He experimentado muchas debilidades humanas,
muchas flaquezas, y continúo experimentándolas.
Pero es necesario que las aprovechemos.
Necesitamos trabajar por Cristo con un corazón humilde,
con la humildad de Cristo.
Él nos utiliza para que seamos su amor
y compasión en el mundo a pesar de nuestras debilidades y flaquezas.
Un día recogí a un hombre de la calle;
tenía el cuerpo cubierto de gusanos.
Lo llevé a nuestra casa.
Ni maldijo ni culpó a nadie de su situación.
Simplemente dijo:
“He vivido como un animal en la calle,
pero voy a morir como un ángel,
¡amado y atendido!”.
Tardamos tres horas en limpiarlo.
Finalmente, el hombre levantó la vista hacia la hermana
y dijo: “Me voy a casa a ver a Dios”.
Y dicho esto murió.
Jamás he visto una sonrisa tan radiante como la de aquel hombre.
Se fue a casa a ver a Dios.
¡Qué cosas puede hacer el amor!
Es posible que la joven hermana no se diera cuenta en esos momentos,
pero estaba tocando el cuerpo de Cristo
Es lo que quiso dar a entender Jesús cuando dijo:
“Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores,
a mí me lo hicisteis” (Mateo 25:40).
Y ahí es donde tú y yo entramos en el plan de Dios.
Madre Teresa de Calcuta
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