Los silencios que matan

Es irónico, pero la calidad de nuestra vida depende del número de conversaciones incómodas que estemos dispuesto a tener. ¿Por qué? Porque dichas conversaciones implican hablar con la verdad. Y la verdad a veces es dolorosa, duele sacarla del archivo, ponerla en palabras y duele escucharla. Es mucho más fácil barrerla debajo del tapete, ignorarla, construir una trinchera, hacemos de todo con tal de no sentir. 

¿Cuánto tiempo y energía podemos desperdiciar por no enfrentar una conversación incómoda? ¿Un día, un mes, un año, una década, la vida entera? Nos han dicho que la verdad nos hará libres, sin embargo por lo general, nos aterra. Debemos darnos la oportunidad de considerar esas conversaciones incómodas pendientes, pues sirven para mejorar nuestra calidad de vida, desanudar relaciones, abrir avenidas y limpiar rencores; por lo tanto son muy saludables! Los silencios matan, en especial los silencios del rencor, que nos impiden escuchar la voz del corazón. 

"No intentes curar el cuerpo sin antes haber curado el alma" -Hipócrates.

Gaby Vargas