Había una vez dos niños que patinaban sobre una laguna helada. Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación. De pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua, quedando atrapado. El otro niño, viendo que su amigo se ahogaba bajo el hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró romper la helada capa, agarró a su amigo y lo salvó.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaban cómo lo hizo, pues el hielo era muy grueso.
- Es imposible que lo haya podido romper con esa piedra y sus manos tan pequeñas – afirmaban.
En ese instante apareció un anciano y dijo:
- Yo sé cómo lo hizo.
- ¿Cómo?
- No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.
"Para que el que cree no es necesaria ninguna explicación: para el que no cree toda explicación sobra" – Franz Werfel
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