Para las sociedades orientales, la vida es vista más como una línea ascendente. Cada año vivido, representa mayor experiencia, mayor sabiduría, más felicidad y más plenitud, pues la idea es hacerse más consciente con cada día vivido, hasta alcanzar la iluminación absoluta en el momento de la muerte. Por eso en Oriente, los ancianos son reverenciados y respetados.
Tal vez por todo esto, Occidente libra una batalla enloquecida en pos de la juventud eterna; prueba de ello serán las cirugías estéticas y las cremas antiarrugas. Para Oriente, es de niños no aceptar la edad que se vive, y es un insulto negarla, pues la auto-aceptación es signo de conciencia.
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