Esto es lo que Chödrön le susurró a mi alma:
1. Desmoronarse es una invitación
Pasamos gran parte de nuestras vidas aferrándonos a lo que tememos perder. Chödrön enseña que desmoronarse no es el final, es el comienzo. Al igual que el arte japonés del kintsugi, en el que la cerámica rota se repara con oro, ella muestra cómo nuestras fracturas nos hacen hermosos. "Sólo en la medida en que nos expongamos una y otra vez a la aniquilación podremos encontrar en nosotros aquello que es indestructible", escribe. Estas palabras me dieron permiso para dejar de contenerme y dejarme caer, porque cayendo es como aprendemos a levantarnos.
2. Aceptar la falta de fundamento
Hay un mito al que todos nos aferramos: que la estabilidad es el objetivo, que la certeza es el premio. Chödrön le da la vuelta a esto. Nos invita a abrazar la “falta de fundamento” de la vida: la naturaleza siempre cambiante e impredecible de la existencia. Para alguien que pasó su vida buscando anclas, esto fue a la vez aterrador y liberador. Ella escribe: “Estar completamente vivo, completamente humano y completamente despierto es ser expulsado continuamente del nido”. Esta verdad todavía hace que mi corazón se acelere, pero ahora es una emoción, no un miedo.
3. El dolor es la puerta
3. El dolor es la puerta
Gastamos mucha energía huyendo del dolor, adormeciéndolo, evitándolo. Pero Chödrön insiste tiernamente en que el dolor es nuestro mayor maestro. Ella no romantiza el sufrimiento; ella lo reformula como la puerta a la transformación. "Nada desaparece hasta que nos enseña lo que necesitamos saber", escribe. Estas palabras se convirtieron en un mantra cuando aprendí a sentarme con mi dolor en lugar de huir de él, a escuchar lo que intentaba enseñarme.
4. El poder de la pausa
Hay un momento sagrado entre el estímulo y la respuesta, un momento que Chödrön llama "pausa". Es en este espacio donde encontramos la libertad. Ella me enseñó a hacer una pausa cuando la ira estallaba, cuando el miedo se apoderaba de mí, cuando la desesperación amenazaba con tragarme por completo. En esa pausa aprendí a respirar, a elegir, a suavizarme. Es una práctica que todavía estoy aprendiendo, pero lo está cambiando todo.
5. La sabiduría de no escapar
Una de las lecciones más profundas del libro es la idea de que no hay forma de escapar de la vida... y eso está bien. Chödrön escribe: "Los momentos más difíciles para muchos de nosotros son los que nos pasamos a nosotros mismos". Este fue un llamado a dejar de luchar contra la realidad, a dejar de intentar forzar mi vida en un molde en el que no debía encajar. Nos invita a permanecer presentes, incluso cuando duele, porque el momento presente es donde comienza la curación.
6. Compasión por uno mismo
6. Compasión por uno mismo
Las palabras de Chödrön son un bálsamo para el alma autocrítica. Ella nos recuerda que todos estamos dando tropezones en la vida, haciendo lo mejor que podemos con las herramientas que tenemos. “Sé más amable contigo mismo. Y luego deja que tu bondad inunde el mundo”. He pegado estas palabras en mi espejo, un recordatorio diario para encontrarme con la misma ternura que ofrezco a los demás.
7. La alegría de dejar ir
El regalo más sorprendente que me dio este libro fue la alegría, no en la forma en que solemos pensar en ella, sino una alegría tranquila y constante que surge del dejar ir. Dejar ir la perfección. Soltar el control. Dejar de lado la necesidad de que la vida sea otra cosa que lo que es. Al soltarme, encontré una paz que no sabía que estaba buscando.
He reescrito esta reseña innumerables veces porque es difícil captar lo que When Things Fall Apart ha significado para mí. Este libro no sólo me ayudó a sobrevivir a mi tormenta; Me enseñó a bailar bajo la lluvia. Me mostró que al rompernos nos recuperamos y al caer encontramos el vuelo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario