La vida es así. Así eligió Dios que fuese. La gente nace y se muere, se encuentra y se despide, se enferma y se cura, se entristece y se contenta, contempla la luna y el sol, duerme y despierta, trabaja y descansa, envejece, cambia…y eso no cambiará. Sólo podemos gozarlo o sufrirlo: esa es nuestra elección…y esto tampoco cambiará, porque es el Regalo más grande que hemos recibido. Uno maravilloso: Elegir.
Así que todo esto es así, no puede ser de otra manera…
¿Dónde está entonces la Maestría de Nuestra Vida?
La Maestría de Nuestra Vida está en lo que hacemos; porque sin importar el jardín en el que nos tocó vivir, las semillas que sembremos hoy serán los árboles que veremos mañana.
Debemos sembrar sólo lo que queremos ver crecer; porque las semillas son muy pequeñas al principio, pero muy grandes después. Así que tenle paciencia a Dios y tente paciencia tú mismo. Si te alejaste de tu casa dando mil pasos a la izquierda y quieres volver a ella: cambia de dirección, pero no esperes estar en ella con el primer paso que des para volver. No esperes que todo el miedo se disipe la primera vez que decides mostrar tu Amor. Pero sabe que ése primer paso es milagroso. Sabe que pronto verás la victoria. Sabe que con la seguridad con la que el día sigue a la noche, la desdicha se transformará en Felicidad.
Ten paciencia y disfruta el viaje. Porque cuanto más te acercas mejor te sientes. Cada vez que sonríes en vez de llorar Dios goza contigo. Así que aquí no importa lo que recibes, porque ya lo tienes todo.
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