“Sin importar con quien nos encontremos, estemos seguros que ya han pasado varias veces por el infierno”, escribe el poeta francés Christian Bobin. Nuestros hermanos y hermanas, aquellas que perdieron la vida, los que fueron gravemente heridos, sus familias y todos aquellos afectados por la tragedia acaecida en un país que ha estado en paz por más de medio siglo, todos han vivido un infierno. ¿Cómo no perder el valor? ¿Cómo pueden resignarse ante una situación inaceptable? ¿Mostrar fortaleza? La resignación conduce a desesperanza y pasividad pero la resiliencia engendra la fuerza que el espíritu necesita para enfrentar la adversidad con sabiduría y compasión. En cuanto al miedo, debemos de superarlo por medio de la solidaridad.
En el caso de una organización como ISIS (Estado Islámico) no se trata de tolerar sus acciones innombrables. Debemos hacer todo lo posible para que estas no se repitan; pero al mismo tiempo debemos entender que estas personas no nacieron con el deseo de decapitar gente ni de destruir pueblos. Existen una serie de causas y condiciones que los llevaron a ese terrible comportamiento. La compasión, en este caso, es el deseo de atender estas causas de manera muy parecida como en la de un doctor que busca terminar una epidemia. Esto significa que debemos atender las desigualdades en el mundo: dar a los jovenes mejor acceso a la educación, mejorar la situación de las mujeres y tantas cosas más. Necesitamos eliminar los ambientes sociales que permiten que estos movimientos extremistas se arraiguen.
Cuando la mente de una persona ya ha sido inundada por el odio, el tenerle compasión significa el contemplarlo de la misma manera en la que un doctor se aproxima a un paciente que está mentalmente enfermo. Primero, habría que prevenir que se haga daño. Pero, como un doctor que es capaz de atender la causa de la enfermedad mental sin destruir el cerebro del paciente, debemos considerar todas las maneras posibles para resolver el problema sin convertirnos tampoco en víctimas de la violencia y del odio. Si tratamos de resolver el odio con el odio, el problema nunca terminará. Ha llegado la hora de aplicar el bálsamo de la compasión a nuestras heridas, nuestro dolor y la locura del mundo.
Matthieu Ricard
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