1. Vive una vida apasionada
2. Cultiva un aire de misterio
3. Siempre debes tener un aspecto presentable
4. No te olvides de los placeres simples
5. Haz de la vida un asunto formal
“París es tan hermosa que satisface algo en ti que siempre tiene hambre en Estados Unidos”. Ernest Hemingway
Jennifer L. Scott llegó a Francia como una chica californiana, pero
regresó a su hogar como una parisina. Como estudiante extranjera de
intercambio en la universidad, pasó seis meses viviendo con una elegante
pareja Madame y Monsieur Chic.
Scott tomó parte de sus rituales cotidianos y se deleitó con la experiencia.
“Antes de vivir en París, iba por la vida en piloto automático”, dice
Scott, quien escribe el blog The Daily Connoisseur y es la autora del
nuevo libro, Lessons from Madame Chic: The Top 20 Things I Learned While
Living in Paris (Lecciones de Madame Chic: 20 cosas que aprendí
viviendo en París).
“París me enseño no sólo a existir, sino a prosperar y hacer que cada pequeño momento sea significativo”.
1. Scott se dio cuenta de que los parisinos a menudo convertían los
aspectos simples de la vida cotidiana en algo especial. “Por ejemplo,
todas las noches después de cenar comíamos un plato de queso Camembert
porque era el queso favorito de Monsieur Chic. Y todas las noches, sin
excepción, antes de cortar una rebanada para cada uno, él proclamaba que
era el Roi du fromage o el rey de los quesos”, recuerda Scott.
“Convierten las cosas más pequeñas en eventos de pasión”. La hora de la
cena era un gran ejemplo porque todas las noches de la semana, ya fuera
miércoles o viernes, era una experiencia que incluía una comida de tres
platos y una conversación animada, dice Scott. Posteriormente, la
familia escuchaba música.
“Nunca se sentaban frente al televisor con una caja de pizza( o un plato de tacos jaja)”, dice.
2. Los franceses tienen reputación de ser fríos y distantes pero
simplemente se debe a que son muy selectivos sobre cuánto revelan sobre
sí mismos.
“Asistía por lo menos a dos cenas por semana y no
sabía realmente mucho acerca de los invitados. No sabía qué se
dedicaban, pero conocía cual era el mejor libro que habían leído hace
poco o la película más interesante que vieron. Les encantaba hablar de
esos aspectos de la vida, pero no compartían demasiados detalles de su
vida personal”.
En Francia se considera de mala educación
preguntarle a alguien a qué se dedica así que cuando Scott regresó a
Estados Unidos dejó de preguntarle eso a sus nuevas amistades y le gustó
la forma como alimentó la curiosidad acerca de ellos.
También
descubrió que permanecer callado puede ser delicioso. “Es importante
sentirse cómodo con el silencio. Creo que muchas personas le temen al
silencio en las conversaciones", dice Scott.
3. Madame Chic no
iba a la tienda de la esquina a comprar una baguette sin aplicarse lápiz
labial y sin una bufanda alrededor de su cuello, recuerda Scott. Tener
un aspecto presentable siempre era una manera de honrar a las personas
con la que entraba en contacto todos los días.
“No se pasaba
una hora en el cuarto de baño planchándose el cabello y aplicándose
maquillaje minuciosamente. Tenía una rutina muy rápida: parecía no usar
maquillaje y un estilo de peinado muy fácil de hacer. Su guardarropa de
diez artículos le permitían escoger algo con mucha facilidad. No sufría
por la ropa que iba a vestir cualquier día como lo hacemos muchos de
nosotros”.
Scott también notó que la familia utilizaba su mejor ropa para ocasiones cotidianas.
“Es curioso, vamos y gastamos dinero en ropa hermosa y no la usamos. La
guardamos para alguna ocasión porque no queremos arruinarla”, dice
Scott.
4. Scott piensa que la película Amélie mostró esta
lección a la perfección cuando presentó a los caprichosos personajes y
sus pequeños placeres.
“Para algunos de ellos era limpiar su
bolso, y para otros era romper la corteza de la crème brulee con una
cuchara”, dice. “Estas son cosas que para muchos de nosotros simplemente
quitamos de nuestra vida y ni siquiera las notamos”.
Observó
que Madam Chic sentía un placer especial al crear sus propias conservas o
al hornear una tarta de fresas, mientras que Monsieur Chic siempre
esperaba comer su queso favorito todas las noches.
La comida es
una parte importante de la vida en París, pero Scott se sorprendió
cuando descubrió que no subió de peso. Atribuye esta paradoja a que se
camina mucho, se ve poca televisión y no se comen refrigerios.
“No había bocadillos en la casa y simplemente no comí refrigerios
durante todo el tiempo que estuve ahí. Así que cuando llegaban la hora
de comer, tenía hambre”, recuerda.
“Pero las comidas eran
largas, procesos largos, así que no devoraba la comida de una forma
decadente. Me sentaba en la cena y platicábamos. La comida se podía
llevar una hora y comía tranquilamente, así que no comía en exceso.
“Comía un postre por lo menos dos veces al día. Lo comía todos los días
después de la cena, y para tomar el té en las tardes, me comía una
crepa o algo en la ciudad. Y disfrutaba mi comida”.
5. Scott
quedó impresionada de la manera formal en que su familia anfitriona
vivía. Siempre estaban elegantemente vestidos, su departamento estaba
decorado de una forma hermosa y mantenían rituales llenos de gracia.
Por ejemplo, como visitante de su casa, Scott era considerada como la
invitada de honor y siempre le servían primero la cena, antes que a sus
anfitriones y a su hijo.
“Simplemente seguían estos protocolos formales y los modos y la etiqueta eran muy importantes para ellos”, dice Scott.
“Usaban su mejor porcelana o su mejor cristal regularmente (…) usaban
las mejores cosas que tenían diariamente y eso elevaba todas las
experiencias que teníamos”.
Gracias Alicia Tafich por compartir esto conmigo
;) ER
Qué hermoso 💕
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