Un día un sabio preguntó a sus amigos lo siguiente:
“¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?”Los amigos pensaron unos momentos.
- “Porque perdemos la calma – dijo uno – por eso gritamos”
- “Pero, ¿Por que gritar cuando la otra persona está a tu lado?”, preguntó el sabio.
- “¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?”
Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ella satisfacía al sabio. Finalmente, el sabio explicó:“Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia”.
Tras hacer una pausa preguntó a sus amigos:
- “¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran?”
“Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente. ¿Por qué? Sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña.”
Y el sabio continúo:
- “Cuando se enamoran más aun, ¿qué sucede?”
- “No hablan, sólo susurra y se acercan aún más en su amor. Finalmente, no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuán cerca están dos personas, cuando se aman.”
Finalmente el sabio dijo:
“Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso”.
---
¿Estás gritando? ¿A alguien que conoces y amas? Tenemos percepciones erróneas sobre el peligro hoy en día. La mayoría de los crímenes se cometen en los propios hogares en momentos de impaciencia, enojo e ira. Cubrimos nuestras casas de alambre navaja, instalamos costosos sistemas de seguridad, porque como dicen los medios el enemigo está afuera.
El enemigo está en cada uno y en nuestro propio hogar y encuentra en nuestra ausencia de dominio propio y desamor. Nos hemos vuelto impacientes con los que nos aman realmente y dependen de nosotros. Nos irritamos con los que son comprensivos y pacientes e invierten su confianza y tiempo en nuestras vidas.
Hemos sucumbido a un mundo que promueve la auto gratificación instantánea, egoísta y competitiva. Somos más amables con los extraños, gente del trabajo, la secretaria, que con nuestro cónyuge o nuestros hijos. Es tiempo de revisarnos y tomar una decisión firme antes de que estemos tan lejos que creamos como dicen los que fracasan que el divorcio es la solución o que una doble vida es la respuesta.
No te vas a llevar nada de este mundo, ni tu cuerpo, ni tus posesiones, ni tus honores. Solo tu alma, porque incluso el Espíritu que mora en ti vuelve a Dios. Sin amor aquí y ahora, ni tú ni yo tendremos eternidad con Dios, porque es lo único que permanece.
Sin duda, un texto de conciencia que merece ser interiorizado y llevado a la práctica por todos para que el mundo y la sociedad mejore.
ResponderBorrarEste tipo de entradas profundas que hacen reflexionar ese modo de vida que ya tenemos tan asimilado, son las que siempre dejan huella. Por el mensaje, claro está, pero también por cómo está escrito, por ese personaje sabio... ¡Me maravilla!
Un abrazo,
Abel Jara Romero
Muchas gracias por tu comentario Abel! Siempre enriquece la reflexión, y si nos sirve para acercarnos al corazón, mucho mejor!
BorrarUn fuerte abrazo
Edith