Pero dado el carácter efímero de las cosas, mis lágrimas se han transformado.
Se han convertido en lluvia, que trae frescor y crecimiento.
Las lágrimas que derramamos nos ayudan a sanar nuestras heridas y transformar el sufrimiento que hay dentro de nosotros.
Tenemos que permitir que el sufrimiento salga a la superficie de forma que podamos reconocerlo, abrir los brazos y transformarlo.
De lo contrario, se lo transferimos a nosotros hijos y a otras personas.
Si comprendemos que todo es efímero, entenderemos que nada permanece para siempre, tampoco nuestros sufrimientos.
Las lágrimas pueden alimentar nuestra compasión y nuestra comprensión.
Y así como la transformación puede engendrar felicidad.
Tomado del libro:" Recibe un fuerte abrazo".
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