¿Qué diferencia hay entre la meditación cristiana y otros tipos de meditación?
-La meditación es una sabiduría espiritual universal, la encontramos en
todas las grandes tradiciones religiosas. La meditación es básicamente
la práctica espiritual que nos lleva de la mente al corazón. Está basada
en el hecho de que Dios trasciende nuestra comprensión, por supuesto
que rezamos de muchas maneras diferentes, y la meditación no reemplaza
los demás modos de orar, no obstante, sin entender esta oración del
corazón, tampoco podemos entender completamente el sentido de las otras
formas de oración. Ahora, ¿qué es lo que hace cristiana a la meditación?
En primer lugar, nuestra fe, la fe de que Cristo está en nosotros, y,
como dice Pablo, nosotros no sabemos cómo orar, pero Dios ora en
nuestro interior. Así que podemos empezar con un pequeño granito de fe,
lo cual será un elemento central para nuestra meditación cristiana.
Además, está el hecho de que meditamos dentro de una tradición histórica
y teológica. Muchos cristianos no tenían conciencia de que existía esta
tradición cristiana de silencio, así que dejaban su fe para encontrar
la meditación en otras tradiciones, eso no es necesario. Lo que hace a
la meditación cristiana es también que meditamos con otros cristianos, y
cuando hay dos o tres que se reúnen en mi nombre ahí estoy, dijo Jesús.
Estamos enriquecidos por otras formas de oración cristiana, las
escrituras y la eucaristía. Yo creo que como cristianos descubrimos que
la práctica de la meditación se traduce en nosotros por el amor hacia
los demás.
-¿Cuáles son los frutos de la meditación en su vida?
-Puedo decir que, a lo largo de los años, he visto los frutos del
Espíritu, estoy siendo menos controlado por el miedo y más consciente de
que el amor es la gran fuerza que funciona en el mundo, y me ha hecho
menos temeroso del fracaso. Si nosotros vivimos con fe, Dios está
siempre con nosotros. También veo el misterio de Cristo de formas que
antes no había percibido y me ayuda a ver a Cristo también en la gente
que me desagrada. Todavía mantengo todas mis culpas. He descubierto que
ser seguidor de Jesús no implica volverme perfecto, sino que significa
aceptarme como soy y estar abierto a la gracia.
-¿Qué consejo le daría a aquél que quiere meditar y se aburre, o no logra aquietar su mente?
-Que sean simples, que sean como niños, que sean humildes, que no
evalúen su meditación, que encuentren los amigos espirituales que los
ayuden a perseverar, y que lo tomen de un día a la vez. Si dejan la
meditación por una semana, un año, que vuelvan, y cuando regresen a esos
tiempos de meditación a la mañana y a la tarde, la van a ir
comprendiendo mejor, y sentirán que el Espíritu los guía. La ciencia
médica afirma que la meditación es buena para nosotros, física y
psicológicamente, también las grandes tradiciones, los grandes maestros
de la fe apuntan a la oración del corazón, a la contemplación. Así que
con estos consejos de los dos lados, sin tratar de ser perfectos ni de
tener éxito, sino aprendiendo a ser y permitiendo que Dios sea en
nosotros, sigan este camino paso a paso, y se irán abriendo cada vez más
a las riquezas de Cristo.
Padre Laurence Freeman, monje benedictino
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ADICIONALMENTE
Comparto las citas bíblicas respecto a la meditación.
Pregunta: "¿Qué es la meditación cristiana?"
Respuesta:No existen los pasajes bíblicos que usen la frase “meditación
cristiana.” Ambas palabras “meditar” y “meditación” se encuentran
aproximadamente dieciocho veces en el Antiguo Testamento. Hay dos
palabras hebreas que son traducidas como “meditar,” y se encuentran
en Génesis 24:63; Josué 1:8; Salmos 1:2, y otros. En el contexto de estos
versos, a la palabra hebrea “hagah” se le asigna el significado de
“examinar, considerar, imaginar, meditar, lamentar, hablar, estudiar,
hablar, expresar, etc.” A la palabra hebrea “aiyach” se le adjudica aún
otro significado, cuando es usada en el sentido de considerar, conversar
con uno mismo, y por lo tanto en voz alta; para expresar o comunicar,
quejas, declarar, meditar, orar, hablar (con Dios en oración), etc.
La palabra “meditación” se encuentra en Salmo 5:1;19:14, y otros. Un
verso familiar en Salmo 19:14 dice, “Sean gratos los dichos de mi boca y
la meditación de mi corazón delante de Ti…” Él pide que sus palabras y
pensamientos sean consistentes. Las palabras de la boca son una farsa si
no están sustentadas por la meditación del corazón.
Contrario al
pensamiento popular en algunos círculos, la meditación cristiana nada
tiene que ver con ninguna práctica que involucre un misticismo oriental
como su raíz o modelo. Tales prácticas incluyen lectio divina (lecturas
divinas), meditación trascendental, y muchas formas de la llamada
oración contemplativa. Éstas contienen en su núcleo una peligrosa
premisa, de que podemos “escuchar la voz de Dios,” no a través de Su
Palabra, sino a través de revelación extra-bíblica. Hay iglesias en la
actualidad que están llenas de gente quienes creen que están escuchando
una “palabra del Señor,” contradiciéndose con frecuencia unos a otros y
causando interminables disputas y divisiones dentro del Cuerpo de
Cristo. En ninguna parte de la Escritura se anima a los cristianos a
buscar cualquier sabiduría más allá de la Biblia, la cual es “…inspirada
por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16-17). Si la
Biblia es suficiente para equiparnos totalmente para toda buena obra,
¿cómo podemos creer que necesitamos buscar una experiencia mística
adicional a ésta?
Para el cristiano, la meditación debe ser
únicamente sobre la Palabra de Dios, y lo que ella revela acerca de Él.
David encontró que esto es así, y describe al hombre que es “bendecido,”
como aquel que “…en la ley de Jehová está su delicia, en su ley medita
de día y de noche.” (Salmo 1:1-2, énfasis añadido). La verdadera
meditación cristiana es un proceso activo del pensamiento (pensando,
resolviendo), donde nos entregamos al estudio de la Palabra, orando
sobre ello, y pidiéndole a Dios que nos dé el entendimiento por el
Espíritu, Quien habita en el corazón de cada creyente, y Quien ha
prometido guiarnos “a toda la verdad” (Juan 16:13). Entonces ponemos
esta verdad en práctica, sometiéndonos a ello (las Escrituras) como la
regla para nuestra vida y práctica, mientras practicamos nuestras
actividades cotidianas. Esto ocasiona el crecimiento y la madurez
espiritual en las cosas de Dios, al ser enseñados por el Espíritu Santo.
Como todo lo que compartes...muy buen artículo...
ResponderBorrarMuchas gracias!!!