El maestro preguntó a sus discípulos:
- Si un tigre aparece con una campanilla atada al cuello, ¿quién podrá desatarla?
Todos se quedaron perplejos, pues desatar la campanilla del cuello del tigre es muy peligroso. Por este motivo, aunque pensaban y pensaban, nadie se atrevía a dar una respuesta válida.
Hasta que finalmente, el maestro dio la respuesta:
- La campanilla debe ser desatada por quien la hubiera atado.
Desde ese día la frase se tornó en un proverbio para el pueblo, y la gente, en lugar de decir “debe resolver el problema quien lo creó” dice “la campanilla debe ser desatada por quien la ha atado”.
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