Y ella, dejando entrever una sonrisa, respondió:
Nada es más voluble que un corazón de madre, y como madre, le respondo:
- El hijo predilecto, aquel a quien me dedico de cuerpo y alma…
- Es mi hijo enfermo, hasta que sane.
- El que partió, hasta que vuelva.
- El que está cansado, hasta que descanse.
- El que está con hambre, hasta que se alimente.
- El que está con sed, hasta que beba.
- El que está estudiando, hasta que aprenda.
- El que está desnudo, hasta que se vista.
- El que no trabaja, hasta que se empleé.
- El que se enamora, hasta que se case.
- El que se casa, hasta que conviva.
- El que es padre, hasta que los críe.
- El que prometió, hasta que cumpla.
- El que debe, hasta que pague.
- El que llora, hasta que calle.
Y ya con el semblante bien distante de aquella sonrisa, completó:
- El que ya me dejó... hasta que lo reencuentre..
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