La sangre fluye por las calles de otra ciudad europea.
Gente matando gente en nombre de dioses e ideologías y viejos rencores.
Tortura, violación, asesinato, impactantes violaciones a los derechos humanos. Por todo el mundo.
Simplemente un día más en este antiguo planeta.
¿Acaso llegó el momento de darnos por vencidos?
¿Será éste el momento de cantar con más fuerza nuestras canciones de amargura, derrota y rabia desenfrenada? ¿Es el mundo un error insensato, una aberración de la consciencia, una pérdida de tiempo para todos? ¿Al final del camino, la filosofía nihilista estaba en lo correcto?
Cuando nos enfrentamos a noticias como éstas a menudo podemos sentirnos tan impotentes, tan decepcionados, tan asustados, tan inseguros; como si estuviéramos viviendo en un mundo que se ha vuelto loco, desquiciado, fuera de control. Todo parece como una pesadilla, como si una especie de fuerza oscura o maligna estuviera asumiendo el control. Algunos comienzan a hablar de la llegada del Apocalipsis. Ciertamente, se puede sentir como el fin del mundo de cuento de hadas en el que algún día creímos.
En medio de la devastación buscamos respuestas, causas, algo o alguien a quien culpar, una forma de dispersar nuestra tensión, una salida para toda esa rabia, dolor y confusión, un escape de esa energía de vida no procesada. ¿Por qué hay tal mal en este mundo? ¿Culpamos a los asesinos? ¿A sus padres? ¿A la sociedad en general? ¿Al cerebro humano? ¿A la comida que consumimos? ¿A los químicos? ¿A las estrellas? ¿A nuestros gobiernos? ¿A las religiones? ¿Cosificamos a los asesinos como enfermos, retorcidos, locos, malditos? ¿Nos ponemos en guerra con ellos como lo han hecho ellos con nosotros, deseando más muerte y destrucción sobre ellos y sobre sus hijos, sus madres, sus amantes, sus antepasados? ¿Nos adentramos en la milenaria historia del bien contra el mal, de nosotros contra ellos? ¿Consolidamos aún más nuestra identificación con un irreflexivo sentido del yo construido por la mente? ¿Acentuamos las divisiones?
En nombre de la paz mundial, ¿nos convertimos a nosotros mismos en terroristas?
¿Maldecimos a Dios y al universo, y deseamos nunca haber nacido? ¿Tratamos de adormecernos a nosotros mismos, distraernos de esas noticias, con alcohol, drogas, sexo, trabajo, compras, comodidades mundanas? ¿Desestimamos los horrores, retiramos nuestros corazones de los corazones de nuestros hermanos y hermanas en otras regiones del planeta, le damos la espalda a su triste situación, murmurando para nosotros mismos, mientras leemos el periódico en la mañana, lo “fea” y “terrible” que está la situación, sin hacer nada para generar un cambio y una sanación real?
¿Nos encargamos de difundir el problema, pero nos damos por vencidos cuando se trata de ser parte de la solución?
¿Acudimos a maestros espirituales para que nos consuelen con una charla sobre la naturaleza ilusoria de la vida y la irrealidad de la que todos somos testigos? ¿Regurgitamos frases vacías como ‘nada importa’, 'todo es un inocente juego de maya,’ y 'de cualquier forma, nadie tiene elección’? ¿Calificamos lo que vemos como 'irreal’ o 'ilusión’ para alejarnos del dolor de tener que confrontar todo el lío y la aparente falta de control de esta manifestación relativa e impermanente? ¿Pretendemos que los acontecimientos del mundo no tienen nada que ver con nosotros, que todo es independiente y que somos personas separadas? ¿Caemos en el solipsismo? ¿En la anarquía? ¿Cerramos nuestros corazones con más fuerza, construimos nuestros muros aún más altos y vivimos en un estado protegido, impregnado de miedo? ¿Rechazamos este mundo y soñamos con una perfecta vida después de la vida?
¿Utilizamos la 'realidad’ de las noticias como una excusa para darnos por vencidos, para cerrarnos, para olvidar lo que realmente somos? ¿Dejamos que los 'terroristas’ ganen abandonando nuestro camino y viviendo una vida de terror nosotros mismos, y aterrorizamos a otros que etiquetamos como 'malos’? ¿Nos sumamos a los problemas que vemos?
¿O utilizamos la apariencia de los problemas para vernos más profundamente a nosotros mismos y a la forma en que vivimos y tratamos a los demás? ¿Vemos la locura como un llamado a la claridad? ¿A la violencia como una invitación al amor? ¿Al dolor como un llamado a la compasión? ¿Al terror como una invitación a recordar y expresar con más profundidad y con más convicción la infinita inteligencia que somos?
¿Justificamos los asesinatos? Absolutamente no. ¿Sentimos el dolor de las víctimas, y la de sus seres queridos? Por supuesto que sí, porque no estamos separados. ¿Haríamos todo lo posible para evitar que esto suceda de nuevo? Absolutamente. ¿Trabajamos por la justicia? Sí. ¿Nos sentamos tranquilamente y simplemente 'aceptamos’? Si aceptar significa indiferencia y pasividad y soportar, no. Si significa alinearnos profundamente con la vida, sabiendo que el cambio inteligente y la sanación siempre surgen del hecho de sumergirnos en el misterio del momento, entonces, sí. La verdadera aceptación y el cambio creativo son amantes.
En Medio Oriente, un judío donó uno de sus riñones a una Palestina enferma, salvando su preciosa vida. En la India hay una mujer que alimenta y baña a los leprosos porque se ha dado cuenta que todos somos expresiones de una misma consciencia y le alegra mucho vivir así, a pesar de lo que los demás digan de ella. En San Francisco, un hijo toma la mano de su anciano padre y de repente surge el perdón, como por arte de magia; en una forma inesperada, el peso de la violencia y el resentimiento de toda una vida se desvanecen, como si nunca hubiera pasado nada.
¿Qué 'noticias’ les estamos transmitiendo a nuestros hijos? ¿Les estamos enseñando que han nacido en un mundo esencialmente malo, enfermo y lleno de miedo, y que deben vivir con temor y odio? ¿Les estamos enseñando que la violencia es inevitable y que ya viene 'incluida’ en su naturaleza? ¿O les estamos enseñando que todo el crimen y la tortura que vemos en las noticias diarias surgen del olvido de lo que somos, de una falsa y equivocada creencia en la separación?
¿Cuáles son las verdaderas 'noticias’ de nuestros días?
¿Les estamos enseñando a renunciar a sus sueños porque hay gente mala allá fuera intentando detenerlos? ¿Los estamos enseñando a renunciar al amor y a la compasión, y al cambio y a la humanidad y a la alegría debido a todas esas 'noticias’? ¿Les estamos enseñando a enfocarse en lo que está mal en el mundo, a aferrarse a lo 'negativo’, a cantar canciones de derrota y desilusión? ¿Los estamos volviendo ciegos a lo 'negativo’ enfocándolos solamente en lo 'positivo’? ¿O los estamos enseñando a reconocer la violencia en el mundo, el dolor,
pero estando conscientes de que todo eso es parte de una imagen infinitamente más grande, una imagen en donde todo está interconectado y todo es importante y todo está en equilibrio y nada está escrito sobre piedra?
No utilices las noticias como excusa para dejar de vivir tu verdad, ni por un solo instante. No creas, ni por un segundo, que hay una fuerza en el mundo llamada 'el mal’ con algún tipo de poder que sea capaz de vencer al amor.
El terror no puede ganar porque proviene de un craso malentendido acerca de nuestra naturaleza. Solamente nos estamos lastimando, nos estamos apuñalando a nosotros mismos, nos estamos defraudando y en el fondo lo sabemos y siempre lo hemos sabido. Una ola nunca puede separarse del océano, ni tampoco de ninguna otra ola, y más allá de nuestras diferencias de creencias y opinión, todos somos movimientos de la Única Vida, el verdadero Poder, más allá del 'poder’ mundano de las armas de fuego y cuchillos goteando sangre y camiones atropellando multitudes de inocentes.
Enséñales a tus hijos las realidades del mundo sí, pero, lo más importante,
muéstrales las realidades de sus corazones y de los corazones de aquellos a quienes llaman 'los otros’. Permite que el juego actual de la violencia sirva para profundizar aún más tu convicción en este don eterno, inmutable que es la Presencia, la Presencia que siempre has conocido, y para confirmar nuevamente tu intención de parar toda violencia en ti mismo, para vivir como tú sabes que puedes vivir. No permitas que las noticias, o al menos las historias que selectivamente se te presentan como noticias te distraigan de la Verdad.
Honra a las víctimas.
Recorre tu camino con valor.
Habla claro. Crea. Organiza.
Apaga tu maldita televisión.
Mantén tu vista en el objetivo real.
Jeff Foster