Los obreros a los que interrogó dedicaban los peores insultos a esa materia que atascaba sus bombas, pero nadie tenía la menor idea acerca de su naturaleza química. Sin embargo, los obreros habían descubierto un uso práctico para esa pasta: aplicada a una herida o quemadura, aceleraba la curación.
Chesebrough regresó a su ciudad nativa, Brooklyn, sin ninguna participación en el negocio petrolero, pero con varios tarros del misterioso producto derivado del petróleo. Pasó varios meses experimentando, durante los cuales intentó extraer y purificar el ingrediente esencial de la pasta.
Este ingrediente resultó ser una sustancia transparente y suave, que llamó "gelatina de petróleo" y Chesebrough se convirtió en su propio conejillo de indias.
Para probar las propiedades curativas de esta gelatina, se inflingió varios cortes, arañazos y quemaduras, unos leves y otros más graves en manos y brazos. Cubiertas las heridas con extracto de la pasta, parecían curarse con rapidez y sin infección. En el año de 1870, Chesebrough empezó a fabricar, por primera vez en el mundo, su Vaselina Petroleum Jelly.
Chesebrough pudo haberse echado a llorar al ver su negocio ante una quiebra inminente, o incluso deprimido después de no lograr participación en el nuevo negocio del petróleo. En su lugar observó cuidadosamente las circunstancias y encontró en lo que los demás criticaban y despreciaban, una oportunidad para hacer algo nuevo. Esto nunca está exento de trabajo.
En primer lugar debemos vencer el cerco tendido por aquellos que en su negatividad asume que "No se puede, no se puede". En segundo lugar, deben perseverar aun en medio de los fracasos que experimentan como parte del descubrimiento. Nadie que haya alcanzado el éxito en este mundo, lo obtuvo sin haber fracasado muchas veces antes. Chesebrough tuvo que ser un testimonio vivo para que los demás creyeran en su productos. No se basó en palabras sino en hechos.
En la vida espiritual no es tan diferente. Mucha gente quiere creer, tiene una gran necesidad espiritual, pero no se arriesga al ver la incongruencia entre lo que se predica y lo que se vive. Lamentablemente, los que buscan respuestas y esperanza están expuestos a testimonios faltos de integridad pero ampliamente difundidos por los medios de comunicación.
Por eso, Dios entregó a Su Hijo para que pudiéramos experimentar la verdad, y caminaramos a la redención. Cristo derramó hasta la última gota de sangre por todos, seguidores o no, para que quien crea en El y le siga sea salvo. Este no es un producto del mercadeo, es un testimonio vivo y auténtico.
Así que cuando veas un problema, recuerda siempre hay una solución, cuando sientas temor, hay esperanza, cuando dudes, hay en quien creer. Todo ocurre con un propósito, nuestra tarea primordial es aprender a discernir esta verdad y actuar con base en ella. Empieza a dudar de tus dudas, y empieza a creer en tus creencias.
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