La
envidia es un sentimiento derivado de la frustración y siempre genera
traiciones, para los grandes Maestros luchar contra los envidiosos es
una lucha vana, lo mejor es crear empatía con ellos y dejarlos seguir su
camino, quien envidia no desea querer a la persona y no lo hará, así
entonces nada bueno saldrá del envidioso, pues es mentira que desee las
oportunidades del otro, desea su lugar o
lo que es lo mismo rechaza su propia persona y eso no se corrige
ocupando el lugar ajeno. "Compartir con el envidioso lo aleja muchas
veces al ver en su espejo que no le pertenece y que nada cambio en él
con lo ajeno"
Según cuenta Enrique Rojas, psicólogo y
psiquiatra, es difícil descubrir al envidioso pues a veces se esconde a
través de una apariencia amable, acogedora y simpática y otras se
camufla en conductas de excesivo respeto, o excesiva admiración, el
envidioso se "alegra de los fracasos ajenos", "sufre con los éxitos
ajenos", pero desaprovecha tanta energía que no es capaz de alcanzar sus
propios objetivos.
Considera que los demás consiguen las cosas
con facilidad y sin esfuerzo, no es una persona generosa, si triunfa
nunca se siente satisfecho, este sentimiento es muy perjudicial para
quien lo siente y "muy peligroso para la persona envidiada".
Carlos Ruiz Safón en su libro “El juego del ángel”, la describe como la
religión de los mediocres, de hecho, la envidia es la forma más
primitiva y vengativa de la Admiración.
Pero no nos detengamos
llenando de adjetivos a los envidiosos, habrá que entender que es la
envidia una hierba que crece siempre a la sombra de cualquiera que tiene
éxito o desarrolla una habilidad, pensemos en ello, pensemos en lo
bueno y sin rencor, al estilo de Don Quijote, pues "Si los perros ladra,
señal que estamos avanzando" y entre más avanzemos menos escucharemos
su ruido, no hay necesidad de atacar a ninguna criatura y menos porque
no puede decir que nos admira.
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