Hace algún tiempo durante el verano, nuestra familia, tomó vacaciones e hicimos un viaje en carro, con la única meta de conocer la parte oeste de los Estados Unidos. Cargamos nuestra camioneta familiar y partimos en busca de aventura. Al final de dos semanas habíamos viajado más de 8,000 km.
La mayor parte del tiempo nos concentramos en disfrutar le viaje, sin apurarnos por llegar a nuestro destino. Sin embargo, en uno de los estados que atravesamos (cuyo nombre no diré), estuvimos tan aburridos con la monotonía del paisaje inmutable, que adopté lo que pensé que sería una buena idea: tomar un atajo para llegar a una gran ciudad vecina.
La carretera alternativa que el mapa exhibía parecía ser perfectamente aceptable, aparentemente una ruta directa para tal ciudad. Con base en el mapa calculé que el atajo nos ahorraría por lo menos una hora de viaje, y nos libraría del tedioso paisaje. Así que nos salimos de la carretera y tomamos la alternativa del atajo.
Pero eso probó ser un gran error. La carretera presentaba una dificultad tras otra, una serie de obstáculos desagradables, obras de construcción, fila de camiones lentos que no podíamos pasar, bueyes y ovejas en el medio de la carretera bloqueando el avance; huecos que parecían cráteres. Además de eso, no había gasolineras o baños para atender las necesidades del viaje.
El punto importante de la experiencia: el atajo que propuse fue más largo que la ruta original, casi nos quedamos sin gasolina y yo tuve dentro del carro una familia irritada y poco comprensiva.
Lección aprendida: ¡Los atajos no son siempre tan buenos como parecen!
Aunque algún físico pueda querer debatir este punto, parece obvio que, algunas veces, la menor distancia para un objetivo NO es una línea recta.
Los atajos, y sus peligros potenciales, no están limitados a viajes. El clima competitivo de los negocios, frecuentemente nos tienta a economizar con el fin de acelerar el progreso de proyectos, o cortar gastos para aumentar el margen de utilidad. Las presiones de tiempo que demanda la gerencia, codicia o flojera, nos pueden predisponer a la adopción de maniobras imprudentes rumbo a los objetivos elegidos.
Pero los atajos éticos como defraudar al cliente en la calidad del producto o servicio, siempre nos perseguirán, tal vez no inmediatamente, pero con seguridad se volverán en nuestra contra.
Con su sabiduría eterna la Biblia presenta alertas contra la adopción de atajos:
· El que camina en integridad anda confiado; Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado. Proverbios 10:9
· Amontonar tesoros con lengua mentirosa es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte. Proverbios 21:6
· Las riquezas de vanidad disminuirán; Pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta Proverbios 13:11
· El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; Mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa. Proverbios 28:20
La próxima vez que se sienta tentado a ir por atajos, sea cauteloso y piense cuidadosamente antes de hacerlo.
Rick Warren
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