10. La paciencia.
La virtud de la paciencia se demuestra en primer lugar al tratar con personas difíciles, las que se niegan a escuchar la voz de la razón, las que pierden los estribos a la primera de cambio, las que se niegan a ceder. Nuestra reacción al enfrentarnos a ellas suele ser de irritación, o bien expresamos nuestro enojo o sufrimos en silencio. Pero también cabe la posibilidad de practicar el arte de la paciencia y ayudar a esas personas a que se sientan mejor consigo mismas.
La paciencia no es tan enojosa y aburrida como creemos, es una percepción distinta del tiempo.
11. La generosidad.
Ser generoso es arriesgado. La generosidad significa derrotar viejos temores (a la pérdida), y significa también redefinir nuestros límites. Entonces se produce en nosotros una profunda transformación. Para la persona generosa los límites son permeables. Lo que es tuyo -tu sufrimiento, tus problemas- también es mío: esto es compasión. Lo que es mío -mis bienes, mi cuerpo, mis conocimientos y facultades, mi tiempo y mis recursos, mi energía- también es tuyo: esto es generosidad.
12. El respeto.
La forma en que miramos a los demás nunca es neutral, puesto que transformamos lo que vemos. El respeto consiste en molestarte en conocer a fondo a la persona que tratas, reconocerla como una persona real y única. No tratarla como algo invisible o un estereotipo, sino como merecedora de interés y apreciación. Tratar con ella no sólo porque responde a una demanda y la necesitas, sino por ser quien es. No dejarla atrapada en la falsa idea que tienes de ella, sino aceptarla por lo que es y, sobre todo, por lo que puede llegar a ser. El respeto consiste en ver realmente a la otra persona como alguien que existe.
Con frecuencia los juicios de valor van acompañados del deseo de controlar, algo muy alejado del respeto.
13. La flexibilidad.
La flexibilidad es una forma de sabiduría práctica, una inteligencia que vive en el presente, que intuye el cambio y posee la maleabilidad necesaria para adaptarse a las nuevas circunstancias. Un tipo de sabiduría que nos ayuda a comprender que no podemos controlar cada elemento de nuestra existencia. La flexibilidad no es sólo una estrategia útil sino una cualidad espiritual. Significa librarnos de las ataduras, prestar atención al presente, aceptar las cosas como son. Si somos capaces de renunciar incluso a las creencias a las que estamos más apegados, podremos abrirnos a otras nuevas, a la paradoja y el absurdo. Esto es creatividad. Una actitud que se convierte en una forma de vida e incluso en un camino espiritual.
14. La memoria.
En nuestra mente narcisista, las otras personas sólo existen cuando las vemos, las tocamos, las escuchamos o cuando pensamos en ellas. Recordar es vivir. Olvidar es morir. Las personas que pertenecen a nuestra historia forman parte de nosotros, y necesitamos su presencia y apoyo para sentirnos fuertes e íntegros. Incluidas aquellas que ya no nos son útiles.
No comprenderemos las relaciones que mantenemos con los demás si no entendemos profundamente hasta qué punto nuestras vidas están entretejidas con el pasado, el presente y el futuro, hasta qué punto forman parte unas de otras, y hasta qué punto cada uno de nosotros es todos los demás.
15. La lealtad.
La capacidad de durar a pesar de los momentos difíciles y problemáticos es un ingrediente esencial de la bondad, se llama lealtad. A las personas que no son leales les aterroriza analizar sus sentimientos, pues temen lo que puedan hallar. Temen sostener unas ideas propias, pues eso equivale a arriesgarse demasiado. Su autoestima es baja, por lo que tienen que sobrevivir como mendigos, pidiendo apoyo aquí y allá. Al carecer de seguridad y carácter, les cuesta más ser leales. Lealtad significa "estar con"; respetar lo que cuenta por encima de todo y seguir haciéndolo a pesar de los obstáculos.
16. La gratitud.
La gratitud es ante todo una actitud mental. Se basa en reconocer el valor de lo que la vida nos ofrece, y el hecho de comprenderlo libera nuestras emociones. Si reconoces el valor de lo que posees te sentirás rico y afortunado; si no, te sentirás pobre y desgraciado.
La auténtica gratitud nace cuando están presentes la solidaridad y la conciencia del mal; de lo contrario sólo se trata de un optimismo falso y superficial.
Con gratitud la vida resulta más fácil, dejamos de gemir y de quejarnos, no tenemos que emprender batallas sangrientas ni de alcanzar victorias imposibles. Comprobamos que la felicidad ya está aquí. Que ya existe, delante de nuestros ojos.
17. El servicio.
Cuando alguien tiene un gesto amable con nosotros solemos recordarlo durante mucho tiempo, quizás siempre. Puedes prestar pequeños servicios en detalles cotidianos como sostener la puerta para dejar que pase alguien, demostrar tu aprecio, ofrecer tu asiento en el autobús. Intenta hacer de tu trabajo, de tu rutina, un servicio amable siempre que puedas. El servicio no es sólo lo que uno hace sino lo que uno es. En ocasiones una persona, con su mera presencia, hace que nos sintamos mejor, más en contacto con nosotros mismos y más contentos. Un gran servicio.
Otra forma de servicio es cualquier forma de voluntariado o ayuda gratuita a otras personas.
18. La alegría.
Es nuestro estado natural, estamos programados para ser alegres. La alegría constituye la base de la bondad porque la auténtica bondad sólo puede ofrecerse con alegría. Y el sentido del humor es un gran ingrediente. El perfeccionismo o el sentido de culpa obstaculizan la alegría, pero el simple hecho de detectarlos nos acerca un poco más a esa puerta. También ayuda preguntarnos qué nos hace felices y regalarnos esas situaciones siempre que podamos. Con la práctica, cualquier cosa que lleguemos a hacer, incluso aquéllas que requieran esfuerzo y sacrificio, pueden llegar a ser realizadas con alegría.
Cualquier acto de bondad, con alegría, será más auténtica y mejor recibida por ambas partes.
Piero Ferrucci
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