Una serendipia es ...

Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.

19 febrero 2020

9 años

Celebro la vida de esta Serendipia, y recuerdo con mucho cariño el inicio de este Blog ya hace 9 años... como si fuera una niña, agradezco infinitamente que siga fluyendo, tantos temas de lo que está compuesta la vida, tanto que aprender y tanto que seguir dando.

Agradezco a todos los que se detienen a leer un poco de lo mucho que aquí hay, sobre todo son cosas que después de leerlas o escribirlas, las reflexiono y trato de practicar, de vivir una vida más ligera, armoniosa, equilibrada, amorosa.   No es la verdad absoluta, pero siempre invitar a la reflexión es importante, cada uno tomará lo que sea mejor para su situación.

Gracias Dios por esta celebración de algo que inició como un "a ver qué pasa" pero esta serendipia ha sido para mi algo verdaderamente afortunado, porque siempre hay algo más que leer, aprender, compartir, porque también creo que en estos últimos años ha sido con más contenido personal, más mío, más de corazón, siento que es un lugar seguro para mi y todos los que se acercan a leer.

¡Que el amor siga fluyendo en letras y música, que nuestros ojos siga siendo testigos de lo maravilloso que es vivir y experimentar la hermosa creación de Dios, que nuestras vidas sigan caminando en ese propósito para el que fueron creadas, por un día más, un mes más, un año más!

Un día a la vez

Edith Reyna


18 febrero 2020

Negación, crisis y acción

Durante unos años percibí que mi presión arterial estaba aumentando. Cada vez que la revisaba, estaba un poco más alta que la toma previa. Siempre quise atribuir esto a alguna fuente externa: mucho café, cansancio o alguna otra razón fácil de explicar y descartar. Finalmente, mi médico me dijo: «Su presión arterial está demasiado alta. Voy a indicarle medicamentos para controlarla». El medicamento funcionó y mi presión arterial volvió a un nivel normal y saludable. Había estado en negación, pero el médico me obligó a admitir mi situación y me prescribió un curso de acción.

En otra ocasión, mis deudas estaban aumentando. Entré en una pendiente resbaladiza la primera vez que no pude pagar el saldo completo de una tarjeta de crédito. Seguí pensando que me pondría al día el próximo mes, pero no pude hacerlo. Negué que esto fuera un problema hasta que se convirtió en una crisis, ascendiendo a una cantidad que ya no podía manejar. Trabajé en un plan de acción y pagué todas mis deudas en aproximadamente la misma cantidad de tiempo que me tomó acumularlas.

He ganado un poco de peso cada año de mi vida adulta. Me convencí de que esto era normal y —además— conocía a muchas personas que tenían mucho más sobrepeso que yo. También razoné que mi báscula debía estar mal, que llevaba zapatos pesados, o que acababa de consumir una comida abundante, y además, pensé, que mi peso variaba según la hora del día.

Finalmente llegué a un peso y talla más allá de lo que estaba dispuesto a tener. Se convirtió en una crisis personal. Compré una nueva báscula digital y comencé a registrar mi peso a la misma hora todos los días; no quería variables que pudiera racionalizar. Una vez más estaba en la negación, llegué a una crisis y desarrollé un plan de acción.

Hace algunos años estaba a la deriva espiritualmente. Fui a la iglesia cuando joven, e incluso tuve una «experiencia religiosa». Volví a analizar esa experiencia, convencido de que tenía una relación con Dios, pero de alguna manera me di cuenta de que no era así. Finalmente, llegué a una crisis en la me percaté de que iba a tener que cambiar mi vida. Comencé a asistir a la iglesia nuevamente y me uní a un grupo de estudio bíblico. Allí comprendí que mi visión de Dios era la de un niño, una perspectiva que había recogido en la escuela dominical décadas antes.

Después de un período de profunda búsqueda del alma, decidí convertirme en un seguidor dedicado de Cristo, esta vez como un adulto, con un plan. Al igual que con la presión arterial, el endeudamiento y el peso, había negado mi falta de fe. Tuve una crisis en la que sabía que las cosas tenían que cambiar, y esa crisis me llevó a una fe nueva y más madura en Jesucristo.

Con los años, he visto este mismo patrón en la vida de muchas otras personas en una amplia variedad de temas. Para algunos, su capacidad de vivir en la negación es mayor que en otros, nunca parecen llegar a la etapa de crisis donde reconocen la necesidad de actuar. Otros confrontan la realidad y dan los pasos necesarios antes de que ocurra una gran crisis. ¿Hay áreas de tu vida en las que estás en negación? ¿Te diriges a una crisis o deberías tomar medidas ahora?

Te sugiero que consultes a otros para obtener ayuda: Dios y amigos de confianza. «Cuando ustedes me busquen, me hallarán, si me buscan de todo corazón» [Jeremías 29:13 RVC]. «Los sabios son más poderosos que los fuertes, y los que tienen conocimiento se hacen cada vez más fuertes. Así que, no vayas a la guerra sin consejo sabio; la victoria depende de que tengas muchos consejeros» [Proverbios 24:5-6 NTV].

Por Jim Mathis


17 febrero 2020

La vida no se acaba con la muerte

La vida no se acaba con la muerte, se acaba con los rencores, envidias, falta de amor propio, por no disfrutar lo que se tiene, por tantas quejas, por enfrascarnos en el dolor, etc.

Esto lo confirmé con un gran maestro que conocí hace como 7 años en una quimioterapia, en ese entonces tenía 25 años, de los cuales él ya llevaba 8 años viviendo la experiencia del cáncer.

El día que conocí a Ricardo, lo sentaron a un lado mío para tomar quimio, nos saludamos y empezó una charla para hacer menos difícil el momento que estábamos viviendo, eramos los únicos en la sala, así que no fue difícil ya que a los dos nos encanta conocer gente.

Dentro de las preguntas habituales cuando conoces a alguien y después de intercambiar qué tipo de enfermedad teníamos, me hizo una pregunta que me llamó mucho la atención, me dice: ¿Le tienes miedo a morir? De inmediato le respondí que no, tiró una carcajada y me dice, eres de los míos, y continuó diciendo... yo creo que morir no es un castigo porque si haces las cosas bien te vas al cielo, a la vida eterna, y siguió diciendo, Yo a lo que más le tengo miedo es a no aprovechar lo que tengo y mi tiempo... Esos sí que es morir por decisión propia.

Después yo le pregunté: ¿Qué pasó el día que te dijeron que tenías cáncer?

Me dice: al principio no entendía, siempre hay un miedo a lo desconocido, hay dolor emocional, pero después entendí que aunque me enojara, llorara, pataleara, etc... nada iba a cambiar, solo lo iba a empeorar, así que decidí ser feliz. Dejé de pedir que la gente me entendiera, ¿Cómo me iban a entender si ellos no estaban en mis zapatos? Solo me dejaba amar de las infinitas formas que hay. Cerca, lejos, oraciones, atenciones, etc... no cuestionaba nada, solo aprendí a dar y recibir amor, decidí aprender a perdonar, a pedir perdón. Amé más a mi familia, a todos, a disfrutar el día, la noche, el aire, la lluvia, TODOOOO, y creeme que fue cuando empecé realmente a vivir... Aprendo de todos y de todo.

La plática siguió, no solo ahí nos hicimos amigos, tal vez más que mensajes, a veces la amistad también existe en el silencio, en el corazón, en la mente... Lo aprendí.

Hace tres días recibí un mensaje de Whatsapp donde solamente me decía: Hermano, te quiero mucho, gracias por estar siempre ahí... y le respondí....

Hace una hora recibí el mensaje de su mamá diciéndome: mi hijo Ricardo acaba de partir a seguir sonriendo al cielo, espero que sigan siendo amigos porque tu amistad le dio aún más fuerza.

Yo le escribí a la mamá: simplemente es un honor haberlo conocido aquí en este mundo y que nuestra amistad, así como su vida, siga hasta la eternidad... no evité que mis lágrimas salieran.

Gracias por leerme aunque mis textos sean tan largos, y eso que trato de sintetizar...

¿Qué deciden ustedes, vivir o morir?

Los quiero mucho, espero que su sonrisa refleje que decidieron vivir!!
A sonreír más, y quejarnos menos.

Héctor Molina
(Cambiando historias)

P.D. Lo escribí a esta hora 4:30 am, porque mis dolores físicos están muy fuertes, y en lugar de enfrascarme en eso, decido mejor escribir.



05 febrero 2020

Hasta pronto Laurita

Ayer le dijimos adiós de este mundo a nuestra querida Laurita, una hermosa mujer virtuosa que se convirtió en mi suegra y me abrió su hogar y su corazón, quien siempre estaba al pendiente, mujer prudente, sabia, y amorosa. Amaba a Dios por sobre todas las cosas, conoció al Jesús transformador de vidas en su juventud y eso cambió su vida y su historia, porque decidió invitarlo a su corazón y hacerlo huésped distinguido, puedo decir que vivía fluyendo en amor... Fue una mujer con la que platiqué, reí, fue cómplice, a quien abracé y al final también tomé su mano ore y lloré con ella... fue poco tiempo pero de corazón siempre... Solo me queda darle gracias por su sabiduría compartida, gracias por ser una gran mamá para sus hijos y por criar a este hombre de Dios que tengo por esposo... (el domingo estábamos con ella y se reía con sus últimas ganas al vernos abrazados y nos dió la bendición) ... siempre estará en nuestros corazones.

Hoy solo queda gratitud por la gran bendición de haberla puesto en mi camino!
Que maravilla conocerla en estas circunstancias, pero gracias a Dios por reservar sus últimos años en que pude darme cuenta de su gran valor para todos los que la rodeabamos, en definitiva tocó muchas vidas.

¡Hoy hay paz y hay seguridad de que alaba al Señor!
¡Dios escuchó sus ruegos!
¡No hay más dolor, solo paz!
¡Gracias Dios!

"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida" 2 Timoteo 4:7-8


04 febrero 2020

Fear (Miedo)

Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo...
Mira para atrás, hacia todo el camino recorrido,
desde las cumbres y las montañas,
hacia el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos

Y ve enfrente un océano tan extenso,
que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre.

Pero no existe otra manera.
El río no puede volver.
Nadie puede volver.
Volver es imposible en la existencia.

El río precisa arriesgarse y entrar al océano.
Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá,
porque solo en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.

Khalil Gilbran