En la hora más tranquila de la noche, cuando estaba ya medio dormido, mis siete YO se sentaron en círculo a conversar en voz baja.
PRIMER YO: Así es este loco, he vivido todos estos años sin tener otra cosa más que hacer que renovar su dolor durante el día y recrear su tristeza por la noche. No puedo soportar más tiempo el destino que me ha correspondido y me rebelaré.
SEGUNDO YO: Tú suerte es mejor que la mía, hermano, porque a mí se me asignó el YO alegre de este loco. Yo río su risa y canto sus horas felices, y con pies tres veces alados danzo sus más luminosos pensamientos. Soy yo quien debe rebelarse contra una existencia tan fatigosa.
TERCER YO: ¿Y qué debería decir yo, entonces, el YO amoroso, encargado de la antorcha ardiente de pasiones salvajes y fantásticos deseos? Soy yo, el YO enfermo de amor, quien se debe rebelar contra este loco.
CUARTO YO: Entre todos vosotros, yo soy el más desdichado, porque nada me fue dado sino el abominable odio y el destructivo rencor. Soy yo, el Yo tempestuoso, el único nacido entre las negras cavernas del infierno quien debería protestar por tener que seguir al servicio de un loco.
QUINTO YO: No. Soy yo, el YO pensante, el YO imaginativo, el YO hambriento y sediento, el único condenado a vagar sin descanso en busca de cosas desconocidas y todavía no creadas. Soy yo y no vosotros el que debe rebelarse.
SEXTO YO: ¿Y yo? Soy el YO trabajador, el insignificante obrero que con sus manos pacientes y sus ojos anhelantes transforma los días en imágenes y da a los elementos amorfos formas nuevas y eternas. Soy yo, el YO solitario, quien debe rebelarse contra este inquieto loco.
SÉPTIMO YO: Qué extraño es que todos queráis rebelaros contra este hombre por tener cada uno de vosotros un destino determinado que cumplir. ¡Ah, ojalá fuera yo como uno de vosotros y tuviera también un YO con un determinado destino! Pero no tengo ninguno, soy el YO sin ocupación,
el que se sienta en silencio, vacío de tiempo y espacio, mientras que vosotros estáis ocupados recreando la vida.
Pensad pues detenidamente, ¿sois vosotros o yo, compañeros, quien debe rebelarse?
Cuando el séptimo YO hubo hablado, los otros seis lo miraron apenados, pero no dijeron nada. Y cuando la noche se hizo más profunda, uno tras otro se fueron a dormir, arropados en una nueva
y satisfecha sumisión.
Pero el séptimo YO permaneció despierto, mirando la nada que está detrás de todas las cosas".
Jalil Gibrán
El espíritu de tu vida apenas puede ser intuido por las palabras. Deja que El loco te ayude a descubrir más puertas y a abrir otras ventanas, no para que salgas o para que veas, sino sólo para que sepas que la mayor locura es la posibilidad que tienes en cada instante de recrear tu propio hogar
Una serendipia es ...
Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.
27 noviembre 2015
26 noviembre 2015
El árbol
Había una vez, en las afueras de un pueblo, un árbol enorme y hermoso que vivía regalando a todos los que se acercaban el frescor de su sombra, el aroma de sus flores y el increíble canto de los pájaros que anidaban entre sus ramas.
El árbol era querido por todos, pero especialmente por los niños, que trepaban por el tronco y se
balanceaban entre las ramas con su complicidad complaciente. Si bien el árbol amaba a la gente, había un niño que era su preferido. Aparecía siempre al atardecer, cuando los otros se iban.
-Hola, amiguito-decía el árbol, y con gran esfuerzo bajaba sus ramas al suelo para ayudar al niño atrepar, permitiéndole además cortar algunos de sus brotes verdes para hacerse una corona de hojas aunque el desgarro le doliera un poco. El chico se balanceaba con ganas y le contaba al árbol
las cosas que le pasaban en casa.
Casi de un día para otro, el niño se volvió adolescente y dejó de visitar al árbol.Pasó el tiempo.. y de
repente, una tarde, el árbol lo vio caminando a lo lejos y lo llamó con entusiasmo:
-Amigo… amigo…Ven, acércate…Cuánto hace que no vienes… Trepa y charlemos.
-No tengo tiempo para tonterias-dijo el muchacho.
-Pero…disfrutábamos tanto juntos cuando eras pequeño…
-Antes no sabía que se necesitaba dinero para vivir, ahora busco dinero ¿Tienes dinero para darme?
El árbol se entristeció un poco, pero se repuso enseguida.
-No tengo dinero, pero tengo mis ramas llenas de frutos. Podrías subir y llevarte algunos, venderlos y obtener el dinero que necesitas…
-Buena idea- dijo el muchacho, y subió por la rama que el árbol le tendió para que trepara como cuando era chico.
Y arrancó todos los frutos del árbol, incluidos los que aún no estaban maduros. Llenó con ellos unas bolsas de arpillera y se fue al mercado.
El árbol se sorprendió de que su amigo no le dijera ni gracias, pero dedujo que tendría urgencia por llegar antes de que cerraran los compradores.
Pasaron diez años hasta que el árbol vio pasar otra vez a su amigo.Era ya un adulto.
-Qué grande estás- le dijo emocionado-;ven, sube como cuando eras niño, cuéntame de ti.
-No entiendes nada, como para trepar estoy yo…Lo que necesito es una casa. ¿Podrías acaso darme una?
El árbol pensó unos minutos.
-No, pero mis ramas son fuertes y elásticas. Podrías hacer una casa muy resistente con ellas.
El joven salió corriendo con la cara iluminada. Una hora más tarde, con una sierra cortó cada una de sus ramas, tanto las secas como las verdes. El árbol sintió el dolor, pero no se quejó. No quería que su
amigo se sintiera culpable.
El árbol guardó silencio hasta que terminó la poda y después vio al joven alejarse esperando inútilmente una mirada o gesto de gratitud que nunca sucedió.
Con el tronco desnudo, el árbol se fue secando. Era demasiado viejo para hacer crecer nuevamente ramas y hojas que lo alimentaran. Quizás por eso, porque ya estaba viejo cuando lo vio venir, años después, solamente dijo:
-Hola.¿Qué necesitas esta vez?
-Quiero viajar. Pero, ¿qué puedes tú hacer? Ya no tienes ramas ni frutos que sirvan para vender.
-Que importa, hijo-dijo el árbol-, puedes cortar mi tronco…con él quizá consigas construir una canoa para recorrer el mundo a tus anchas.
-Buena idea-dijo el hombre.
Horas después volvio con una hacha y taló el árbol. Hizo su canoa y se fue.
Del viejo árbol quedó tan sólo el pequeño tocón a ras del suelo. Dicen que el a´rbol aún espera el regreso de su amigo para que le cuetne de su viaje. Nunca se dio cuenta que ya no volvería. El niño ha crecido, pero tristemente se ha vuelto un hombre de esos que nunca vuelven a donde no hay nada más para tomar. El árbol espera, vacío, aunque sabe que no tiene nada más para dar.
LIMITES Y LIBERTAD.
El árbol y el hombre del cuento mostraban formas bien distintas de amor.
En todo caso habrá diferentes maneras de amar, y dependerán de quién soy y no de cuántos quiero. Habría amores buenos y sanos, que sienten aquéllos de corazones buenos y sanos. Y habrá también amores enfermizos, el de los incapaces, el de los manipuladores, el de los posesivos, el de los dependientes, el de los que nunca se dieron cuenta de que el mayor valor de que alguien esté aparece cuando uno se da cuenta de que podría elegir haberse ido.
Aquellos que han aprendido a amar no dependen pero tampoco permiten que otros dependan
de ellos. Saben que de cualquiera de los dos lados de la cadena, el esclavo y el amo son víctimas de la esclavitud y la rechazan de plano.
Aman y ponen limites; Y pretenden ser amados de la misma manera.
Jorge Bucay
24 noviembre 2015
Pequeñeces
Una señora de edad había esperado toda la vida la oportunidad de viajar en un tren. Quería contemplar, devorar cada paisaje con los ojos y disfrutar todo cuanto pudiera en los kilómetros que iría a recorrer durante su viaje en tren.
Entró muy decidida en el vagón de pasajeros y cuando el tren partió, comenzó a acomodar los paquetes y cestas que traía, trató de arreglar confortablemente su asiento y acomodar las cortinas, y colocarse en situación cómoda.
Luego hizo un inventario mental de todo lo que llevaba consigo, y empezó a imaginarse los paisajes de los que disfrutaría durante este viaje. Le había hablado sobre la panorámica de las montañas, los lagos, ríos, ganado y otras cosas dignas de ser apreciadas y disfrutadas cuando uno viajaba en tren.
Tras tomar bastante tiempo en todas esas pequeñas preocupaciones y ya estaba lista para comenzar la contemplación del paisaje, el conductor voceó el nombre de la estación a la cual iban, ¡había llegado a su destino!
-"Que pena", dijo ella, "si hubiese sabido que llegaríamos tan pronto no habría perdido tiempo en pequeñeces".
La única profecía que siempre se cumple es la que afirma que todos moriremos en los próximos cien años. Muchos tal vez antes. Sin embargo, cuando somos jóvenes pensamos que podemos desperdiciar nuestro tiempo como si fuera un recurso inagotable. El camino de la especie humana es la entropía como en todo sistema natural. Todos envejecemos con o sin cirugía estética.
No podemos aumentar nuestro tiempo sobre esta tierra, pero si podemos reducirlo. No podemos controlar el tiempo, pero si aprender a aprovecharlo. Cada estación de nuestra vida presenta debilidades y fortalezas, oportunidades y amenazas y si bien Dios tiene el control de todo y es el único que no tiene principio ni fin, nosotros tenemos el libre albedrío para ser buenos mayordomos del tiempo que nos queda.
La señora del tren estaba como muchos de nosotros preocupada por las pequeñeces, en lugar de ocuparse de lo realmente importante: disfrutar del viaje y llegar plena a su destino.
Todos viajamos en un tren cuyo destino es el fin de los tiempos. Cada estación marca una etapa de nuestro ciclo de vida con sus experiencias de las cuales podemos aprender o no. Cada decisión que tomamos cuando vivimos afecta nuestro destino final. Podemos quedarnos sin disfrutar del viaje y sin contribuir dejando un legado positivo a quienes nos rodea, pero entonces nuestra vida habrá sido en vano, consumida por pequeñeces.
No perdamos el enfoque real en nuestra vida. Las pequeñeces muchas veces nos desvían y distraen del verdadero paisaje, de las cosas grandes que Dios tiene para nosotros. Ocupémonos de la vida en lugar de preocuparnos por las pequeñeces.
Ocuparnos de lo importante nos aleja de las pequeñeces que nos preocupan
23 noviembre 2015
¿La naturaleza humana es intrínsecamente egoísta o altruista?
A pesar de la violencia y de los conflictos que vemos permanentemente en los medios, ciertos estudios muestran que la violencia ha disminuido continuamente durante los últimos siglos. Y en nuestra experiencia cotidiana también se manifiesta la cooperación, la amistad, el afecto y la benevolencia.
La investigación científica de los últimos 30 años ha transformado significativamente el punto de vista distorsionado que consideraba la naturaleza humana como algo motivado completamente por el egoísmo. Una creencia que dominó durante mucho tiempo la psicología occidental, las teorías de la evolución y la economía.
Yo mismo, estoy profundamente convencido de que el amor y la compasión –las dos caras del altruismo- son las virtudes fundamentales de la existencia humana y el corazón de la trayectoria espiritual. El amor benevolente es el deseo de que todos los seres experimenten la felicidad, mientras que la compasión se enfoca en la erradicación de su sufrimiento.
Mis experiencias con maestros espirituales de la tradición del budismo tibetano durante más de 45 años vividos en Asia, me han influenciado profundamente. La convicción budista que afirma que todo ser humano posee un potencial indestructible de bondad y de sabiduría es particularmente motivante. También he aprendido lecciones valiosas al participar en acciones humanitarias, incluyendo 140 proyectos médicos y educativos en la región del Himalaya por medio de Karuna-Shechen, la organización que yo creé.
Nuestra era se ve enfrentada a muchos retos, entre ellos se destaca la necesidad fundamental de reconciliar los requerimientos de tres niveles temporales –corto, mediano y largo plazo-, a los cuales se sobreponen tres tipos de intereses: los nuestros, los de aquellos cercanos a nosotros y los de todos los seres sensibles. A corto plazo, debemos responder a los requerimientos inmediatos de la economía actual; a mediano plazo, a la búsqueda de la felicidad; y a largo plazo, a la salud futura del medio ambiente.
En lo que concierne el medio ambiente, hasta hace poco tiempo su evolución ha sido cuantificada en términos de eras geológicas y climáticas, que duraron millones de años. Hoy en día, el ritmo del cambio continúa acelerándose debido a los trastornos ecológicos provocados por las actividades humanas. Especialmente, debido a la “Gran aceleración” que se ha producido desde 1950 y que ha definido una nueva era llamada Antropoceno (“la era de los humanos”), durante la cual, por la primera vez en la historia, las actividades humanas modifican profundamente (y actualmente degradan) todo el sistema que sostiene la vida en la Tierra.
Este nuevo reto nos ha tomado totalmente por sorpresa. Si nuestra obsesión con la obtención de crecimiento cuantitativo continua y el consumo de los recursos naturales sigue aumentando al nivel exponencial actual, al llegar al 2050 necesitaremos tres planetas. Pero no los tenemos.
¿Qué podemos hacer con respecto a este dilema? Sólo un concepto revolucionario y unificador podrá sacarnos de este laberinto complejo de preocupaciones. Durante décadas, mis reuniones con líderes espirituales, filósofos, psicólogos, neuro-científicos, economistas y ambientalistas me han convencido de que el altruismo es el hilo de Ariadne que nos permitirá establecer una conexión armoniosa entre los retos económicos a corto plazo, la calidad de vida a mediado plazo y el futuro del medio ambiente al largo plazo.
Matthieu Ricard
La investigación científica de los últimos 30 años ha transformado significativamente el punto de vista distorsionado que consideraba la naturaleza humana como algo motivado completamente por el egoísmo. Una creencia que dominó durante mucho tiempo la psicología occidental, las teorías de la evolución y la economía.
Yo mismo, estoy profundamente convencido de que el amor y la compasión –las dos caras del altruismo- son las virtudes fundamentales de la existencia humana y el corazón de la trayectoria espiritual. El amor benevolente es el deseo de que todos los seres experimenten la felicidad, mientras que la compasión se enfoca en la erradicación de su sufrimiento.
Mis experiencias con maestros espirituales de la tradición del budismo tibetano durante más de 45 años vividos en Asia, me han influenciado profundamente. La convicción budista que afirma que todo ser humano posee un potencial indestructible de bondad y de sabiduría es particularmente motivante. También he aprendido lecciones valiosas al participar en acciones humanitarias, incluyendo 140 proyectos médicos y educativos en la región del Himalaya por medio de Karuna-Shechen, la organización que yo creé.
Nuestra era se ve enfrentada a muchos retos, entre ellos se destaca la necesidad fundamental de reconciliar los requerimientos de tres niveles temporales –corto, mediano y largo plazo-, a los cuales se sobreponen tres tipos de intereses: los nuestros, los de aquellos cercanos a nosotros y los de todos los seres sensibles. A corto plazo, debemos responder a los requerimientos inmediatos de la economía actual; a mediano plazo, a la búsqueda de la felicidad; y a largo plazo, a la salud futura del medio ambiente.
En lo que concierne el medio ambiente, hasta hace poco tiempo su evolución ha sido cuantificada en términos de eras geológicas y climáticas, que duraron millones de años. Hoy en día, el ritmo del cambio continúa acelerándose debido a los trastornos ecológicos provocados por las actividades humanas. Especialmente, debido a la “Gran aceleración” que se ha producido desde 1950 y que ha definido una nueva era llamada Antropoceno (“la era de los humanos”), durante la cual, por la primera vez en la historia, las actividades humanas modifican profundamente (y actualmente degradan) todo el sistema que sostiene la vida en la Tierra.
Este nuevo reto nos ha tomado totalmente por sorpresa. Si nuestra obsesión con la obtención de crecimiento cuantitativo continua y el consumo de los recursos naturales sigue aumentando al nivel exponencial actual, al llegar al 2050 necesitaremos tres planetas. Pero no los tenemos.
¿Qué podemos hacer con respecto a este dilema? Sólo un concepto revolucionario y unificador podrá sacarnos de este laberinto complejo de preocupaciones. Durante décadas, mis reuniones con líderes espirituales, filósofos, psicólogos, neuro-científicos, economistas y ambientalistas me han convencido de que el altruismo es el hilo de Ariadne que nos permitirá establecer una conexión armoniosa entre los retos económicos a corto plazo, la calidad de vida a mediado plazo y el futuro del medio ambiente al largo plazo.
Matthieu Ricard
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19 noviembre 2015
El fin del terrorismo
El terrorismo, la violencia, el odio, la guerra santa y el deseo de venganza, comienza en todos y cada uno de nosotros. Ninguno de nosotros está separado de este río de humanidad. Ninguno de nosotros somos individuos separados de la totalidad, sino parte de algo más grande; participamos en el río, y tenemos nuestro ser en el río, y en ese sentido, somos responsables de la totalidad del río. Tú eres el mundo, y el mundo es tú, como al ilustre Krishnamurti le gustaba decir.
La violencia comienza cuando nos dividimos a nosotros mismos del río y de los demás, cuando menos en nuestra imaginación. Nos alejamos de nuestra vitalidad y nos definimos conceptualmente, reduciéndonos a una cosa. Bueno, malo. Correcto, equivocado. Cristiano, Judío, ateo. Creyente, no creyente. Un éxito, un fracaso. Indio, Americano, Australiano. La verdad se convierte en un arma. Elegimos un bando. Vemos que hay 'otros.' Olvidamos nuestra naturaleza compartida, que somos hermanos y hermanas, la misma fuerza de vida moviéndose, la misma consciencia, el agua de la Vida.
Internamente, nos ponemos en guerra con nuestros propios pensamientos, con nuestros sentimientos. Le damos la espalda a nuestro dolor, a nuestra duda, a nuestro miedo, a nuestros anhelos; los llamamos 'negativos' o 'equivocados' o incluso 'malos.' Nos partimos en dos, el 'yo bueno' contra el 'yo malo,' el santo contra el pecador, la luz contra la oscuridad, lo santo contra lo impío. Podríamos incluso tratar de 'deshacernos' o 'aniquilar' nuestra tristeza, nuestra duda, nuestro miedo, nuestros impulsos sexuales, nuestros pensamientos 'impuros'. El comienzo del genocidio.
Dentro. Todo comienza dentro.
Lo que rechazamos en nosotros mismos, lo terminamos rechazando en los demás. 'Aquí dentro' se convierte en 'allá fuera' en un abrir y cerrar de ojos. Sus imperfecciones. Sus defectos. Sus dolores, sus alegrías, sus dudas, sus debilidades; realmente son nuestros. Sus pensamientos extraños, sus sentimientos 'erróneos' o 'vergonzosos', su oscuridad, su pecado; son realmente nuestros. Tratamos de cambiarlos, corregirlos, salvarlos. Los juzgamos, los vemos hacia abajo, los despreciamos, les tememos. En nuestra frustración, podríamos lastimarlos. En nuestra rabia, incluso podríamos matarlos. En nuestra búsqueda por la totalidad, al no reconocer nuestra propia totalidad, al olvidar el amor que somos, podríamos destruir todo y a todos a nuestro alrededor. En el nombre de la 'libertad.' En el nombre de 'Dios.'
La forma de acabar con el terrorismo es verlo, entenderlo, cortarlo de raíz. Observa cómo comienza la guerra en el interior. Observa cómo la violencia comienza en todos y cada uno de nosotros. Cada vez que evitamos un pensamiento o un sentimineto, cada vez que nos avergonzamos de ellos, o los culpamos, cada vez que le damos la espalda a nuestra ira, a nuestra tristeza, a nuestra duda, o a nuestro miedo; cada vez que juzgamos o atacamos a alguien más, en lugar de enfrentar nuestro propio trauma no resuelto plantamos semillas de terror. Sin embargo, cada vez que abrimos nuestro corazones, cuando le hacemos lugar a lo que nos molesta, cuando prestamos una amorosa, curiosa atención a ese lugar que nos duele por dentro, cuando respiramos justo en aquello que desearíamos destruir, estamos recordando nuestra inmensidad, nos conectamos de nuevo con el amor que arde dentro, y nos convertimos en parte de la solución, en el río.
Y entonces, debido a que respiraste, amigo, quizás la humanidad tenga una oportunidad.
Jeff Foster
La violencia comienza cuando nos dividimos a nosotros mismos del río y de los demás, cuando menos en nuestra imaginación. Nos alejamos de nuestra vitalidad y nos definimos conceptualmente, reduciéndonos a una cosa. Bueno, malo. Correcto, equivocado. Cristiano, Judío, ateo. Creyente, no creyente. Un éxito, un fracaso. Indio, Americano, Australiano. La verdad se convierte en un arma. Elegimos un bando. Vemos que hay 'otros.' Olvidamos nuestra naturaleza compartida, que somos hermanos y hermanas, la misma fuerza de vida moviéndose, la misma consciencia, el agua de la Vida.
Internamente, nos ponemos en guerra con nuestros propios pensamientos, con nuestros sentimientos. Le damos la espalda a nuestro dolor, a nuestra duda, a nuestro miedo, a nuestros anhelos; los llamamos 'negativos' o 'equivocados' o incluso 'malos.' Nos partimos en dos, el 'yo bueno' contra el 'yo malo,' el santo contra el pecador, la luz contra la oscuridad, lo santo contra lo impío. Podríamos incluso tratar de 'deshacernos' o 'aniquilar' nuestra tristeza, nuestra duda, nuestro miedo, nuestros impulsos sexuales, nuestros pensamientos 'impuros'. El comienzo del genocidio.
Dentro. Todo comienza dentro.
Lo que rechazamos en nosotros mismos, lo terminamos rechazando en los demás. 'Aquí dentro' se convierte en 'allá fuera' en un abrir y cerrar de ojos. Sus imperfecciones. Sus defectos. Sus dolores, sus alegrías, sus dudas, sus debilidades; realmente son nuestros. Sus pensamientos extraños, sus sentimientos 'erróneos' o 'vergonzosos', su oscuridad, su pecado; son realmente nuestros. Tratamos de cambiarlos, corregirlos, salvarlos. Los juzgamos, los vemos hacia abajo, los despreciamos, les tememos. En nuestra frustración, podríamos lastimarlos. En nuestra rabia, incluso podríamos matarlos. En nuestra búsqueda por la totalidad, al no reconocer nuestra propia totalidad, al olvidar el amor que somos, podríamos destruir todo y a todos a nuestro alrededor. En el nombre de la 'libertad.' En el nombre de 'Dios.'
La forma de acabar con el terrorismo es verlo, entenderlo, cortarlo de raíz. Observa cómo comienza la guerra en el interior. Observa cómo la violencia comienza en todos y cada uno de nosotros. Cada vez que evitamos un pensamiento o un sentimineto, cada vez que nos avergonzamos de ellos, o los culpamos, cada vez que le damos la espalda a nuestra ira, a nuestra tristeza, a nuestra duda, o a nuestro miedo; cada vez que juzgamos o atacamos a alguien más, en lugar de enfrentar nuestro propio trauma no resuelto plantamos semillas de terror. Sin embargo, cada vez que abrimos nuestro corazones, cuando le hacemos lugar a lo que nos molesta, cuando prestamos una amorosa, curiosa atención a ese lugar que nos duele por dentro, cuando respiramos justo en aquello que desearíamos destruir, estamos recordando nuestra inmensidad, nos conectamos de nuevo con el amor que arde dentro, y nos convertimos en parte de la solución, en el río.
Y entonces, debido a que respiraste, amigo, quizás la humanidad tenga una oportunidad.
Jeff Foster
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13 noviembre 2015
Sacrificio
Cada año en Alaska, hay una carrera de trineos con perros de 1,000 kilómetros donde el ganador sale con un premio de mucho dinero y prestigio. Lo que pocos saben es que esta carrera conmemora una carrera original para salvar vidas.
En Diciembre de 1924, en el pueblo de Nome, Alaska, Richard Stanley, un niño de seis años, mostró señales de difteria, una enfermedad que suele ser tan rápida que acaba en pocas horas con el enfermo. Un día después murió el niño y a los pocos días murieron otros tres. La dotación de anti-toxina para la difteria había caducado por lo que el único médico del pueblo, Dr. Curtis Welch , no se atrevía aplicarla a los pacientes. Ya lo había intentado sin éxito.
El 22 de enero de 1925, Welch envió un radiotelegrama y alerto a las mayores ciudades de Alaska incluyendo al gobernador en Juneau sobre el riesgo del brote de difteria para la salud pública. Para entonces ya 50 personas habían sido diagnosticadas con difteria.
En su mensaje, el Dr. Welch decía:
"Una epidemia de difteria es casi inevitable aquí. Necesito con urgencia un millón de unidades de antitoxina para la difteria..."
El 24 de enero una junta médica propuso una carrera de relevos con trineos guiados por perros, usando dos equipos. Uno comenzaría en Nenana y el otro en la ciudad de Nome y se encontraría en el pueblo de Nulato. El viaje entre Nulato y Nome normalmente tomaba 30 días, aunque la marca era de 9 días. El Dr. Welch calculó que el suero solo podría durar seis días bajo las brutales condiciones de la ruta terrestre.
El noruego Leonhard Seppala, fue seleccionado para el recorrido de ida y vuelta de 1,014 km de Nome a Nulato. El había previamente hecho esa ruta en un tiempo record de cuatro días, ganando la competencia "Toda Alaska" tres veces y convirtiéndose en una leyenda, por su habilidad atlética y conexión con sus perros siberianos huskies. Su perro líder de 12 años se llamaba Togo y era igualmente famoso por su liderazgo y habilidad para detectar el peligro.
Operando en relevos, un trineo empezó desde Nome mientras el otro, cargando el suero, empezó desde Nenana. A pesar de la congelación parcial de sus dedos y orejas – a pesar de su fatiga y agotamiento – estos hombres siguieron forzosamente sobre suelos helados con vientos huracanados y temperaturas de menos 46 grados Celsius para lograr llevar el suero antidiftérico a Nome.
Juntos los dos equipos cubrieron 1,085 km, en 127 horas y media lo cual fue considerado una marca mundial, increíblemente lograda en temperaturas bajo cero y con vientos llenos de granizos y huracanados. Varios perros murieron en el trayecto.
Como resultado de este gran sacrificio, solo murió una persona más. El sacrificio de estos hombres extraordinarios proporcionó el regalo de la vida a un pueblo entero.
Sabemos por experiencias y testimonios que cuando todo marcha bien es fácil aparentar coraje y seguridad, pero sólo en medio de las crisis se prueba el verdadero carácter y fe de las personas, indistintamente de su lugar de origen o formación. En la crisis personas ordinarias hacen cosas extraordinarias por otras que a menudo ni conocen. No ambicionan fama ni popularidad, su recompensa es interior y permanente.
Mucha gente considera erróneamente que quienes sobreviven a conflictos como las guerras o los cataclismos son héroes. Nada más lejano a la historia. Los verdaderos héroes son aquellos que rinden sus vidas para la salvación de otros, mientras que los que sobreviven son, a menudo, los beneficiarios de sus actos de fe y coraje.
A menudo los medios de comunicación y la cultura contribuyen a trivializar el significado del heroísmo e incluso deciden arbitrariamente quien es héroe y quién no. No debe extrañar que a pesar de que Leonhard Seppala, con sus perros liderados por Togo hicieron el mayor de los sacrificios y llevaron el mayor peso del esfuerzo, el crédito internacional y los monumentos se dieron a otro participante y a su respectivo perro.
Seppala cuando se enteró por los periódicos sintió pena por su perro, más que por haber sido ignorado. El ya había recibido su mayor recompensa con las vidas salvadas por el suero que logro llevar a tiempo.
¿Es la humanidad desagradecida y olvidadiza? Con demasiada frecuencia ese es el caso. Cuando pasan las crisis la mayoría vuelve a aparentar que tiene el control, hasta que una nueva crisis emerge.
¿Le recuerda esta historia lo que hizo Dios por nosotros?, Dios entregó a su hijo Jesucristo para que toda la humanidad recibiera salvación eterna mediante su sacrificio. Los verdaderos héroes pueden ser ignorados pero sus acciones tienen repercusiones eternas.
Héroe es quien se sacrifica desinteresadamente por la salvación de otros
11 noviembre 2015
¿De qué manera podría reaccionar que sea la mejor versión de mi misma?
Soy una persona que me encanta sacar lo positivo de las cosas y un aprendizaje real, y en situaciones dificiles, me pregunto ¿qué tengo que aprender? y recientemente me gustó empezar a hacerme esta pregunta ¿de qué manera podría reaccionar que sea la mejor versión de mi misma? Pues es bonito leerlo, pero hacerlo, es otra cosa.
Hace tiempo tuve la oportunidad, en una conversación, en donde traté amorosamente (porque quiero a la persona a quien le hacía el comentario) de dar un buen consejo de salud, otra persona a quien no conozco, y no tiene la fortuna de conocerme (porque soy un encanto, es la verdad), empezó a enviarme mensajes algo agresivos, a los que traté de contestar amablemente puesto que el tema que originó el comentario es algo de lo que he estudiado mucho (alimentación y salud), hasta que llegó el punto desafortunado en que me ofendió. Pasaron tantas cosas por mi cabeza, pero ninguna de las que pensé, me hacía quedar bien, solo atiné a decirle a mis familiares y amigos "cuiden sus amistades".... Nadie atinó a decir nada más, solo quedaron lagrimas en mi rostro ante su ofensivo comentario.
Pasó un rato y entonces recordé que todas las cosas que pasan son por algo más grande que tenemos que aprender. Hice una pausa y respiré conscientemente, en mi presente. Recordé que hace tiempo leí que las emociones de enojo, duran solamente unos minutos, y después se desvancen. Reflexioné sobre el tema que causó mi molestia y sólo pude pensar en lo bendecida que soy, y todas las cosas por las que he pasado han sido de gran aprendizaje y crecimiento. Entendí que mi molestia era porque era mentira lo que esa persona dijo, porque yo no estoy sola, y nunca lo he estado, porque amo y me aman, y porque sé que muchos darían lo que fuera por mi.
La noche anterior había estado en un grupo con amigos muy queridos y hablabamos sobre el poder que tienen las palabras, y el cuidado que debemos tener al decirlas. El habla puede infundir dulce esperanza en el corazón de la humanidad o puede crear un sentimiento de fatalidad inminente que haga desaparecer toda esperanza y valentía. Siendo este el caso, comienzas a percibir lo delicada que es realmente la libertad de habla. Es hermosa, es fuerte, es maravillosa, es benevolente y al mismo tiempo, al igual que una flor, es muy delicada.
Hoy que ha pasado tiempo de ese evento desagradable, vuelvo a recordar que en este mundo fuimos puestos para brillar, y que en el camino habrá muchas personas que sin saberlo serán maestros que no buscamos, sino que bruscamente nos enseñan una verdad, y luego se van, y que esa verdad nos hace mejores, más conscientes de nuestras vunerabilidades y más dispuestos a mejorar por mi, y también por los que me rodean.
Y respondiendo a la pregunta inicial, ¿cómo podría reaccionar con mi mejor versión? Pues con prudencia, y a veces con silencio, o expresando mi sentir, porque mi mejor versión siempre será la verdad de qué no soy perfecta y que tengo todas esas maravillosas emociones que me hacen ser única y especial. Mi intención nunca será lastimar a alguien, así que si ese es mi punto de partida, mi reacción será mi perfecta imprefección hablando y actuando, y si me equivoco, también con humildad reconocerlo en el momento, y mirar al frente para seguir caminando, porque sólo tengo el aquí y el ahora, y la vida es corta.
¿Y tú como reaccionas? ¿Cuál es tu intención?
Nunca desees lastimar, recuerda que todo siempre cae por su propio peso, desea el bien y sé sincero contigo mismo, y aprende, siempre aprende.
Edith Reyna
Hace tiempo tuve la oportunidad, en una conversación, en donde traté amorosamente (porque quiero a la persona a quien le hacía el comentario) de dar un buen consejo de salud, otra persona a quien no conozco, y no tiene la fortuna de conocerme (porque soy un encanto, es la verdad), empezó a enviarme mensajes algo agresivos, a los que traté de contestar amablemente puesto que el tema que originó el comentario es algo de lo que he estudiado mucho (alimentación y salud), hasta que llegó el punto desafortunado en que me ofendió. Pasaron tantas cosas por mi cabeza, pero ninguna de las que pensé, me hacía quedar bien, solo atiné a decirle a mis familiares y amigos "cuiden sus amistades".... Nadie atinó a decir nada más, solo quedaron lagrimas en mi rostro ante su ofensivo comentario.
Pasó un rato y entonces recordé que todas las cosas que pasan son por algo más grande que tenemos que aprender. Hice una pausa y respiré conscientemente, en mi presente. Recordé que hace tiempo leí que las emociones de enojo, duran solamente unos minutos, y después se desvancen. Reflexioné sobre el tema que causó mi molestia y sólo pude pensar en lo bendecida que soy, y todas las cosas por las que he pasado han sido de gran aprendizaje y crecimiento. Entendí que mi molestia era porque era mentira lo que esa persona dijo, porque yo no estoy sola, y nunca lo he estado, porque amo y me aman, y porque sé que muchos darían lo que fuera por mi.
La noche anterior había estado en un grupo con amigos muy queridos y hablabamos sobre el poder que tienen las palabras, y el cuidado que debemos tener al decirlas. El habla puede infundir dulce esperanza en el corazón de la humanidad o puede crear un sentimiento de fatalidad inminente que haga desaparecer toda esperanza y valentía. Siendo este el caso, comienzas a percibir lo delicada que es realmente la libertad de habla. Es hermosa, es fuerte, es maravillosa, es benevolente y al mismo tiempo, al igual que una flor, es muy delicada.
Hoy que ha pasado tiempo de ese evento desagradable, vuelvo a recordar que en este mundo fuimos puestos para brillar, y que en el camino habrá muchas personas que sin saberlo serán maestros que no buscamos, sino que bruscamente nos enseñan una verdad, y luego se van, y que esa verdad nos hace mejores, más conscientes de nuestras vunerabilidades y más dispuestos a mejorar por mi, y también por los que me rodean.
Y respondiendo a la pregunta inicial, ¿cómo podría reaccionar con mi mejor versión? Pues con prudencia, y a veces con silencio, o expresando mi sentir, porque mi mejor versión siempre será la verdad de qué no soy perfecta y que tengo todas esas maravillosas emociones que me hacen ser única y especial. Mi intención nunca será lastimar a alguien, así que si ese es mi punto de partida, mi reacción será mi perfecta imprefección hablando y actuando, y si me equivoco, también con humildad reconocerlo en el momento, y mirar al frente para seguir caminando, porque sólo tengo el aquí y el ahora, y la vida es corta.
¿Y tú como reaccionas? ¿Cuál es tu intención?
Nunca desees lastimar, recuerda que todo siempre cae por su propio peso, desea el bien y sé sincero contigo mismo, y aprende, siempre aprende.
Edith Reyna
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10 noviembre 2015
Sobre la meditación
Cuando uno empieza a explorar las profundidades interiores, todos los
esquemas que sostienen la cuadrícula del universo semántico que habitas,
se desploman. Una buena analogía es el túnel.
Imagina que te encuentras en un contexto de escenario de utilería, iluminado con las luces diseñadas para crear ciertos efectos, y que, con esa calidad de luz, se pueden convertir todas las falsedades en plausibilidades, el "trance cultural" peculiar de cada quién. De súbito te encuentras, en ése escenario de utilería cosmogónica, ante la entrada de un túnel, que intuyes te pueda conducir hacia la verdad. Te introduces en el túnel y la luz de tus paradigmas culturales queda a tus espaldas, y poco a poco se oscurece el camino. En las sombras se confunden las seudo-realidades con las falsedades. Llega un momento en que todo está patas para arriba. Sigues caminando y llegas a la oscuridad y el silencio. Te sientes perdido porque no hay puntos de referencia, ni parámetros, ni comprobaciones. Solo sabes que quién te animó a pasar por el túnel te ama y te ayuda. Él ya pasó por allí. Su vida misma anuncia el hecho de que la realización del "Siendo", es posible.
La inmensa mayoría llegan a un punto y se desesperan, o se atemorizan. Se regresan, desandan el camino y al estar afuera, se exhiben como prueba de la futilidad del intento, advirtiendo a otros a no dejarse engañar por los falsos maestros. o se declaran trascendidos y se montan la máscara del beato, del asceta, del intelectual, del clérico, del filósofo, del esotérico, del místico y se comportan acorde a las tradiciones, del Consenso del Gentío. Otros persisten, avanzan, se cansan y descansan... unos cuantos son más resolutos y al cruzar un puente lo destruyen, al salvar un abismo en liana, la cortan, después de utilizar una nave la queman.
Me encontré siendo de estos últimos. Esto lo hacemos como estrategia para coartar cualquier intento de retorno. No hay más camino que seguir de frente. Uno se acostumbra a la oscuridad, a la soledad y al silencio del túnel. Y en un instante sagrado saboreas tu siendo oscuridad, soledad, y silencio... En ese momento que se pasa el punto de no retorno. Ya no es factible regresar. De ese punto en adelante se está más cerca de la verdad, entendiendo la verdad como la salida al otro lado del túnel. La verdad tiene luz propia, no la iluminan los reflejos de esta teoría, de aquel dogma, de esta otra doctrina. La verdad se presenta auto evidente. No necesita argumentos, no necesita demostraciones, no necesita confirmaciones. Se proclama a si misma, se revela. Al desplomarse toda la falsedad queda tan sólo la realidad impoluta.
Donnato de la O
Imagina que te encuentras en un contexto de escenario de utilería, iluminado con las luces diseñadas para crear ciertos efectos, y que, con esa calidad de luz, se pueden convertir todas las falsedades en plausibilidades, el "trance cultural" peculiar de cada quién. De súbito te encuentras, en ése escenario de utilería cosmogónica, ante la entrada de un túnel, que intuyes te pueda conducir hacia la verdad. Te introduces en el túnel y la luz de tus paradigmas culturales queda a tus espaldas, y poco a poco se oscurece el camino. En las sombras se confunden las seudo-realidades con las falsedades. Llega un momento en que todo está patas para arriba. Sigues caminando y llegas a la oscuridad y el silencio. Te sientes perdido porque no hay puntos de referencia, ni parámetros, ni comprobaciones. Solo sabes que quién te animó a pasar por el túnel te ama y te ayuda. Él ya pasó por allí. Su vida misma anuncia el hecho de que la realización del "Siendo", es posible.
La inmensa mayoría llegan a un punto y se desesperan, o se atemorizan. Se regresan, desandan el camino y al estar afuera, se exhiben como prueba de la futilidad del intento, advirtiendo a otros a no dejarse engañar por los falsos maestros. o se declaran trascendidos y se montan la máscara del beato, del asceta, del intelectual, del clérico, del filósofo, del esotérico, del místico y se comportan acorde a las tradiciones, del Consenso del Gentío. Otros persisten, avanzan, se cansan y descansan... unos cuantos son más resolutos y al cruzar un puente lo destruyen, al salvar un abismo en liana, la cortan, después de utilizar una nave la queman.
Me encontré siendo de estos últimos. Esto lo hacemos como estrategia para coartar cualquier intento de retorno. No hay más camino que seguir de frente. Uno se acostumbra a la oscuridad, a la soledad y al silencio del túnel. Y en un instante sagrado saboreas tu siendo oscuridad, soledad, y silencio... En ese momento que se pasa el punto de no retorno. Ya no es factible regresar. De ese punto en adelante se está más cerca de la verdad, entendiendo la verdad como la salida al otro lado del túnel. La verdad tiene luz propia, no la iluminan los reflejos de esta teoría, de aquel dogma, de esta otra doctrina. La verdad se presenta auto evidente. No necesita argumentos, no necesita demostraciones, no necesita confirmaciones. Se proclama a si misma, se revela. Al desplomarse toda la falsedad queda tan sólo la realidad impoluta.
Donnato de la O
09 noviembre 2015
Cómo alcanzar tu meta (sin pasos)
Alcanza tu meta dejándola ir.
¡Permanece presente en este asombroso viaje!
Sueña, confía, fantasea;
imagina un glorioso futuro, ¡por supuesto!
¡Aspira a llegar al enésimo paso!
Pero después, (como todo niño sabe)
ofrece tu sueño al Universo.
Permite que tu fantasía se disuelva de nuevo en su Fuente,
impregnada con tu entusiasmo.
Invita a que desde el horizonte, la atención vuelva a casa.
Vuelve el foco hacia el Ahora.
Permanece presente para este paso.
Y este. Y este.
Porque este paso es tu punto de contacto.
Este aliento. Estas sensaciones en el cuerpo.
Este infinitamente precioso momento de vida,
que se te ha dado gratuitamente.
Al amar el sitio donde te encuentras,
ya has alcanzado tu meta.
En presencia,
ya sea que llegues 'allá' o no,
siempre estás AQUÍ (incluso antes de dar el siguiente paso).
Alcanza tu meta dejándola ir.
¡Permanece presente en este asombroso viaje!
Esto es confianza.
Jeff Foster
06 noviembre 2015
La plena consciencia benevolente
La práctica de la plena consciencia, que se basa particularmente en el método Mindfulness Based Stress Reduction (MBSR) (reducción del estrés por medio de la plena consciencia), desarrollada por Jon Kabat-Zinn ha tenido un éxito enorme.
Durante los últimos 30 años ha despertado interés y ha obtenido reconocimiento internacional, no sólo en el ámbito clínico en donde fue aplicada inicialmente, sino también en los sistemas educativos y en el mundo corporativo.
Cuando instructores cualificados como Jon-Kabat-Zinn (quien es en sí una persona muy compasiva) enseñan la plena consciencia, los mensajes principales que transmiten son la benevolencia, el altruismo y la compasión.
Sin embargo, no siempre es así. Es posible que un maestro olvide incluir este componente importante en sus presentaciones o en su propio método. Cuando la benevolencia y la compasión no están presentes claramente en el entrenamiento, siempre existe el riesgo de usar la plena consciencia solamente como una herramienta para aumentar la concentración y enfocada a la concretización de objetivos cuestionables éticamente.
Cuando la mente está agitada y confundida, cuando nuestra percepción de la realidad está distorsionada por pensamientos salvajes, odio, antojos, envidia y arrogancia, entonces el sufrimiento surge. La plena consciencia puede ser utilizada como una herramienta maravillosa para identificar esos pensamientos destructivos cuando surgen y evitar que invadan más nuestras mentes.
¿Pero es la plena consciencia suficiente? Es un poco optimista dar por hecho que la práctica de la plena consciencia automáticamente le convertirá en una persona más benevolente.
Una mente tranquila y cristalina no es, en sí misma o por sí misma, una garantía de comportamiento ético. Pueden existir francotiradores y psicópatas conscientes que mantienen una mente calmada y estable. Pero no es posible que existan francotiradores o psicópatas benevolentes.
Al practicar la plena consciencia ganamos dos por el precio de uno, puesto que para cultivar la compasión necesitamos una mente atenta y consciente. Cuando nuestra mente está vagabundeando alrededor del mundo no estamos cultivando nada.
Para proteger la práctica de la plena consciencia de cualquier deriva, un componente claro de altruismo debe ser instaurado desde el comienzo. Necesitamos referirnos a esto sistemáticamente como la “plena consciencia benevolente”.
Al hacerlo se crea una manera muy potente y secular de cultivar la benevolencia y de promover una sociedad más altruista, mientras se cultiva al mismo tiempo la plena consciencia. Para que la revolución de la plena consciencia sea transformadora, tiene que ir de la mano con la revolución del altruismo.
Matthieu Ricard
Durante los últimos 30 años ha despertado interés y ha obtenido reconocimiento internacional, no sólo en el ámbito clínico en donde fue aplicada inicialmente, sino también en los sistemas educativos y en el mundo corporativo.
Cuando instructores cualificados como Jon-Kabat-Zinn (quien es en sí una persona muy compasiva) enseñan la plena consciencia, los mensajes principales que transmiten son la benevolencia, el altruismo y la compasión.
Sin embargo, no siempre es así. Es posible que un maestro olvide incluir este componente importante en sus presentaciones o en su propio método. Cuando la benevolencia y la compasión no están presentes claramente en el entrenamiento, siempre existe el riesgo de usar la plena consciencia solamente como una herramienta para aumentar la concentración y enfocada a la concretización de objetivos cuestionables éticamente.
Cuando la mente está agitada y confundida, cuando nuestra percepción de la realidad está distorsionada por pensamientos salvajes, odio, antojos, envidia y arrogancia, entonces el sufrimiento surge. La plena consciencia puede ser utilizada como una herramienta maravillosa para identificar esos pensamientos destructivos cuando surgen y evitar que invadan más nuestras mentes.
¿Pero es la plena consciencia suficiente? Es un poco optimista dar por hecho que la práctica de la plena consciencia automáticamente le convertirá en una persona más benevolente.
Una mente tranquila y cristalina no es, en sí misma o por sí misma, una garantía de comportamiento ético. Pueden existir francotiradores y psicópatas conscientes que mantienen una mente calmada y estable. Pero no es posible que existan francotiradores o psicópatas benevolentes.
Al practicar la plena consciencia ganamos dos por el precio de uno, puesto que para cultivar la compasión necesitamos una mente atenta y consciente. Cuando nuestra mente está vagabundeando alrededor del mundo no estamos cultivando nada.
Para proteger la práctica de la plena consciencia de cualquier deriva, un componente claro de altruismo debe ser instaurado desde el comienzo. Necesitamos referirnos a esto sistemáticamente como la “plena consciencia benevolente”.
Al hacerlo se crea una manera muy potente y secular de cultivar la benevolencia y de promover una sociedad más altruista, mientras se cultiva al mismo tiempo la plena consciencia. Para que la revolución de la plena consciencia sea transformadora, tiene que ir de la mano con la revolución del altruismo.
Matthieu Ricard
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04 noviembre 2015
Sonreir
¿Por qué es importante sonreirle a las personas con las que te encuentras durante el día?
La felicidad es algo que se contagia. Cuando una persona sonríe genuinamente, es difícil que otra persona no haga lo mismo.
Te ayuda a conseguir lo que deseas. De verdad lo he practicado y funciona. Anteriormente cuando quería algo trataba de imponer mi poder como cliente (el cliente siempre tiene la razón) o como usuario de algún servicio. Realmente nunca logré mucho. En el momento que decidí ser una persona más cordial, de sonreirle a las personas, de usar las palabras mágicas (gracias y por favor) y de empatizar más, raramente recibo un no sobre las cosas que pido.
Como una muestra de simpatía, agradecimiento, cordialidad, generosidad, amor y buscando hacer comunidad.
¿Tu le sonríes a la gente?
La felicidad es algo que se contagia. Cuando una persona sonríe genuinamente, es difícil que otra persona no haga lo mismo.
Te ayuda a conseguir lo que deseas. De verdad lo he practicado y funciona. Anteriormente cuando quería algo trataba de imponer mi poder como cliente (el cliente siempre tiene la razón) o como usuario de algún servicio. Realmente nunca logré mucho. En el momento que decidí ser una persona más cordial, de sonreirle a las personas, de usar las palabras mágicas (gracias y por favor) y de empatizar más, raramente recibo un no sobre las cosas que pido.
Como una muestra de simpatía, agradecimiento, cordialidad, generosidad, amor y buscando hacer comunidad.
¿Tu le sonríes a la gente?
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03 noviembre 2015
La Fe: tu primer paso
Espera ser derribado. Espera verte a ti mismo de rodillas, a veces. La vida no es siempre 'lo bueno', es 'lo malo', también. Como la respiración, que entra y sale. Como las mareas oceánicas, como el corazón que late momento a momento en tu pecho, hay expansión y contracción también, ascenso y descenso, y uno no es 'mejor' que otro, ninguno está más 'vivo.' Ambos son esenciales para la existencia.
Viéndote a ti mismo de rodillas, cerca del suelo, sabe que la fe no es contener temerosamente la inhalación, no es necesariamente la creencia en un mejor mañana, sino la profunda confianza en el hoy, encontrando lo sagrado en la exhalación, en la contracción y en la caída; conocer la caída, el descenso, el suelo mismo, es tan sagrado como cualquier destino imaginado.
A veces hay que caer para subir, amigo, y a veces, al verte a ti mismo de rodillas, descubres un coraje y una fe que la cima jamás podría ofrecerte. La caída no es cruel ni vergonzosa; es un nuevo comienzo, una invitación a estar presente.
Sacúdete el polvo, amigo, el siguiente paso no está lejos, y estoy aquí para recibirte, siempre.
Jeff Foster
Viéndote a ti mismo de rodillas, cerca del suelo, sabe que la fe no es contener temerosamente la inhalación, no es necesariamente la creencia en un mejor mañana, sino la profunda confianza en el hoy, encontrando lo sagrado en la exhalación, en la contracción y en la caída; conocer la caída, el descenso, el suelo mismo, es tan sagrado como cualquier destino imaginado.
A veces hay que caer para subir, amigo, y a veces, al verte a ti mismo de rodillas, descubres un coraje y una fe que la cima jamás podría ofrecerte. La caída no es cruel ni vergonzosa; es un nuevo comienzo, una invitación a estar presente.
Sacúdete el polvo, amigo, el siguiente paso no está lejos, y estoy aquí para recibirte, siempre.
Jeff Foster
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