La semana pasada, un domingo familiar, nos reunimos la familia Reyna Puente a comer, platicar, reír, convivir, un día común, una tarde bendecida, tranquila y de aprendizaje, escuchamos, como casi siempre que había oportunidad, a Heraldo enseñarnos sobre el panorama geopolítico de los eventos actuales.
Nos despedimos y al final se fue él, bromeamos y luego levantó su mano en la puerta y nos dijo "nos vemos" dió la media vuelta y se fue, lo seguí escuchando hablar afuera, incluso un vecino que pasó lo saludó.
Horas más tarde recibimos la terrible noticia de su partida, fue rápida, un infarto, y su vida en este mundo terminó, su vida trascendió, o bien fue su nacimiento en el cielo, intacto, sano. Los últimos 5 años había empezado un camino de dolor por su enfermedad (insuficiencia renal) en el lapso de este padecimiento hubo momentos buenos y otros nada agradables, bacterias, cirugías, transfusiones, quebraduras, golpes, trastornos de sueño, etc. Estos últimos años la familia, especialmente mamá, su esposa e hijos, tuvimos que aprender a confiar en Dios, a poner su vida en sus manos cada día y a agradecer los días buenos, y a orar más en los días malos. Pero además de todo esto, pudimos ser testigos de la transformación personal de Heraldo, se volvió un hombre más sensible, más humilde y sabio, más reflexivo y reconoció que su fuerza venía de Dios, que su vida estaba en sus manos y de alguna manera se fue preparando para el final. Su mayor preocupación y enfoque era su familia, sé que él le enseñaba a su familia acerca de Dios y lo que la Biblia enseña, sé que juntos leían, aprendían y oraban. Ese es un gran legado para ellos.
Algún tiempo atrás, habíamos platicado, y entre muchas cosas le comentaba que extrañaba a papá (quien también se fue a vivir con Dios hace casi 8 años), y me dijo con mucha certeza, "sé que pronto lo veré".
Tanto su despedida ese domingo, "nos vemos pronto" y esa frase de "sé que pronto lo veré", son tan significativas para nosotros, pues aunque en este momento el corazón duele mucho por su partida, tenemos esperanza de volverlo a ver, de volverlos a ver. Sabemos que cuando hemos invitado a nuestro corazón a Jesús, eso nos da la certeza que hemos sido perdonados y tocados para servirle desde ahora y hasta la eternidad, y que nuestra vida no es en vano y eso nos llena de paz y esperanza.
Heraldo siempre fue muy estudioso, además que amaba la música. A la par de estudiar su primera carrera de Ciencias Políticas estudió Percusiones en la universidad. También estudió una segunda carrera en comunicaciones, y posteriormente hizo 2 maestrías, y tenía algún proyecto de iniciar un doctorado. Es por eso que para toda la familia era un deleite escucharlo, siempre tenía un comentario o una explicación de diversos temas, incluso los más pequeños se ponían a escuchar, puesto que su reflexiva opinión nos daba mucha luz. Definitivamente extrañaremos eso en nuestras tardes de domingo.
Hoy damos gracias a Dios por su vida, 50 años en que estuvo entre nosotros.
Hoy damos gracias a Dios por la familia que formó
Hoy damos gracias a Dios porque nunca estuvo solo, aunque a veces así lo sintió.
Hoy damos gracias a Dios por las enseñanzas que deja en nuestra vida.
Hoy damos gracias a Dios por los cuidados que tuvo mamá con él, y porque se sintió amado.
Hoy damos gracias a Dios por la familia y los hermanos que lo rodearon siempre con sus oraciones.
Dios es siempre bueno.
Su vida siempre será recordada, en nuestro corazón estará siempre, y sus hijos serán el legado viviente de su vida.
¡Nos vemos pronto querido Heraldo!
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