejo que nos pregunta:
¿Qué “cimas” estás persiguiendo?
¿Estás preparado para volver?
¿Quién pagará el precio si no regresas?

En la vida, como en la montaña, la cima no es el final… es el punto medio.
La otra mitad —la más importante— es traer contigo el alma, la vida, y la posibilidad de seguir caminando con quienes te aman.

El Everest seguirá allí. Siempre.  Pero tú, si no regresas, ya no.



29 octubre 2025

Dar palabras de aliento

Los domingos que voy a nadar al Centro Acuático, el circuito de la UANL esta cerrado al tráfico desde finales de septiembre y yo creo hasta diciembre (solamente el domingo) porque hay carreras que organizan las Preparatorias o las Facultades incluso empresas , así que nos estacionamos en las colonias cercanas o en el estadio.

Me gusta porque camino y cuando ya voy de regreso a mi coche, me toca ver a los que hacen la carrera, jóvenes alumnos, familiares, maestros, niños. Veo a los papás que acompañan a sus hijos, veo grupitos de chavos y chavas que van riéndose jugando entre ellos, veo atletas que sí están interesados en la carrera, veo maestros dirigiendo a los chavos, pero también veo muchos jovencitos solitarios que van haciendo la carrera sin interactuar con nadie. Personalmente me gusta echarles porras y gritarles “ánimo”, “ya falta poco”, pero en todas las ocasiones no he obtenido ninguna sonrisa jaja solo alguna mirada desconcertada, pero no me importa, me gusta echarles porras. Justo hoy venía pensando que muchos de estos jóvenes que van solitarios, no solo en la carrera sino en la vida, están haciendo un gran esfuerzo por seguir, por avanzar, por terminar pequeños desafíos, y merecen una palmadita, palabras de aliento, merecen ser vistos, valorados y acompañados. 

La vida de nuestros jóvenes a veces es solitaria y creo que como papás, maestros, tíos, abuelos debemos siempre tener palabras de aliento, y tener una mirada directa y amorosa para ellos. Si alguna vez te toca verlos, se amable, da palabras de aliento, regala una sonrisa, pues no sabemos las batallas que cada joven enfrenta día a día.

Edith Reyna- Villarreal