Tercek: Me encanta su nuevo libro "Altruism" (Altruismo) y la manera en que reta a la gente para que sean altruistas con el fin de crear un mundo mejor. ¿Cuál es su definición del “altruismo”?
Ricard: El altruismo es un estado mental de benevolencia. Ser altruista significa preocuparse por la situación de todos los que nos rodean y desearles bienestar. Esto debe ir de la mano con la determinación de actuar por su bienestar. Valorar a los demás es el estado mental principal que lleva al altruismo.
Cuando el altruismo es nuestro estado mental principal -nuestro funcionamiento por defecto-, éste se manifiesta a través de la bondad hacia quien quiera que entre en nuestro centro de atención y es sinónimo de buena voluntad, buena disposición e inclinación a ayudar. Cuando percibimos que los demás tienen una necesidad apremiante, desarrollamos preocupación con empatía. Cuando la necesidad está relacionada con la búsqueda de la felicidad, el altruismo promueve la realización de dicha aspiración. Cuando la necesidad está relacionada con el sufrimiento, la compasión nos llevará a remediar dicho sufrimiento así como sus causas.
Por supuesto, debemos hacer todo lo posible para aplicar en acciones el altruismo y la compasión. Sin embargo, no debemos limitar el uso del término “altruismo” a comportamientos externos puesto que las acciones en sí mismas no nos permiten conocer con certitud las motivaciones que las generaron. Un obstáculo para pasar a la acción –que esté más allá del control de la persona que desea actuar- no disminuye para nada la naturaleza altruista de su motivación.
Tercek: Me gusta bastante el énfasis que el libro le da a los retos ambientales y a la manera como el altruismo puede contribuir al progreso del ámbito ambiental. ¿Qué consejo podría darnos a nosotros los ambientalistas para ser más altruistas en nuestro trabajo?
Ricard: El tema ambiental es complejo a nivel científico, económico y político. Pero al final, es una cuestión de altruismo contra egoísmo. ¡Si no nos preocupamos por la suerte de las generaciones futuras y de los millones de otras especies con quienes compartimos este planeta, no veremos que existe un problema ambiental!
Algunos piensan que no es importante porque no estarán aquí dentro de 100 años. Groucho Marx dijo célebremente: “¿Por qué debería preocuparme por las generaciones futuras? ¿Qué han hecho ellos por mí?. Desafortunadamente, algunas pocas personas aún afirman eso de manera muy seria.
Entonces, mi humilde consejo para los ambientalistas sería el demostrar y explicar que el altruismo es el único concepto que puede reconciliar las necesidades de la economía a corto plazo, la calidad de vida a mediano plazo y el medio ambiente a largo plazo.
Asumamos que la mayoría de nosotros somos básicamente buenas personas que estamos dispuestas a construir un mundo mejor. En ese caso, podremos lograrlo gracias al altruismo. Si sentimos más consideración hacia los demás, promoveremos una economía más respetuosa así como la armonía en nuestra sociedad, generando un remedio contra la desigualdad. Haremos todo lo que sea necesario para no infringir los límites dentro de los cuales la humanidad y el resto de la biosfera pueden seguir prosperando.
Necesitamos resaltar el hecho de que estamos en el mismo barco –en el cual todo es fundamentalmente interdependiente- y que necesitamos aumentar nuestro nivel de cooperación y de solidaridad.
Tercek: Uno de los retos que nosotros los ambientalistas enfrentamos es que existen ciertas empresas, gobiernos e individuos que realizan actividades que son muy nocivas para el medio ambiente. ¿Cómo sugiere que podríamos abordar tales actores de una manera altruista?
Ricard: Si creemos en la emergencia de una sociedad más altruista, no deberíamos sentirnos desanimados al afrontar las manifestaciones del egoísmo. Cuando ciertos grupos de interés cínicos hacen que la generación de ingresos sea su prioridad, ignorando las consecuencias nocivas que sus actividades tienen sobre la población y sobre toda la biosfera, es legítimo hablar de egoísmo institucionalizado.
La mejor manera de actuar es hacerlo juntos para generar una cultura de cambio. Afortunadamente, las culturas cambian más rápido que los genes. Hoy en día nadie se atrevería a decir públicamente “La esclavitud no fue tan mala a pesar de todo”, o “¿Por qué no nos retractamos en la decisión de conceder el derecho de voto a las mujeres?”. Hay un límite cuando uno se da cuenta de que ya no puede apoyar ciertos tipos de comportamiento.
Si se les sugiere a los inversionistas cínicos o a los industriales, a los que niegan el cambio climático, o a los ejecutivos de las compañías tabaqueras que deberían sentir compasión, es probable que respondan que ellos son capaces de sentir compasión a nivel personal pero que eso no es parte de su trabajo. Sin embargo, actualmente es casi imposible afirmar cosas como “No me preocupo por las generaciones futuras”, “No me preocupo por la pobreza cuando tengo tanta abundancia” y “No me importa si habrá 200 millones de refugiados climáticos en 2030”.
Debemos ayudar a la gente para que comprenda que ellos mismos son seres humanos, que están programados para sentir preocupación por los demás, que pueden -y deben- integrar su humanidad dentro de sus actividades profesionales. Es posible mostrarles que es una situación en la que todos ganan.
Photo by Matthieu Ricard |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario