¿Has notado lo fácil que es comenzar cualquier tipo de empresa, pero lo difícil que suele ser terminarla? Esta es una de las razones por las que las empresas fracasan. Alguien tiene una idea brillante y comienza una nueva empresa con entusiasmo ilimitado, pero luego golpea la adversidad, seguida por el desánimo y la derrota. Las puertas que se habían abierto con tantas esperanzas de repente se cierran de golpe.
Como periodista y autor, he escrito más artículos de los que puedo contar, así como casi dos docenas de libros que he escrito y editado. Sin embargo, quedan varias ideas de libros que alguna vez me emocionaron mucho pero que siguen sin terminar. Muchas veces en la vida, como en el mundo del deporte, no importa cómo empiezas sino cómo terminas.
El consultor y entrenador de liderazgo Tim Kight ha observado: «La decisión de comenzar es más fácil. La decisión de continuar es la más difícil. El primer compromiso es lo que te pone en marcha. Los muchos compromisos renovados a lo largo del camino son lo que te mantiene en marcha. Sé implacable».
Nunca lo había pensado de esa manera. Comenzar un proyecto, especialmente uno que requerirá mucho tiempo y energía, requiere compromiso. Pero nos encontramos con baches en el camino, obstáculos que inevitablemente amenazan nuestro progreso. Se necesita volver a comprometerse para mantenerse en el camino. Esta es la razón por la que el dicho: «Si al principio no tienes éxito, inténtalo, inténtalo y vuelve a intentarlo», es tan relevante para el mercado empresarial del siglo XXI como lo fue cuando Robert Bruce, rey de Escocia, pronunció esas palabras antes de una importante batalla contra los británicos en 1314.
Lamentablemente, podemos pensar en muchos casos en los que hombres y mujeres carecieron de la perseverancia para abrirse camino hacia el éxito: atletas prometedores que decidieron que el trabajo duro necesario para alcanzar los niveles más altos de sus deportes era demasiado. Músicos talentosos que se negaron a dedicar las muchas horas de práctica necesarias para alcanzar la excelencia. Empresarios que aspiraban a llegar a lo más alto de sus profesiones, pero carecían de la paciencia necesaria para seguir avanzando.
Al leer la Biblia, encontramos ejemplos de ambos: líderes que alcanzaron la grandeza a través de la perseverancia, así como de individuos con mucho potencial que se desviaron y sufrieron fracasos y desgracias. ¿La diferencia? Una determinación no solo de comenzar sino también de continuar, sin importar cuán difíciles se volvieran las circunstancias. Aquí muestro dos ejemplos (entre muchos) de lo que las Escrituras enseñan acerca de la perseverancia:
1. Enfrentar las dificultades con entusiasmo. Nadie quiere salir de su camino para encontrar dificultades. Sin embargo, mantener la perspectiva de que crecemos y maduramos a través de esos desafíos hace que sea más fácil de soportar. «...cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada» [Santiago 1:2-4 NTV].
2. Manteniendo la línea de meta a la vista. El apóstol Pablo tuvo un largo y fructífero ministerio de servicio a Dios. Pero él nunca se consideró a sí mismo como si hubiera «llegado». Él expresó: «...yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer. Así que sigo adelante, hacia la meta, para llevarme el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Jesucristo» [Filipenses 3:13-14 TLA].
Si vale la pena perseguir algo, debemos recordar no solo comprometernos con ello desde el principio, sino también volver a comprometernos y volver a comprometernos tantas veces como sea necesario hasta que lo logremos.
Robert J. Tamasy