Duele más fingir que eres feliz, que reconocer que no lo estás.
Y cuando lo hagas, entonces vendrá el dolor intenso y las punzadas al vientre, el asalto a mano armada de tus pensamientos y te podrás hundir por un rato, podrás sentir que te ahogas y desearás con todas tus fuerzas dejar de ignorar cuándo terminará el torbellino, desearás saber la caducidad del dolor.
Y llegará.
Nunca sabrás la fecha, y cada vez importará menos si es que te enfocas a andar a pie tu camino, si sientes la grava, si te quema el piso, si escalas tus miedos, entonces llegarás a la cima para reconocerte arriba y voltear a ver lo andado, y saberte fuerte y resiliente, frágil y vulnerable, ...pero invencible.
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