Casi siempre, sentimos a la muerte lejana; y algunas veces, muy cercana. Lejana, porque comúnmente creemos que llegará más tarde; y cercana porque, de pronto, nos sorprende en cualquier momento.
Cuando se presenta, no hay elocuencia que la disuada. Ningún poder hace que retroceda. No hay riqueza que la soborne ni belleza que la seduzca.
Sin embargo, los que han saboreado la quinta esencia de la vida, no la consideran decadencia final, sino sereno colofón de un tiempo bien vivido. El desenlace de una vida bella… ¡es una bella muerte!
Ya lo dijo Víctor Hugo: ″El epílogo de una vida feliz es una muerte gloriosa″. Si excluyes a la muerte de tu vida ─afirma Etty Hillesum─ no vivirás plenamente; pero si la acoges en tu corazón, desarrollarás y enriquecerás tu vida.
No vivas aterrado ante su sola mención ni finjas que no existe. Si la contemplas con serenidad apreciarás mejor cada instante, descubrirás la verdadera dimensión de la vida y ya no dilapidarás tu tiempo en vanas distracciones.
Quien ha vivido trabajando para ser mejor y ha contribuido a la felicidad de los demás, legítimamente… ¡puede morir en paz!
Matthieu Ricard
(En defensa de la felicidad)
Wow! Excelente reflexión, los dos tipos de locos son los dos extremos, supongo que una parte de la sabiduría consiste en aprender el balance de ambas locuras, en pocas palabras aplicar el "nada con exceso todo con medida" jaja.
ResponderBorrarRecordé una frase que escuche hace tiempo y me gusto mucho. La comparto:
"La muerte no es triste. Lo triste es que la mayoría de la gente nunca llegan a vivir"
Namaste Edith.
Gracias por tu comentario Efraín!! Tienes razón y por eso me encantó este escrito, que es más bien un extracto de algunas reflexiones de Matthieu.
BorrarUn abrazo ;)