En 1878, el producto de mayor venta de Procter and Gamble eran las velas. Debido a que Thomas Edison había inventado el bombillo eléctrico, parecía que las velas se convertirían en algo obsoleto y que la compañía enfrentaría grandes problemas. Sus temores se hicieron realidad cuando el mercado de las velas se derrumbó. El pronóstico económico para la compañía era nada prometedor.
Aunque también vendían jabón, Harley Procter y James Gamble buscaban desarrollar una formula competitiva que les diera un jabón puro de color blanco. Harley Procter llamó al jabón ‘Ivory’ (Marfil) y en 1878, la formula para el “Jabón Blanco” fue creada.
Sin embargo, varios meses después un accidente ocurrió. Un distraído empleado en una pequeña fábrica en Cincinnati olvidó apagar su máquina cuando fue a almorzar. La máquina siguió funcionando, lo que permitió que entrara aire a la mezcla. El resultado fue una ligera masa de espuma llena de burbujas de aire. Por poco tira todo aquel desorden a la basura, pero en vez de ello después de discutirlo con su supervisor decidió no descartar la mezcla la cual coloco en los moldes y el jabón cuajó. Luego fue cortado, empaquetado y enviado a los consumidores.
Resulta que cuando los consumidores los empezaron a usar el jabón flotó, y empezaron a escribir a la compañía haciendo pedidos del jabón flotante Ivory. Esta invención se convirtió en el sostén principal de Procter and Gamble.
Un aparente accidente sabiamente aprovechado jugó un dramático papel al sacar a la jadeante compañía de la bancarrota.¿Por qué era tan especial el jabón flotante? En aquellos tiempos, algunas personas se bañaban en el río. El jabón flotante nunca se hundía, y como resultado no se perdía. A la larga el jabón Ivory se convirtió en un producto de alta venta en todo el mundo.
Einstein pasó sus últimos días tratando de probar su teoría de los campos unificados que permitían entender la interconexión de todas las cosas en el universo, vivas o inanimadas. Hoy reconocemos ampliamente que no constituimos islas en medio del mundo aunque tratemos de aislarnos y ser insensibles a lo que los rodea. Dependemos unos de otros, así como en el orden natural hay una relación sistémica en todo.
Lo que llamamos accidente es entonces una ilusión. Todo tiene una o varias causas, y sus efectos son más útiles cuando cambiamos la pregunta ¿Por qué? por la pregunta ¿Para qué? El hecho de que no podamos conectar todos los efectos, no implica que estos no se sigan dando.
El empleado de Procter and Gamble aparentemente tuvo un accidente inesperado. Aunque eso estaba destinado a ocurrir y la diferencia la hizo su decisión de aprovechar lo que parecía una desventaja o un error convirtiéndolo en una oportunidad. Cuando aprendemos a vivir reconociendo en todo un propósito, nuestra perspectiva cambia integralmente, y podemos convertir fracasos en lecciones, amenazas en oportunidades, y debilidades en fortalezas.
Nada es por nada. Todo es por algo.
ResponderBorrarUn abrazo.