Siempre puedo pedirlo.
Tengo derecho a pedirlo.
Pedir no es ser egoísta, poco amistoso o narcisista.
Pedir puede ser una expresión de amor, también.
Una forma de conectarme a través de mi vulnerabilidad.
No espero que alguien más me lea la mente,
que mágicamente sepa lo que quiero, necesito o siento,
que me satisfaga automáticamente,
sin que yo tenga que expresarlo.
No confundiré amor con ‘leer la mente’.
(Esta es una herida profunda que proviene de nuestra infancia).
Siempre puedo pedir.
Pedir no es lo mismo que exigir.
(Independientemente de lo que hayamos aprendido).
Al pedir, le doy a la otra persona la libertad
de que me proporcione lo que quiero, o no.
De que me escuche, o no.
De que me tome en serio, o no.
De que sea empático y cariñoso, o de que me avergüence por ello.
Al pedir, descubro a la otra persona.
Puedo conocerla más profundamente.
Al exigir, existe la amenaza de un castigo.
Al exigir, hago de la otra persona mi esclavo.
Al pedir, hay espacio.
Cabida para el sí y el no.
Al pedir, hay amistad, respeto, confianza.
Puedo conocerla más profundamente.
Al exigir, existe la amenaza de un castigo.
Al exigir, hago de la otra persona mi esclavo.
Al pedir, hay espacio.
Cabida para el sí y el no.
Al pedir, hay amistad, respeto, confianza.
¡Y yo no pretendo leer la mente!
No pretendo que puedo saber mágicamente
lo que alguien más siente, quiere o necesita.
En lugar de eso, puedo investigar.
Ofrecer mi respeto a través de preguntar.
O propiciar el espacio para que el otro se pueda expresar.
De cualquier manera, puedo escuchar sus deseos.
Incluso si provocan algún malestar en mí.
No pretendo que puedo saber mágicamente
lo que alguien más siente, quiere o necesita.
En lugar de eso, puedo investigar.
Ofrecer mi respeto a través de preguntar.
O propiciar el espacio para que el otro se pueda expresar.
De cualquier manera, puedo escuchar sus deseos.
Incluso si provocan algún malestar en mí.
Y acepto que a veces puedo estar atascado
en mis propias proyecciones.
en mis propias proyecciones.
No leo la mente.
Así que no debo sentirme culpable
por no comprender enteramente
la experiencia de alguien más.
Por mucho que realmente me importe.
Y nadie más lee tampoco la mente.
Así que no debo castigar a nadie,
o tratar de hacerlo sentir mal,
por no verme, conocerme, cumplirme.
Así que no debo castigar a nadie,
o tratar de hacerlo sentir mal,
por no verme, conocerme, cumplirme.
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