Se ve tan pronto como se entra a la casa, y a quiénes se les permite pasar a los cuartos de dormir, la notan inmediatamente.
No diría que es suntuosa, pero mi escalera de roble es muy hermosa, casi cada vez que la veo me impresiona, admiro su solidez, el grano de su madera, su fulgor rico e incluso siento cierto orgullo.
No como un príncipe por supuesto, pero por lo menos como el autor que maneja su pluma para vivir.
Pero tenemos en la familia un tío que se enorgullece de tener cierta experiencia en el trabajo de ebanistería, así como en un cúmulo de otros campos.
Cuando vino por primera vez para visitar nuestra nueva casa, como lo hace cualquiera otro, vio la escalera.
Pero en vez de hacer un comentario de admiración, como hace la mayoría de la gente - incluso así sea esté por pura cortesía, solamente creo a la mayoría sincera... - se acercó a la escalera, inclinándose y,
para nuestro asombro, comenzó a examinarla.
Al paso de algunos segundos, levantó la cabeza con una clase sonrisa, como si algo fabuloso hubiera descubierto, todavía mejor, como si quisiera adelantarnos algo de lo que nos iba a decir.
El gesto de sus labios nos engañó: esperamos, mi esposa y yo, un elogio.
Pero en lugar de ello, este tío con las mil especialidades dijo:
- es inadmisible, vengan a ver! - nos acercamos.
Nos inclinamos para ver aquella cara de la escalera, en la cual nunca habíamos reparado - miren- dijo, una escalera de este precio, y no tuvieron la precaución de disimular la cabeza de los clavos.!
me incliné más, porque la cabeza de los clavos era extremadamente pequeña, y entonces descubrí que estaba en lo cierto.
Sí, correcto: la cabeza minúscula de los clavos no había sido cubierta, como me imagino el lo hubiera podido hacer.
Este tío desagradable tenía razón, pero al mismo tiempo estaba equivocado, porque le faltó un poco de tacto y debió habernos felicitado por la hermosa escalera de roble que todo el mundo admira.
Me reí de esto, porque nunca había esperado un halago de su parte.
Pero si que estaba equivocado, yo creo, porque no vio la escalera sino solo las minúsculas cabezas de los clavos que no habían sido negligentemente enmascaradas, Sí..., el no había visto la belleza de esta escalera.
Y aun más asombroso, ya que esa superficie que ocupan las cabezas de estos clavos gravemente no disimulados, es obviamente insignificante comparada con la superficie total de la escalera. Apenas una millonésima parte... indudablemente, pero, es esta millonésima, y solamente esta millonésima parte la que este tío vio, en su gran entendimiento.
Cuántas veces somos así y solamente vemos los clavos, y no la espléndida escalera de la vida?
Lejos de sorprenderme por sus comentarios, este tío hizo ver lo que podría ser la única enseñanza,
si es que fuera necesaria, de que cada ser que conocemos puede ser un maestro para nosotros.
Desde este día en el que estuve en oposición a estas pequeñeces, he pensado en este tío mata-diversiones y sus cuentos sobre los invisibles clavos de mi bella escalera, y me pregunto si estaré haciendo las mismas cosas que él.
Carlos Devis
Una serendipia es ...
Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.
27 octubre 2015
21 octubre 2015
Cómo el altruismo puede salvar al planeta - Parte 2
En el mes de julio, Matthieu Ricard y Mark Tercek, presidente y director general de Nature Conservancy y autor de “Nature's Fortune: How Business and Society Thrive by Investing in Nature”, (Riqueza natural: Cómo las empresas y la sociedad prosperan al
invertir en el medio ambiente), entamaron un diálogo basado en preguntas
y respuestas sobre los beneficios del altruismo y la preocupación
ambiental.
Parte 2
Tercek: Admiro el énfasis que se le da en su libro "Altruismo" (Altruismo) a la ciencia “con sentido”. Usted afirma que la ciencia es muy clara al afirmar que –podemos entrenar nuestra mente para ser más amables y expresar más compasión-. Por favor díganos más al respecto.
Ricard: Durante mucho tiempo se ha asumido en la psicología, en la economía y en la evolución que el ser humano es esencialmente egoísta. Pero durante los últimos 30 años, los nuevos descubrimientos científicos muestran que el altruismo genuino existe y que puede expandirse más allá de nuestros seres queridos y llegar hasta los demás seres humanos y otras especies.
La colaboración entre los neurocientíficos y los contemplativos ha demostrado que el altruismo y la compasión son habilidades que pueden ser cultivadas con entrenamiento. La investigación ha mostrado sin ambigüedad alguna que el entrenarse en altruismo y compasión produce cambios funcionales y estructurales en el cerebro y que incluso puede cambiar la manifestación de los genes. Estos estudios también han permitido hacer una diferenciación entre la empatía (la capacidad de resonar con los sentimientos de los demás), el altruismo (desear que los demás sean felices) y la compasión (desear que los demás sean libres de sufrimiento).
Incluso si la competencia es generalmente más visible y más espectacular que la cooperación, los trabajos recientes demuestran que la evolución debe incluir la cooperación para crear niveles mayores de organización. Al parecer, actualmente necesitamos pasar al siguiente nivel de cooperación para afrontar los numerosos retos de nuestro tiempo.
Tercek: Yo creo que los ambientalistas podrían logras más luchando y discutiendo menos y poniendo mayor énfasis a la búsqueda de un terreno común, de colaboración y de cooperación –incluso con algunos de los denominados “chicos malos”-. Pero la crítica piensa que eso es ingenuo. ¿Usted qué piensa?
Ricard: Es mucho mejor ganarle a la gente al hacer que lo mejor de ellos mismos remonte a la superficie. Generalmente, esto puede obtenerse al reunirse con ellos personalmente en la medida de lo posible. Recuerde lo que decía Nelson Mandela al reflexionar sobre el tipo de actitud que es útil a una causa política o ambiental:
“Yo siempre supe que bien en el fondo de cada corazón humano existía misericordia y generosidad…La gente tiene que aprender a odiar y si pueden aprender a odiar entonces se les puede enseñar a amar, puesto que el amor llega más fácilmente al corazón humano que lo opuesto…La bondad es una llama que puede ser escondida, pero nunca apagada”.
Estas palabras no provienen de una utopía generada soñando despierto sino de alguien que tuvo que superar el egoísmo institucionalizado por parte de personas que a primera vista no parecían inclinadas a preocuparse por los demás ni a manifestar compasión.
Tercek: ¿Cuál es la mejor manera de pasar al siguiente nivel y de acelerar nuestros esfuerzos de protección ambiental? ¿Cree que el entrenamiento mental que usted propone podría difundirse lo suficiente como para cambiar realmente al mundo?
Ricard: Sí, llevar nuestra capacidad de preocuparnos por los demás hasta su nivel óptimo, incluyendo a las demás especies y a las generaciones futuras es algo que todo el mundo puede hacer. Siempre me sorprende el hecho que nadie se cuestione sobre la necesidad de dedicar tiempo y esfuerzo al aprendizaje de la lectura y la escritura, a aprender a tocar un instrumento, al entrenamiento en cualquier deporte o a la adquisición de habilidades profesionales. ¿Entonces por qué asumimos que las cualidades humanas básicas como la bondad, la atención y el equilibrio emocional están completamente desarrollados desde el principio sin que nosotros tengamos que hacer nada al respecto?
El objetivo por lo tanto, no es necesariamente propagar la meditación como tal, sino hacer que la gente se dé cuenta de que sea lo que sea que hagan en la vida, el desarrollo total de sus cualidades humanas constructivas e íntegras, les procurará beneficios enormes.
De esta manera, cuando el número de personas que cultiva sus cualidades altruistas y sus habilidades de cooperación alcance la masa crítica, habrá un punto culminante en la cultura dominante. La interacción entre el cambio individual y el cambio social es el centro de la evolución cultural.
Tercek: ¿Cómo debemos interactuar con aquellas buenas personas que se sienten incomodas frente a la meditación y las demás practicas espirituales?
Ricard: No es necesario utilizar palabras como meditación y espiritualidad, las cuales pueden alejar a bastantes personas que podrían obtener beneficios de dichas prácticas. Es mejor y más preciso hablar de entrenamiento mental y de cultivar las cualidades humanas básicas. Esto puede realizarse con la ayuda de un camino espiritual, pero también puede hacerse de manera secular. ¿Quién podría oponerse al desarrollo de nuestra compasión y de nuestra preocupación consciente?
Tercek: Usted siempre parece estar contento, de buen humor y listo para reír. ¿Cuál es su secreto?
Ricard: No tengo ningún secreto. La respuesta es muy simple: altruismo y compasión. Aún me queda un largo camino para llevarlos hasta su nivel óptimo, pero trato sinceramente de ser un mejor ser humano día tras día, año tras año. Esto me da alegría y un sentimiento de satisfacción. Mi lema podría ser el siguiente: “Transfórmate a ti mismo para transformar al mundo o para servir mejor a los demás”.
Parte 2
Tercek: Admiro el énfasis que se le da en su libro "Altruismo" (Altruismo) a la ciencia “con sentido”. Usted afirma que la ciencia es muy clara al afirmar que –podemos entrenar nuestra mente para ser más amables y expresar más compasión-. Por favor díganos más al respecto.
Ricard: Durante mucho tiempo se ha asumido en la psicología, en la economía y en la evolución que el ser humano es esencialmente egoísta. Pero durante los últimos 30 años, los nuevos descubrimientos científicos muestran que el altruismo genuino existe y que puede expandirse más allá de nuestros seres queridos y llegar hasta los demás seres humanos y otras especies.
La colaboración entre los neurocientíficos y los contemplativos ha demostrado que el altruismo y la compasión son habilidades que pueden ser cultivadas con entrenamiento. La investigación ha mostrado sin ambigüedad alguna que el entrenarse en altruismo y compasión produce cambios funcionales y estructurales en el cerebro y que incluso puede cambiar la manifestación de los genes. Estos estudios también han permitido hacer una diferenciación entre la empatía (la capacidad de resonar con los sentimientos de los demás), el altruismo (desear que los demás sean felices) y la compasión (desear que los demás sean libres de sufrimiento).
Incluso si la competencia es generalmente más visible y más espectacular que la cooperación, los trabajos recientes demuestran que la evolución debe incluir la cooperación para crear niveles mayores de organización. Al parecer, actualmente necesitamos pasar al siguiente nivel de cooperación para afrontar los numerosos retos de nuestro tiempo.
Tercek: Yo creo que los ambientalistas podrían logras más luchando y discutiendo menos y poniendo mayor énfasis a la búsqueda de un terreno común, de colaboración y de cooperación –incluso con algunos de los denominados “chicos malos”-. Pero la crítica piensa que eso es ingenuo. ¿Usted qué piensa?
Ricard: Es mucho mejor ganarle a la gente al hacer que lo mejor de ellos mismos remonte a la superficie. Generalmente, esto puede obtenerse al reunirse con ellos personalmente en la medida de lo posible. Recuerde lo que decía Nelson Mandela al reflexionar sobre el tipo de actitud que es útil a una causa política o ambiental:
“Yo siempre supe que bien en el fondo de cada corazón humano existía misericordia y generosidad…La gente tiene que aprender a odiar y si pueden aprender a odiar entonces se les puede enseñar a amar, puesto que el amor llega más fácilmente al corazón humano que lo opuesto…La bondad es una llama que puede ser escondida, pero nunca apagada”.
Estas palabras no provienen de una utopía generada soñando despierto sino de alguien que tuvo que superar el egoísmo institucionalizado por parte de personas que a primera vista no parecían inclinadas a preocuparse por los demás ni a manifestar compasión.
Tercek: ¿Cuál es la mejor manera de pasar al siguiente nivel y de acelerar nuestros esfuerzos de protección ambiental? ¿Cree que el entrenamiento mental que usted propone podría difundirse lo suficiente como para cambiar realmente al mundo?
Ricard: Sí, llevar nuestra capacidad de preocuparnos por los demás hasta su nivel óptimo, incluyendo a las demás especies y a las generaciones futuras es algo que todo el mundo puede hacer. Siempre me sorprende el hecho que nadie se cuestione sobre la necesidad de dedicar tiempo y esfuerzo al aprendizaje de la lectura y la escritura, a aprender a tocar un instrumento, al entrenamiento en cualquier deporte o a la adquisición de habilidades profesionales. ¿Entonces por qué asumimos que las cualidades humanas básicas como la bondad, la atención y el equilibrio emocional están completamente desarrollados desde el principio sin que nosotros tengamos que hacer nada al respecto?
El objetivo por lo tanto, no es necesariamente propagar la meditación como tal, sino hacer que la gente se dé cuenta de que sea lo que sea que hagan en la vida, el desarrollo total de sus cualidades humanas constructivas e íntegras, les procurará beneficios enormes.
De esta manera, cuando el número de personas que cultiva sus cualidades altruistas y sus habilidades de cooperación alcance la masa crítica, habrá un punto culminante en la cultura dominante. La interacción entre el cambio individual y el cambio social es el centro de la evolución cultural.
Tercek: ¿Cómo debemos interactuar con aquellas buenas personas que se sienten incomodas frente a la meditación y las demás practicas espirituales?
Ricard: No es necesario utilizar palabras como meditación y espiritualidad, las cuales pueden alejar a bastantes personas que podrían obtener beneficios de dichas prácticas. Es mejor y más preciso hablar de entrenamiento mental y de cultivar las cualidades humanas básicas. Esto puede realizarse con la ayuda de un camino espiritual, pero también puede hacerse de manera secular. ¿Quién podría oponerse al desarrollo de nuestra compasión y de nuestra preocupación consciente?
Tercek: Usted siempre parece estar contento, de buen humor y listo para reír. ¿Cuál es su secreto?
Ricard: No tengo ningún secreto. La respuesta es muy simple: altruismo y compasión. Aún me queda un largo camino para llevarlos hasta su nivel óptimo, pero trato sinceramente de ser un mejor ser humano día tras día, año tras año. Esto me da alegría y un sentimiento de satisfacción. Mi lema podría ser el siguiente: “Transfórmate a ti mismo para transformar al mundo o para servir mejor a los demás”.
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09 octubre 2015
Busca dentro de ti
Busca dentro de ti la solución de todos los problemas, hasta de aquellos que creas más exteriores y materiales.
Dentro de ti esta siempre el secreto, dentro de ti están todos los secretos.
Aún para abrirte camino en la selva virgen, aún para levantar un muro, aún para tender un puente, has de buscar antes, en ti, el secreto.
Dentro de ti hay tendidos ya todos los puentes están cortadas dentro de ti las malezas y lianas que cierran los caminos.
Todas las arquitecturas están ya levantadas, dentro de ti.
Pregunta al arquitecto escondido.
Él te dará sus fórmulas.
Antes de ir a buscar el hacha de más filo, la piqueta más dura, la pala más resistente...entra en tu interior y pregunta...
Y sabrás lo esencial de todos los problemas y se te enseñará lo mejor de todas las fórmulas, y se te dará la más sólida de todas las herramientas.
Y acertarás constantemente, puesto que dentro de ti llevas la luz misteriosa de todos los secretos...
Amado Nervo
Dentro de ti esta siempre el secreto, dentro de ti están todos los secretos.
Aún para abrirte camino en la selva virgen, aún para levantar un muro, aún para tender un puente, has de buscar antes, en ti, el secreto.
Dentro de ti hay tendidos ya todos los puentes están cortadas dentro de ti las malezas y lianas que cierran los caminos.
Todas las arquitecturas están ya levantadas, dentro de ti.
Pregunta al arquitecto escondido.
Él te dará sus fórmulas.
Antes de ir a buscar el hacha de más filo, la piqueta más dura, la pala más resistente...entra en tu interior y pregunta...
Y sabrás lo esencial de todos los problemas y se te enseñará lo mejor de todas las fórmulas, y se te dará la más sólida de todas las herramientas.
Y acertarás constantemente, puesto que dentro de ti llevas la luz misteriosa de todos los secretos...
Amado Nervo
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08 octubre 2015
Cómo el altruismo puede salvar al planeta - Parte 1
En el mes de julio, Matthieu Ricard y Mark Tercek, presidente y
director general de Nature Conservancy y autor de “Nature's Fortune: How
Business and Society Thrive by Investing in Nature”, (Riqueza natural:
Cómo las empresas y la sociedad prosperan al invertir en el medio
ambiente), entamaron un diálogo basado en preguntas y respuestas sobre
los beneficios del altruismo y la preocupación ambiental.
Tercek: Me encanta su nuevo libro "Altruism" (Altruismo) y la manera en que reta a la gente para que sean altruistas con el fin de crear un mundo mejor. ¿Cuál es su definición del “altruismo”?
Ricard: El altruismo es un estado mental de benevolencia. Ser altruista significa preocuparse por la situación de todos los que nos rodean y desearles bienestar. Esto debe ir de la mano con la determinación de actuar por su bienestar. Valorar a los demás es el estado mental principal que lleva al altruismo.
Cuando el altruismo es nuestro estado mental principal -nuestro funcionamiento por defecto-, éste se manifiesta a través de la bondad hacia quien quiera que entre en nuestro centro de atención y es sinónimo de buena voluntad, buena disposición e inclinación a ayudar. Cuando percibimos que los demás tienen una necesidad apremiante, desarrollamos preocupación con empatía. Cuando la necesidad está relacionada con la búsqueda de la felicidad, el altruismo promueve la realización de dicha aspiración. Cuando la necesidad está relacionada con el sufrimiento, la compasión nos llevará a remediar dicho sufrimiento así como sus causas.
Por supuesto, debemos hacer todo lo posible para aplicar en acciones el altruismo y la compasión. Sin embargo, no debemos limitar el uso del término “altruismo” a comportamientos externos puesto que las acciones en sí mismas no nos permiten conocer con certitud las motivaciones que las generaron. Un obstáculo para pasar a la acción –que esté más allá del control de la persona que desea actuar- no disminuye para nada la naturaleza altruista de su motivación.
Tercek: Me gusta bastante el énfasis que el libro le da a los retos ambientales y a la manera como el altruismo puede contribuir al progreso del ámbito ambiental. ¿Qué consejo podría darnos a nosotros los ambientalistas para ser más altruistas en nuestro trabajo?
Ricard: El tema ambiental es complejo a nivel científico, económico y político. Pero al final, es una cuestión de altruismo contra egoísmo. ¡Si no nos preocupamos por la suerte de las generaciones futuras y de los millones de otras especies con quienes compartimos este planeta, no veremos que existe un problema ambiental!
Algunos piensan que no es importante porque no estarán aquí dentro de 100 años. Groucho Marx dijo célebremente: “¿Por qué debería preocuparme por las generaciones futuras? ¿Qué han hecho ellos por mí?. Desafortunadamente, algunas pocas personas aún afirman eso de manera muy seria.
Entonces, mi humilde consejo para los ambientalistas sería el demostrar y explicar que el altruismo es el único concepto que puede reconciliar las necesidades de la economía a corto plazo, la calidad de vida a mediano plazo y el medio ambiente a largo plazo.
Asumamos que la mayoría de nosotros somos básicamente buenas personas que estamos dispuestas a construir un mundo mejor. En ese caso, podremos lograrlo gracias al altruismo. Si sentimos más consideración hacia los demás, promoveremos una economía más respetuosa así como la armonía en nuestra sociedad, generando un remedio contra la desigualdad. Haremos todo lo que sea necesario para no infringir los límites dentro de los cuales la humanidad y el resto de la biosfera pueden seguir prosperando.
Necesitamos resaltar el hecho de que estamos en el mismo barco –en el cual todo es fundamentalmente interdependiente- y que necesitamos aumentar nuestro nivel de cooperación y de solidaridad.
Tercek: Uno de los retos que nosotros los ambientalistas enfrentamos es que existen ciertas empresas, gobiernos e individuos que realizan actividades que son muy nocivas para el medio ambiente. ¿Cómo sugiere que podríamos abordar tales actores de una manera altruista?
Ricard: Si creemos en la emergencia de una sociedad más altruista, no deberíamos sentirnos desanimados al afrontar las manifestaciones del egoísmo. Cuando ciertos grupos de interés cínicos hacen que la generación de ingresos sea su prioridad, ignorando las consecuencias nocivas que sus actividades tienen sobre la población y sobre toda la biosfera, es legítimo hablar de egoísmo institucionalizado.
La mejor manera de actuar es hacerlo juntos para generar una cultura de cambio. Afortunadamente, las culturas cambian más rápido que los genes. Hoy en día nadie se atrevería a decir públicamente “La esclavitud no fue tan mala a pesar de todo”, o “¿Por qué no nos retractamos en la decisión de conceder el derecho de voto a las mujeres?”. Hay un límite cuando uno se da cuenta de que ya no puede apoyar ciertos tipos de comportamiento.
Si se les sugiere a los inversionistas cínicos o a los industriales, a los que niegan el cambio climático, o a los ejecutivos de las compañías tabaqueras que deberían sentir compasión, es probable que respondan que ellos son capaces de sentir compasión a nivel personal pero que eso no es parte de su trabajo. Sin embargo, actualmente es casi imposible afirmar cosas como “No me preocupo por las generaciones futuras”, “No me preocupo por la pobreza cuando tengo tanta abundancia” y “No me importa si habrá 200 millones de refugiados climáticos en 2030”.
Debemos ayudar a la gente para que comprenda que ellos mismos son seres humanos, que están programados para sentir preocupación por los demás, que pueden -y deben- integrar su humanidad dentro de sus actividades profesionales. Es posible mostrarles que es una situación en la que todos ganan.
Tercek: Me encanta su nuevo libro "Altruism" (Altruismo) y la manera en que reta a la gente para que sean altruistas con el fin de crear un mundo mejor. ¿Cuál es su definición del “altruismo”?
Ricard: El altruismo es un estado mental de benevolencia. Ser altruista significa preocuparse por la situación de todos los que nos rodean y desearles bienestar. Esto debe ir de la mano con la determinación de actuar por su bienestar. Valorar a los demás es el estado mental principal que lleva al altruismo.
Cuando el altruismo es nuestro estado mental principal -nuestro funcionamiento por defecto-, éste se manifiesta a través de la bondad hacia quien quiera que entre en nuestro centro de atención y es sinónimo de buena voluntad, buena disposición e inclinación a ayudar. Cuando percibimos que los demás tienen una necesidad apremiante, desarrollamos preocupación con empatía. Cuando la necesidad está relacionada con la búsqueda de la felicidad, el altruismo promueve la realización de dicha aspiración. Cuando la necesidad está relacionada con el sufrimiento, la compasión nos llevará a remediar dicho sufrimiento así como sus causas.
Por supuesto, debemos hacer todo lo posible para aplicar en acciones el altruismo y la compasión. Sin embargo, no debemos limitar el uso del término “altruismo” a comportamientos externos puesto que las acciones en sí mismas no nos permiten conocer con certitud las motivaciones que las generaron. Un obstáculo para pasar a la acción –que esté más allá del control de la persona que desea actuar- no disminuye para nada la naturaleza altruista de su motivación.
Tercek: Me gusta bastante el énfasis que el libro le da a los retos ambientales y a la manera como el altruismo puede contribuir al progreso del ámbito ambiental. ¿Qué consejo podría darnos a nosotros los ambientalistas para ser más altruistas en nuestro trabajo?
Ricard: El tema ambiental es complejo a nivel científico, económico y político. Pero al final, es una cuestión de altruismo contra egoísmo. ¡Si no nos preocupamos por la suerte de las generaciones futuras y de los millones de otras especies con quienes compartimos este planeta, no veremos que existe un problema ambiental!
Algunos piensan que no es importante porque no estarán aquí dentro de 100 años. Groucho Marx dijo célebremente: “¿Por qué debería preocuparme por las generaciones futuras? ¿Qué han hecho ellos por mí?. Desafortunadamente, algunas pocas personas aún afirman eso de manera muy seria.
Entonces, mi humilde consejo para los ambientalistas sería el demostrar y explicar que el altruismo es el único concepto que puede reconciliar las necesidades de la economía a corto plazo, la calidad de vida a mediano plazo y el medio ambiente a largo plazo.
Asumamos que la mayoría de nosotros somos básicamente buenas personas que estamos dispuestas a construir un mundo mejor. En ese caso, podremos lograrlo gracias al altruismo. Si sentimos más consideración hacia los demás, promoveremos una economía más respetuosa así como la armonía en nuestra sociedad, generando un remedio contra la desigualdad. Haremos todo lo que sea necesario para no infringir los límites dentro de los cuales la humanidad y el resto de la biosfera pueden seguir prosperando.
Necesitamos resaltar el hecho de que estamos en el mismo barco –en el cual todo es fundamentalmente interdependiente- y que necesitamos aumentar nuestro nivel de cooperación y de solidaridad.
Tercek: Uno de los retos que nosotros los ambientalistas enfrentamos es que existen ciertas empresas, gobiernos e individuos que realizan actividades que son muy nocivas para el medio ambiente. ¿Cómo sugiere que podríamos abordar tales actores de una manera altruista?
Ricard: Si creemos en la emergencia de una sociedad más altruista, no deberíamos sentirnos desanimados al afrontar las manifestaciones del egoísmo. Cuando ciertos grupos de interés cínicos hacen que la generación de ingresos sea su prioridad, ignorando las consecuencias nocivas que sus actividades tienen sobre la población y sobre toda la biosfera, es legítimo hablar de egoísmo institucionalizado.
La mejor manera de actuar es hacerlo juntos para generar una cultura de cambio. Afortunadamente, las culturas cambian más rápido que los genes. Hoy en día nadie se atrevería a decir públicamente “La esclavitud no fue tan mala a pesar de todo”, o “¿Por qué no nos retractamos en la decisión de conceder el derecho de voto a las mujeres?”. Hay un límite cuando uno se da cuenta de que ya no puede apoyar ciertos tipos de comportamiento.
Si se les sugiere a los inversionistas cínicos o a los industriales, a los que niegan el cambio climático, o a los ejecutivos de las compañías tabaqueras que deberían sentir compasión, es probable que respondan que ellos son capaces de sentir compasión a nivel personal pero que eso no es parte de su trabajo. Sin embargo, actualmente es casi imposible afirmar cosas como “No me preocupo por las generaciones futuras”, “No me preocupo por la pobreza cuando tengo tanta abundancia” y “No me importa si habrá 200 millones de refugiados climáticos en 2030”.
Debemos ayudar a la gente para que comprenda que ellos mismos son seres humanos, que están programados para sentir preocupación por los demás, que pueden -y deben- integrar su humanidad dentro de sus actividades profesionales. Es posible mostrarles que es una situación en la que todos ganan.
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05 octubre 2015
Nuestra relación con el dolor físico: Cómo recuperar nuestro poder
Estás experimentando dolor en tu cuerpo. Es intenso e incómodo. Has visitado todo tipo de doctores, sanadores, terapeutas y expertos en auto-ayuda. Has probado la medicina occidental, terapias alternativas, energías sanadoras, meditación, cantos, cambio de dieta, medicamentos, experiencias espirituales alucinantes, transmisiones de gurús, rezos, retiros, hipnosis. Has probado tener un pensamiento positivo, anestesiar el dolor, ignorarlo, decirle ‘no’; has intentado ser ‘pura presencia consciente’ o un ‘testigo libre de apegos’… Pero el dolor sigue aquí, y parece que nadie puede ayudarte en este momento. ¿Qué puedes hacer?
¿Seguirás buscando alguna solución, una terapia que funcione? ¿Depositarás tus esperanzas en un futuro que podría o no llegar a ser? ¿O te darás por vencido ahora, simplemente aceptando que no hay nada que pueda hacerse?
Puede ser que la respuesta se encuentre justo en el medio, como lo hacen la mayoría de las respuestas reales.
Verás, tal vez tu dolor tenga algo que mostrarte, algo que el placer, o la ausencia de dolor, o incluso el hecho de ‘conseguir lo que quieres’ jamás podría mostrarte. Tal vez la razón del dolor que hay aquí sea para revelar tu verdadero camino. No para destruirte, sino para centrarte. Para revelar el coraje, la compasión y la ecuanimidad en ti que jamás imaginaste posible. Para hacerte más humilde, para conducirte a un lugar de gratitud, y calma, y verdad. Entonces, se replantea la pregunta de ‘¿Cómo puedo estar libre de dolor ahora?’, a ‘¿Hay inteligencia en este dolor? ¿Hay alguna invitación más profunda aquí? ¿Hay alguna lección enterrada en lo profundo de mi dolor? ¿Hay algo que desea ser tomado en cuenta? ¿Algo hasta ahora oculto que quiere darse a conocer? ‘
¿Qué es peor, el dolor mismo, o tu exigencia de estar libre de dolor en este momento? ¿Las sensaciones del cuerpo que se dan momento-a-momento, o tu guerra contra ellas? ¿El dolor, o tu frustración y desesperación ante el hecho de que ‘siga allí’ y ‘que no haya desaparecido aún’? ¿El dolor, o el sentimiento de que estás atrapado dentro de tu cuerpo, que tu organismo te ha traicionado? ¿El dolor mismo, o tus sueños y esperanzas rotos?
Quizás quieras explorar qué es lo que realmente está causando la mayor parte de tu estrés, depresión y miedo. ¿Es el dolor mismo, o tu actitud hacia él? Podrás descubrir que hay un mundo de diferencia entre el dolor corporal y el sufrimiento y la tristeza que rodean ese dolor. Podrás descubrir que te sientes realmente mucho peor cuando piensas acerca de tu dolor, cuando lo rumias, cuando te preocupas y te obsesionas con él. Cuando piensas acerca del dolor de ayer o la ausencia de éste, cuando imaginas un dolor en el futuro, cuando fantaseas acerca de que el dolor jamás desaparecerá, imaginando que terminará matándote; cuando piensas acerca de todas las cosas que hiciste ‘mal’ - eso es sufrimiento, y es la parte innecesaria. Todo ello son pensamientos, imágenes, ideas, visiones, perspectivas, obsesiones, recuerdos, fantasías - no la realidad viva del momento presente.
Cuando te desconectas del momento presente, y te involucras en la historia acerca de tu dolor, podrás descubrir que se empiezan a formar sentimientos de frustración, miedo e ira que incluso llegan a ser abrumadores. Empiezas a enfocarte en tantas cosas que dejas de tener un control directo sobre este instante. Sueñas con el pasado, cuando te sentías libre de dolor y anhelas volver allí (no puedes). Todo estaba tan bien, en ese entonces. Piensas una y otra vez cómo tu dolor evita que hagas lo que te gusta, cómo es que no te está permitiendo vivir la vida que habías planeado. Imaginas un futuro lleno de dolor y desconexión. Y comienzas a sentirte impotente, y terriblemente decepcionado, e incluso lleno de rabia contra la vida, el universo y todo. Esta no es la vida que habías deseado o imaginado, la vida que se te había prometido. Te concentras en todo lo que ya no puedes hacer, en lo que no eres, en lo que has perdido, en lo que jamás ha de volver. Culpas a tu dolor por arruinarte la vida. Te sientes tan alejado del sanar, del amor, de tu verdadera vida; tan desconectado de tu cuerpo, tan aislado, tan solo.
Has probado todo, todo, excepto lo obvio: aceptar tu dolor, estar presente para él, hoy.
Ahora, seamos claros en esto: aceptar no significa renunciar a la posibilidad de que el dolor disminuya o incluso desaparezca mañana, o la siguiente semana, o el siguiente año. Sólo significa que tu paz no depende de si esto se da o no.
Estás reclamando, recuperando tu felicidad, hoy, independientemente de lo que traiga el futuro.
Aceptar tu dolor no significa que te abandones a tu suerte ni que te conviertas una víctima de la vida. ¡Todo lo contrario! Significa salirte de todas tus fastidiosas y aterradoras historias del pasado y futuro, y alinearte con el punto en donde te encuentras hoy. Significa que te hagas aliado de este día, no su víctima. Significa decir SÍ a cómo te encuentras en este momento, incluso si ‘donde te encuentras’ no es lo que habías esperado. Significa estar en contacto profundo con este momento, con este cuerpo y con su potencial para sanar, con el suelo en donde te encuentras parado, con el universo entero mientras danza. Significa admitir que no tienes el control de este antiguo cosmos, que hay una profunda inteligencia operando aquí, infinitamente más sabia que el ego humano. Significa admitir que no puedes saber cómo lucirá la próxima escena de tu vida. Significa salirte de la historia del tiempo y el espacio. Significa confiar y actuar desde la confianza. Significa aprovechar la creatividad de cada momento; estar abierto a conexiones, soluciones, respuestas, y sí, alegrías completamente inesperadas.
Cuando luchas con tu dolor, cuando huyes de él, te conviertes en su víctima, porque le estás permitiendo que tenga poder sobre ti, estás permitiendo que tu alegría se vea disminuida por él. Estás dotando de poder al dolor a través de tu resistencia, a través de tu esfuerzo por deshacerte de él, al tratar de escapar, incluso al intentar ‘sanarlo’. Ahí hay violencia. Y como te habrás dado cuenta, tu intento de deshacerte de él, hasta este momento, ha fracasado; tu resistencia no te ha llevado hacia una verdadera cura. Sólo te ha separado más y más de tu cuerpo, de tu presencia, de tu paz, de la gente que quieres, de la gratitud, de la inteligencia del momento - la fuente de la verdadera sanación. Y ha terminado agotándote, consumiendo tus reservas de energía. Piensa en toda la energía que se ha invertido en esa lucha - energía que podría utilizarse para nutrirte a ti mismo. Cuando caes en el punto de la aceptación, ves el dolor como un aliado, una guía, un maestro, no una amenaza para tu vida o tu camino. El SÍ es el reclamo, la recuperación de tu poder, no tu pasividad. Estás liberando algo innecesario, sin convertirte en una víctima o tolerar algo que no deseas.
Te sales de la historia que crea el pensamiento: ‘el dolor debería haber desaparecido ya’ (no puedes saberlo) o ‘el dolor jamás desaparecerá’ (no puedes saberlo). Todo eso es un pensar basado en el pasado y en el futuro, pesadillas y sueños. Dejas de comparar cómo te encuentras ahora con cómo quieres estar, dejas de enfocarte en la distancia cada vez mayor entre ambas situaciones. Dejas de crear la imagen de ‘libre de dolor’, y dejas de comparar este momento con esa imagen. Sueltas la historia de ‘Debí haber vivido de una manera diferente - yo generé este dolor - soy culpable’. Eso es querer rebobinar la película de tu vida, y tampoco tienes ningún poder en esa dirección. Eliminas la carga del tiempo al hacerte presente para este momento. La Presencia es tu verdadera fuente de poder - y en ultima instancia, tu sanar.
Dejas de enfocarte en todo lo que no puedes hacer en este momento, en todo lo que no eres. El enfoque en la carencia o en ‘lo que no está aquí’ sólo te hará sentir más deprimido, impotente y desconectado. Vuelves tu enfoque hacia lo que sí puedes hacer, a lo que eres, a lo que está presente, a lo que no ha sido perdido, a lo que aún es posible, a los regalos de hoy, a todo lo que el dolor no puede tocar. A todas las cosas que hacen que valga la pena vivir. A todo lo que, quizás, finalmente, el dolor te ha hecho recordar. Tal vez todo esto sea un llamado a la simplicidad radical.
Te vuelves curioso por conocer este momento - ésta presente escena en la película de tu vida. Te sientes fascinado con este momento, con todo lo que está vivo aquí. Este aliento. Esas sensaciones. La sensación de la tierra bajo tus pies. El sonido de un pájaro cantando. Un auto sonando la bocina. Y el dolor también está aquí - ves todo eso, sin juicio, y tampoco juzgas ningún juicio que llegue a surgir. Adviertes en ti el deseo de que desaparezca el dolor - pero tampoco haces de eso tu enemigo. Notas la profunda urgencia de estar libre de dolor, de escapar a cualquier otro tiempo o lugar. Notas una frustración, una decepción por el hecho de que el dolor sigue estando allí, que aún no se ha evaporado. No luchas contra esos pensamientos o sentimientos, sino que te mantienes curioso, conectado con el momento. Comienzas a aceptar esos sentimientos dentro de ti. Aceptas, incluso, sentimientos de no-aceptación; aceptas movimientos de no-aceptación. Te sales de tu mente y te alineas con tu cuerpo. Sientes el aliento, su movimiento, el ritmo, su inmediatez, su presencia. Sientes cómo se eleva y cae como una ola en el inmenso océano. Sientes cómo se expande y se contrae tu vientre. Sabes que estás (eres) aquí, en este momento. Firme, vivo. Un valiente explorador. Dispuesto a investigar, y sin prisa por sacar conclusiones.
Sales de la historia de tu dolor, del relato del dolor de ayer y del de mañana, del recuerdo del dolor pasado y la anticipación del dolor futuro. Toda esa historia resulta ser muy desagradable. Dejas de pensar acerca de tu dolor en este momento, y te comprometes a entrar en comunión con él en este momento presente. Vuelves a poner atención a las sensaciones en el cuerpo. Por un momento, haces a un lado la palabra ‘dolor’ (una palabra sumamente pesada y sólida que proviene del pasado) y exploras y sientes directamente las crudas sensaciones que constituyen tu experiencia presente de dolor. ¿Se sienten tensas, contraídas, suaves? ¿Pesadas, calientes, frías, punzantes, sordas? Ahora, deja de lado incluso esas palabras y vuelve a poner atención a las sensaciones reales, sin etiquetarlas, con un espíritu curioso y abierto.
Recuerda, no estás tratando de deshacerte de esas sensaciones, ni interrumpirlas, o desaparecerlas o incluso sanarlas. Te estás manteniendo muy cerca, ofreciendo tu amorosa atención y la calidez de tu presencia a esa parte del cuerpo que pide a gritos tu atención. Continúa explorando. ¿Puedes identificar un ‘centro’ en tu dolor? ¿Tu dolor tienen algún contorno? ¿Palpita, late, vibra? Experimenta tratando de cambiar tu atención hacia el punto central de tu dolor. Si las sensaciones comienzan a moverse, síguelas a través de tu cuerpo. Si se intensifican, está bien - mantén tu curiosidad. Si comienzan a desvanecerse, a expandirse, a suavizarse, maravilloso - mantente cerca. No esperes ningún resultado en particular, pero permite que surja cualquier expectativa y obsérvala. Cualquier expectativa mantenida demasiado tiempo puede conducir a la decepción a la hora de ver la realidad. Advierte eso también. Cualquier cosa que aparezca, acógela - incluso acoge tu incapacidad de acoger la realidad.
Si lo deseas, puedes jugar a experimentar con la respiración. Conforme inhalas, siente o imagina el aliento fluyendo hacia el área en donde se siente la molestia, imbuyéndola de vida y oxígeno. Estarás dignificando esa parte sensible en ti. Recordarás que eso tiene derecho a estar allí, también; el derecho de ser incluido en la respiración y en el cuerpo, y no ser excluido. Resulta muy amoroso brindar un aliento al dolor, evaporar la división ilusoria. En lugar de generar contracción alrededor del dolor, contraerte tú alrededor de él, le ofreces un aliento, imbuyéndolo de amor, de inspiración y vida. Estarás honrando la presencia del dolor en este momento, en lugar de esperar su desaparición en el tiempo. Estarás recordando una profunda aprobación en el corazón de la experiencia. No estarás tratando de que el dolor desaparezca, sino explorando la naturaleza de su aparición.
Podrás comenzar a notar que, como todo en la vida, el dolor no es sólido, sino una amorfa masa de sensaciones que bailan, cambiando momento-a-momento. A veces descubrirás que el dolor no está realmente ahí. A veces, con una gentil y amorosa atención, un dolor intenso se suavizará, se disipará, se relajará, se hará menos punzante, más difuso. Algunas veces el dolor podrá tomar más fuerza. Algunas otras veces te concentrarás en otros asuntos - una pieza musical, una conversación, una caminata al aire libre, una meditación, o en una hermosa ensoñación - que te hará olvidar que el dolor estaba allí. (¿Está el dolor presente cuando no estás consciente de él?). Podrás aprender a valorar esos momentos. Tu experiencia real de dolor está cambiando constantemente, evolucionando, modificándose, nunca es la misma. La historia ‘siento dolor’ o ‘el dolor es constante’ a menudo no es capaz ni de comenzar a describir la realidad del dolor: completamente viva, de momento-a-momento. Recuerda, desde el punto de vista del momento presente, no hay tal cosa como ‘siempre’, ‘nunca’, ni siquiera un ‘constante’. No hay ayer, no hay mañana. Sólo hay Ahora. El Ahora es con lo único que estás tratando.
Puedes ver tu dolor como un enemigo, esencialmente ‘malo’ o ‘erróneo’ o como un ‘error’, o puedes verlo como un aliado en tu valiente exploración de la vida. Muchos han despertado del sueño del sufrimiento no a pesar del dolor, sino debido al dolor. El dolor les ha enseñado a bajar su ritmo, a prestar atención a partes de sí mismos que de otra manera no habrían sido atendidas. Les ha enseñado a salir de las historias del pasado y futuro, y confiar, descansar en el momento. Les ha enseñado a respirar, a explorar, a sentirse agradecidos por las cosas más simples. A suavizarse pero adquiriendo un gran poder. A enfocarse en lo que realmente importa en la vida. A valorar y apreciar el día, descubrir lo precioso de cada encuentro, de cada momento de alegría, de cada momento de tristeza, de hacer amistad con todo - incluso con sus decepciones, miedos, y momentos de desesperación. Soltar los sueños de ‘lo que pudo haber sido’, y despertar a la realidad de ‘lo que es’. Para muchos, el dolor les ha enseñado la humildad; les ha penetrado el ego, ha roto en mil pedazos sus viejos sueños de espiritualidad y los ha llevado a un lugar de entrega y amor. Los ha forzado a tomar su verdadero camino, a patadas y gritos. Irónicamente, les ha enseñado el verdadero significado del sanar.
Si tan sólo dejaras de compararte, amigo, podrías encontrar regalos y enseñanzas escondidas en tu extraordinaria experiencia de dolor. Y tu intención podría cambiar - del intento de deshacerte del dolor, a escucharlo, estando presente a su apariencia, preguntándote qué es lo que está pidiendo. Te podrías mover de la violencia y la desesperación hacia la gentileza, la aceptación, la calma y la paciencia. Podrías iniciar una conversación amistosa con tu dolor.
El dolor puede destruirte o puede centrarte. Puede sumergirte en el sueño y la depresión, o puede despertarte. Te puede convertir en una víctima, o puede ayudarte a sentir más poderoso, más alineado, más conectado que nunca con tu vida verdadera.
No estoy diciendo que debas intentar que te guste tu dolor. Eso es poco realista. No estoy diciendo que te conviertas en un masoquista o en un intrépido guerrero. Eso es innecesario. No estoy diciendo, incluso, que debas dejar de ir con el doctor o con el sanador, con el terapeuta o con algún amigo que pueda ayudarte, que te ofrezca otro punto de vista con respecto a la razón de tu dolor. Te estoy pidiendo - que por mientras, por lo menos por hoy - escuches tu dolor para encontrar la inteligencia que hay allí. Que salgas de todas esas complicadas historias basadas en el miedo que envuelven tu dolor. Que dejes de pensar tanto en tu dolor, y optes por un poco de dulzura, y exploración. La aceptación no puede hacer que tu dolor empeore. Sólo te puede llevar hacia lo más profundo del inmenso misterio del sanar.
Y algún día, no muy lejano, podrás ver en retrospectiva y agradecer a tu dolor por haber tenido la capacidad de mantenerte firme, curioso, abierto. Podrás darte cuenta que tu dolor no era un obstáculo en tu camino - que era realmente tu camino, y tu más grande maestro.
Jeff Foster
¿Seguirás buscando alguna solución, una terapia que funcione? ¿Depositarás tus esperanzas en un futuro que podría o no llegar a ser? ¿O te darás por vencido ahora, simplemente aceptando que no hay nada que pueda hacerse?
Puede ser que la respuesta se encuentre justo en el medio, como lo hacen la mayoría de las respuestas reales.
Verás, tal vez tu dolor tenga algo que mostrarte, algo que el placer, o la ausencia de dolor, o incluso el hecho de ‘conseguir lo que quieres’ jamás podría mostrarte. Tal vez la razón del dolor que hay aquí sea para revelar tu verdadero camino. No para destruirte, sino para centrarte. Para revelar el coraje, la compasión y la ecuanimidad en ti que jamás imaginaste posible. Para hacerte más humilde, para conducirte a un lugar de gratitud, y calma, y verdad. Entonces, se replantea la pregunta de ‘¿Cómo puedo estar libre de dolor ahora?’, a ‘¿Hay inteligencia en este dolor? ¿Hay alguna invitación más profunda aquí? ¿Hay alguna lección enterrada en lo profundo de mi dolor? ¿Hay algo que desea ser tomado en cuenta? ¿Algo hasta ahora oculto que quiere darse a conocer? ‘
¿Qué es peor, el dolor mismo, o tu exigencia de estar libre de dolor en este momento? ¿Las sensaciones del cuerpo que se dan momento-a-momento, o tu guerra contra ellas? ¿El dolor, o tu frustración y desesperación ante el hecho de que ‘siga allí’ y ‘que no haya desaparecido aún’? ¿El dolor, o el sentimiento de que estás atrapado dentro de tu cuerpo, que tu organismo te ha traicionado? ¿El dolor mismo, o tus sueños y esperanzas rotos?
Quizás quieras explorar qué es lo que realmente está causando la mayor parte de tu estrés, depresión y miedo. ¿Es el dolor mismo, o tu actitud hacia él? Podrás descubrir que hay un mundo de diferencia entre el dolor corporal y el sufrimiento y la tristeza que rodean ese dolor. Podrás descubrir que te sientes realmente mucho peor cuando piensas acerca de tu dolor, cuando lo rumias, cuando te preocupas y te obsesionas con él. Cuando piensas acerca del dolor de ayer o la ausencia de éste, cuando imaginas un dolor en el futuro, cuando fantaseas acerca de que el dolor jamás desaparecerá, imaginando que terminará matándote; cuando piensas acerca de todas las cosas que hiciste ‘mal’ - eso es sufrimiento, y es la parte innecesaria. Todo ello son pensamientos, imágenes, ideas, visiones, perspectivas, obsesiones, recuerdos, fantasías - no la realidad viva del momento presente.
Cuando te desconectas del momento presente, y te involucras en la historia acerca de tu dolor, podrás descubrir que se empiezan a formar sentimientos de frustración, miedo e ira que incluso llegan a ser abrumadores. Empiezas a enfocarte en tantas cosas que dejas de tener un control directo sobre este instante. Sueñas con el pasado, cuando te sentías libre de dolor y anhelas volver allí (no puedes). Todo estaba tan bien, en ese entonces. Piensas una y otra vez cómo tu dolor evita que hagas lo que te gusta, cómo es que no te está permitiendo vivir la vida que habías planeado. Imaginas un futuro lleno de dolor y desconexión. Y comienzas a sentirte impotente, y terriblemente decepcionado, e incluso lleno de rabia contra la vida, el universo y todo. Esta no es la vida que habías deseado o imaginado, la vida que se te había prometido. Te concentras en todo lo que ya no puedes hacer, en lo que no eres, en lo que has perdido, en lo que jamás ha de volver. Culpas a tu dolor por arruinarte la vida. Te sientes tan alejado del sanar, del amor, de tu verdadera vida; tan desconectado de tu cuerpo, tan aislado, tan solo.
Has probado todo, todo, excepto lo obvio: aceptar tu dolor, estar presente para él, hoy.
Ahora, seamos claros en esto: aceptar no significa renunciar a la posibilidad de que el dolor disminuya o incluso desaparezca mañana, o la siguiente semana, o el siguiente año. Sólo significa que tu paz no depende de si esto se da o no.
Estás reclamando, recuperando tu felicidad, hoy, independientemente de lo que traiga el futuro.
Aceptar tu dolor no significa que te abandones a tu suerte ni que te conviertas una víctima de la vida. ¡Todo lo contrario! Significa salirte de todas tus fastidiosas y aterradoras historias del pasado y futuro, y alinearte con el punto en donde te encuentras hoy. Significa que te hagas aliado de este día, no su víctima. Significa decir SÍ a cómo te encuentras en este momento, incluso si ‘donde te encuentras’ no es lo que habías esperado. Significa estar en contacto profundo con este momento, con este cuerpo y con su potencial para sanar, con el suelo en donde te encuentras parado, con el universo entero mientras danza. Significa admitir que no tienes el control de este antiguo cosmos, que hay una profunda inteligencia operando aquí, infinitamente más sabia que el ego humano. Significa admitir que no puedes saber cómo lucirá la próxima escena de tu vida. Significa salirte de la historia del tiempo y el espacio. Significa confiar y actuar desde la confianza. Significa aprovechar la creatividad de cada momento; estar abierto a conexiones, soluciones, respuestas, y sí, alegrías completamente inesperadas.
Cuando luchas con tu dolor, cuando huyes de él, te conviertes en su víctima, porque le estás permitiendo que tenga poder sobre ti, estás permitiendo que tu alegría se vea disminuida por él. Estás dotando de poder al dolor a través de tu resistencia, a través de tu esfuerzo por deshacerte de él, al tratar de escapar, incluso al intentar ‘sanarlo’. Ahí hay violencia. Y como te habrás dado cuenta, tu intento de deshacerte de él, hasta este momento, ha fracasado; tu resistencia no te ha llevado hacia una verdadera cura. Sólo te ha separado más y más de tu cuerpo, de tu presencia, de tu paz, de la gente que quieres, de la gratitud, de la inteligencia del momento - la fuente de la verdadera sanación. Y ha terminado agotándote, consumiendo tus reservas de energía. Piensa en toda la energía que se ha invertido en esa lucha - energía que podría utilizarse para nutrirte a ti mismo. Cuando caes en el punto de la aceptación, ves el dolor como un aliado, una guía, un maestro, no una amenaza para tu vida o tu camino. El SÍ es el reclamo, la recuperación de tu poder, no tu pasividad. Estás liberando algo innecesario, sin convertirte en una víctima o tolerar algo que no deseas.
Te sales de la historia que crea el pensamiento: ‘el dolor debería haber desaparecido ya’ (no puedes saberlo) o ‘el dolor jamás desaparecerá’ (no puedes saberlo). Todo eso es un pensar basado en el pasado y en el futuro, pesadillas y sueños. Dejas de comparar cómo te encuentras ahora con cómo quieres estar, dejas de enfocarte en la distancia cada vez mayor entre ambas situaciones. Dejas de crear la imagen de ‘libre de dolor’, y dejas de comparar este momento con esa imagen. Sueltas la historia de ‘Debí haber vivido de una manera diferente - yo generé este dolor - soy culpable’. Eso es querer rebobinar la película de tu vida, y tampoco tienes ningún poder en esa dirección. Eliminas la carga del tiempo al hacerte presente para este momento. La Presencia es tu verdadera fuente de poder - y en ultima instancia, tu sanar.
Dejas de enfocarte en todo lo que no puedes hacer en este momento, en todo lo que no eres. El enfoque en la carencia o en ‘lo que no está aquí’ sólo te hará sentir más deprimido, impotente y desconectado. Vuelves tu enfoque hacia lo que sí puedes hacer, a lo que eres, a lo que está presente, a lo que no ha sido perdido, a lo que aún es posible, a los regalos de hoy, a todo lo que el dolor no puede tocar. A todas las cosas que hacen que valga la pena vivir. A todo lo que, quizás, finalmente, el dolor te ha hecho recordar. Tal vez todo esto sea un llamado a la simplicidad radical.
Te vuelves curioso por conocer este momento - ésta presente escena en la película de tu vida. Te sientes fascinado con este momento, con todo lo que está vivo aquí. Este aliento. Esas sensaciones. La sensación de la tierra bajo tus pies. El sonido de un pájaro cantando. Un auto sonando la bocina. Y el dolor también está aquí - ves todo eso, sin juicio, y tampoco juzgas ningún juicio que llegue a surgir. Adviertes en ti el deseo de que desaparezca el dolor - pero tampoco haces de eso tu enemigo. Notas la profunda urgencia de estar libre de dolor, de escapar a cualquier otro tiempo o lugar. Notas una frustración, una decepción por el hecho de que el dolor sigue estando allí, que aún no se ha evaporado. No luchas contra esos pensamientos o sentimientos, sino que te mantienes curioso, conectado con el momento. Comienzas a aceptar esos sentimientos dentro de ti. Aceptas, incluso, sentimientos de no-aceptación; aceptas movimientos de no-aceptación. Te sales de tu mente y te alineas con tu cuerpo. Sientes el aliento, su movimiento, el ritmo, su inmediatez, su presencia. Sientes cómo se eleva y cae como una ola en el inmenso océano. Sientes cómo se expande y se contrae tu vientre. Sabes que estás (eres) aquí, en este momento. Firme, vivo. Un valiente explorador. Dispuesto a investigar, y sin prisa por sacar conclusiones.
Sales de la historia de tu dolor, del relato del dolor de ayer y del de mañana, del recuerdo del dolor pasado y la anticipación del dolor futuro. Toda esa historia resulta ser muy desagradable. Dejas de pensar acerca de tu dolor en este momento, y te comprometes a entrar en comunión con él en este momento presente. Vuelves a poner atención a las sensaciones en el cuerpo. Por un momento, haces a un lado la palabra ‘dolor’ (una palabra sumamente pesada y sólida que proviene del pasado) y exploras y sientes directamente las crudas sensaciones que constituyen tu experiencia presente de dolor. ¿Se sienten tensas, contraídas, suaves? ¿Pesadas, calientes, frías, punzantes, sordas? Ahora, deja de lado incluso esas palabras y vuelve a poner atención a las sensaciones reales, sin etiquetarlas, con un espíritu curioso y abierto.
Recuerda, no estás tratando de deshacerte de esas sensaciones, ni interrumpirlas, o desaparecerlas o incluso sanarlas. Te estás manteniendo muy cerca, ofreciendo tu amorosa atención y la calidez de tu presencia a esa parte del cuerpo que pide a gritos tu atención. Continúa explorando. ¿Puedes identificar un ‘centro’ en tu dolor? ¿Tu dolor tienen algún contorno? ¿Palpita, late, vibra? Experimenta tratando de cambiar tu atención hacia el punto central de tu dolor. Si las sensaciones comienzan a moverse, síguelas a través de tu cuerpo. Si se intensifican, está bien - mantén tu curiosidad. Si comienzan a desvanecerse, a expandirse, a suavizarse, maravilloso - mantente cerca. No esperes ningún resultado en particular, pero permite que surja cualquier expectativa y obsérvala. Cualquier expectativa mantenida demasiado tiempo puede conducir a la decepción a la hora de ver la realidad. Advierte eso también. Cualquier cosa que aparezca, acógela - incluso acoge tu incapacidad de acoger la realidad.
Si lo deseas, puedes jugar a experimentar con la respiración. Conforme inhalas, siente o imagina el aliento fluyendo hacia el área en donde se siente la molestia, imbuyéndola de vida y oxígeno. Estarás dignificando esa parte sensible en ti. Recordarás que eso tiene derecho a estar allí, también; el derecho de ser incluido en la respiración y en el cuerpo, y no ser excluido. Resulta muy amoroso brindar un aliento al dolor, evaporar la división ilusoria. En lugar de generar contracción alrededor del dolor, contraerte tú alrededor de él, le ofreces un aliento, imbuyéndolo de amor, de inspiración y vida. Estarás honrando la presencia del dolor en este momento, en lugar de esperar su desaparición en el tiempo. Estarás recordando una profunda aprobación en el corazón de la experiencia. No estarás tratando de que el dolor desaparezca, sino explorando la naturaleza de su aparición.
Podrás comenzar a notar que, como todo en la vida, el dolor no es sólido, sino una amorfa masa de sensaciones que bailan, cambiando momento-a-momento. A veces descubrirás que el dolor no está realmente ahí. A veces, con una gentil y amorosa atención, un dolor intenso se suavizará, se disipará, se relajará, se hará menos punzante, más difuso. Algunas veces el dolor podrá tomar más fuerza. Algunas otras veces te concentrarás en otros asuntos - una pieza musical, una conversación, una caminata al aire libre, una meditación, o en una hermosa ensoñación - que te hará olvidar que el dolor estaba allí. (¿Está el dolor presente cuando no estás consciente de él?). Podrás aprender a valorar esos momentos. Tu experiencia real de dolor está cambiando constantemente, evolucionando, modificándose, nunca es la misma. La historia ‘siento dolor’ o ‘el dolor es constante’ a menudo no es capaz ni de comenzar a describir la realidad del dolor: completamente viva, de momento-a-momento. Recuerda, desde el punto de vista del momento presente, no hay tal cosa como ‘siempre’, ‘nunca’, ni siquiera un ‘constante’. No hay ayer, no hay mañana. Sólo hay Ahora. El Ahora es con lo único que estás tratando.
Puedes ver tu dolor como un enemigo, esencialmente ‘malo’ o ‘erróneo’ o como un ‘error’, o puedes verlo como un aliado en tu valiente exploración de la vida. Muchos han despertado del sueño del sufrimiento no a pesar del dolor, sino debido al dolor. El dolor les ha enseñado a bajar su ritmo, a prestar atención a partes de sí mismos que de otra manera no habrían sido atendidas. Les ha enseñado a salir de las historias del pasado y futuro, y confiar, descansar en el momento. Les ha enseñado a respirar, a explorar, a sentirse agradecidos por las cosas más simples. A suavizarse pero adquiriendo un gran poder. A enfocarse en lo que realmente importa en la vida. A valorar y apreciar el día, descubrir lo precioso de cada encuentro, de cada momento de alegría, de cada momento de tristeza, de hacer amistad con todo - incluso con sus decepciones, miedos, y momentos de desesperación. Soltar los sueños de ‘lo que pudo haber sido’, y despertar a la realidad de ‘lo que es’. Para muchos, el dolor les ha enseñado la humildad; les ha penetrado el ego, ha roto en mil pedazos sus viejos sueños de espiritualidad y los ha llevado a un lugar de entrega y amor. Los ha forzado a tomar su verdadero camino, a patadas y gritos. Irónicamente, les ha enseñado el verdadero significado del sanar.
Si tan sólo dejaras de compararte, amigo, podrías encontrar regalos y enseñanzas escondidas en tu extraordinaria experiencia de dolor. Y tu intención podría cambiar - del intento de deshacerte del dolor, a escucharlo, estando presente a su apariencia, preguntándote qué es lo que está pidiendo. Te podrías mover de la violencia y la desesperación hacia la gentileza, la aceptación, la calma y la paciencia. Podrías iniciar una conversación amistosa con tu dolor.
El dolor puede destruirte o puede centrarte. Puede sumergirte en el sueño y la depresión, o puede despertarte. Te puede convertir en una víctima, o puede ayudarte a sentir más poderoso, más alineado, más conectado que nunca con tu vida verdadera.
No estoy diciendo que debas intentar que te guste tu dolor. Eso es poco realista. No estoy diciendo que te conviertas en un masoquista o en un intrépido guerrero. Eso es innecesario. No estoy diciendo, incluso, que debas dejar de ir con el doctor o con el sanador, con el terapeuta o con algún amigo que pueda ayudarte, que te ofrezca otro punto de vista con respecto a la razón de tu dolor. Te estoy pidiendo - que por mientras, por lo menos por hoy - escuches tu dolor para encontrar la inteligencia que hay allí. Que salgas de todas esas complicadas historias basadas en el miedo que envuelven tu dolor. Que dejes de pensar tanto en tu dolor, y optes por un poco de dulzura, y exploración. La aceptación no puede hacer que tu dolor empeore. Sólo te puede llevar hacia lo más profundo del inmenso misterio del sanar.
Y algún día, no muy lejano, podrás ver en retrospectiva y agradecer a tu dolor por haber tenido la capacidad de mantenerte firme, curioso, abierto. Podrás darte cuenta que tu dolor no era un obstáculo en tu camino - que era realmente tu camino, y tu más grande maestro.
Jeff Foster
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02 octubre 2015
Don Eugenio
Personalmente no conocí a Don Eugenio, pero mi papá trabajó felizmente en sus empresas, y sí conocimos a su hijo el "otro" Sr. Eugenio Garza. Siempre llamó mi atención la idea del cuidado que él tenía hacia su gente y sus empleados, lo que hacía que todo mundo quisiera trabajar ahí... en algún momento de mi vida quise también ser parte del grupo... Recuerdo mucho que mi papá llevaba a casa la revista "Trabajo y Ahorro" que al llegar, la leíamos con interés, siempre plagada de buenos consejos, no sé sí aún exista... Tal vez en mi casa aún haya algún ejemplar... Les comparto este artículo con frases sabias de un hombre sabio... Edith
Don Eugenio Garza Sada fue un hombre de pocas palabras que se distinguió por sus acciones comprometidas con la comunidad. Las empresas que fundó son una muestra de ello, pero también su impulso al desarrollo social, cultural y material de México.
Don Eugenio Garza Sada fue un hombre de pocas palabras que se distinguió por sus acciones comprometidas con la comunidad. Las empresas que fundó son una muestra de ello, pero también su impulso al desarrollo social, cultural y material de México.
En su archivo personal y las entrevistas
realizadas a su familia y colaboradores, se pueden encontrar algunos
consejos que les compartió, varios ya famosos como el Ideario
Cuauhtémoc, pero otros hasta ahora desconocidos. Sus consejos permanecen
vigentes hasta el día de hoy y son aplicables en diferentes ámbitos y
circunstancias.
- “Creo que es lo moralmente correcto y de ahí no me muevo, no caigo rendido ante el poder del gobierno o ante el poder del dinero o de otras gentes, ante el poder de transar para obtener ciertos beneficios”. A su nieta Verónica Garza Lagüera Rangel. Entrevista No. 5.
- “El lucro no es renta para satisfacciones egoístas, sino instrumento de reinversión para el progreso económico y social”. Revista Trabajo y Ahorro, septiembre de 1983.
- “La libertad y el ahorro son dos elementos- intangible el uno, tangible el otro- destinados al fomento de la inversión. Quienes producen ahorro, producen capital, y sólo el capital es capaz de fomentar el trabajo y las oportunidades”. Trabajo y Ahorro, septiembre 1983.
- “Ya sabes que el Colegio es la base para toda la vida, pues allí se educa a uno a ser hombre y a absorber los conocimientos necesarios para tener éxito en los negocios y empresas posteriores”. A su hijo Manuel Garza Lagüera, 1948.
- “El espíritu de colaboración es lo que da resultado. La simple crítica produce el resultado contrario”. A su hijo Eugenio Garza Lagüera, 1968.
- “Precisamente por amor yo te voy a corregir y la vida es así”. A su nieto Gabriel Garza Rangel. Entrevista No. 25.
- “El que pierde los estribos, pierde la batalla”. A su nieta Cecilia Navarro Garza. Entrevista No. 15.
- “Cualquier persona que va a gastar dinero necesita hacer un presupuesto”. A su nieto Alejandro Navarro Garza. Entrevista No. 11.
- “Papá, pues es que no están hablando”, y él decía: ‘Mira, no importa. Hablas y te callas, y cuando haya hablado cada una de las personas que están contigo, vuelves a hablar tú”. A su hija Alicia Garza Lagüera. Entrevista No. 8.
- “Los malos operan con la rutina, cuando sale uno de la rutina, no hay problema”. Othón Ruiz Montemayor. Entrevista No. 41.
- “Los grandes proyectos deben comenzar de la manera más sencilla” refiriéndose al Tecnológico de Monterrey.
- “Aprende porque es muy importante aprender”. A su nieta Eva Garza Gonda. Entrevista No. 1.
- “Reconocer el mérito en los demás”. Ideario Cuauhtémoc, punto I.
- “Controlar el temperamento”. Ideario Cuauhtémoc, punto II.
- “El respeto a la dignidad humana está por encima de cualquier consideración económica”.
- “Nunca hacer burla”. Ideario Cuauhtémoc, punto III.
- Cuando alguien le preguntó a Don Eugenio cuál trabajo era el más importante de su vida, respondió: “El que esté realizando en este momento”. Revista Trabajo y Ahorro, Septiembre 1974.
- “Ser Cortés”. Ideario Cuauhtémoc, punto IV.
- “No repartas riqueza, reparte trabajo. Así elevarás el nivel de vida del pueblo”.
- “Ser Tolerante”. Ideario Cuauhtémoc, punto V.
- “Ser Puntual”. Ideario Cuauhtémoc, punto VI.
- “Si uno es vanidoso hay que ocultarlo”. Ideario Cuauhtémoc, punto VII.
- “No alterar la verdad”. Ideario Cuauhtémoc, punto VIII.
- “Dejar que los demás se explayen”. Ideario Cuauhtémoc, punto IX.
- “Expresarse concisamente”. Ideario Cuauhtémoc, punto X.
- “Depurar el vocabulario”. Ideario Cuauhtémoc, punto XI.
- “Asegurarse de disfrutar el trabajo”. Ideario Cuauhtémoc, punto XII.
- “Reconocer el enorme valor del trabajo manual”. Ideario Cuauhtémoc, punto XIII.
- “Pensar en el interés del negocio más que en el propio”. Ideario Cuauhtémoc, punto XIV.
- “Análisis por encima de la inspiración o de la intuición”. Ideario Cuauhtémoc, punto XV.
- “La dedicación al trabajo”. Ideario Cuauhtémoc, punto XVI.
- “Ser modesto”. Ideario Cuauhtémoc, punto XVII
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libertad,
moral,
pensar,
puntualidad,
respeto,
sabiduría,
tolerancia,
trabajo
01 octubre 2015
Cicatrices del alma
La vida está llena de momentos. Algunos buenos, otros malos, por su
puesto, algunos de esos momentos marcan de una manera tan profunda la
vida que te dejan una cicatriz, a veces visible, como las cicatrices que
vemos en el rostro de aquellos que sufrieron un terrible accidente.
En el alma radica la mente, la voluntad, las emociones, el intelecto y el entendimiento y cuando hablamos de cicatrices del alma nos referimos aquellos momentos en los que algunas de estas áreas se vieron afectadas, tanto que al ver o sentir la marca que ha quedado, recordamos aquel momento con dolor.
Tal es el caso de la madre que tuvo un hijo. Ese día jamás lo olvidara, pero la historia hubiese sido diferente si el padre de ese niño hubiese estado cerca o si lo hubiese tenido en condiciones sociales mas favorables. O que tal la historia de tres niños en un tren jugando, un padre únicamente observándolos y un hombre reclamándole al padre porque no controla a su hijos y la respuesta de aquel padre: su madre acaba de morir y no se como darles la noticia. O el caso de un hombre que creyó estar amando a su esposa y por tantas ocupaciones no cumplía con las expectativas de ella y ella en vez de confrontarlo, decidió buscar una persona más.
Todos estos casos dejan cicatrices en el alma. Personas que jamás pudieron ser las mismas. Pero la pregunta ante todos estos problemas es como cerrar a herida y al ver la cicatriz saber que ya todo pasó y ver la posibilidad de un nuevo comienzo.
¿En quién me apoyo? ¿A quién busco? ¿Quién pudiera ayudarme? Ante estas situaciones naturales, necesitamos una fuerza sobrenatural: a Dios, quien en diversas situaciones ha utilizado su poder para hacer nuevas todas las cosas, para cambiar la tristeza en alegría, para calmar la desesperación y convertirse en nuestro único apoyo 24 horas, los 7 días de la semana, aquel que nos entiende porque nos formó y conoce exactamente la profundidad de esa cicatriz.
¿Qué vas a hacer con tus cicatrices? ¿Vivir toda tu vida lamentando que las tienes, preguntándote por qué te sucedió aquello a ti? Si bien es cierto que las cicatrices son imborrables, siempre estarán allí, cuando te fortaleces en las áreas en las que no tienes ninguna y le das oportunidad a Dios para que te sane, tu vida puede comenzar de nuevo, te darás cuenta de que amaneció de nuevo para ti y que tu vida puede ser mejor que nunca antes. Dios tiene el poder de hacer que una historia con cicatrices tenga un final feliz.
En el alma radica la mente, la voluntad, las emociones, el intelecto y el entendimiento y cuando hablamos de cicatrices del alma nos referimos aquellos momentos en los que algunas de estas áreas se vieron afectadas, tanto que al ver o sentir la marca que ha quedado, recordamos aquel momento con dolor.
Tal es el caso de la madre que tuvo un hijo. Ese día jamás lo olvidara, pero la historia hubiese sido diferente si el padre de ese niño hubiese estado cerca o si lo hubiese tenido en condiciones sociales mas favorables. O que tal la historia de tres niños en un tren jugando, un padre únicamente observándolos y un hombre reclamándole al padre porque no controla a su hijos y la respuesta de aquel padre: su madre acaba de morir y no se como darles la noticia. O el caso de un hombre que creyó estar amando a su esposa y por tantas ocupaciones no cumplía con las expectativas de ella y ella en vez de confrontarlo, decidió buscar una persona más.
Todos estos casos dejan cicatrices en el alma. Personas que jamás pudieron ser las mismas. Pero la pregunta ante todos estos problemas es como cerrar a herida y al ver la cicatriz saber que ya todo pasó y ver la posibilidad de un nuevo comienzo.
¿En quién me apoyo? ¿A quién busco? ¿Quién pudiera ayudarme? Ante estas situaciones naturales, necesitamos una fuerza sobrenatural: a Dios, quien en diversas situaciones ha utilizado su poder para hacer nuevas todas las cosas, para cambiar la tristeza en alegría, para calmar la desesperación y convertirse en nuestro único apoyo 24 horas, los 7 días de la semana, aquel que nos entiende porque nos formó y conoce exactamente la profundidad de esa cicatriz.
¿Qué vas a hacer con tus cicatrices? ¿Vivir toda tu vida lamentando que las tienes, preguntándote por qué te sucedió aquello a ti? Si bien es cierto que las cicatrices son imborrables, siempre estarán allí, cuando te fortaleces en las áreas en las que no tienes ninguna y le das oportunidad a Dios para que te sane, tu vida puede comenzar de nuevo, te darás cuenta de que amaneció de nuevo para ti y que tu vida puede ser mejor que nunca antes. Dios tiene el poder de hacer que una historia con cicatrices tenga un final feliz.
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